Junio es el mes de las novedades literarias. Al menos así lo parece. Con motivo de la Feria del Libro, son muchos los autores que eligen esta fecha para publicar sus obras y así poder visitar las casetas y poder conocer a sus lectores. Sin embargo, a pesar de que hay una infinidad de libros que nos morimos por leer, nunca está de más volver a los clásicos. Aprovechando que hasta el próximo 11 de junio se celebra en Madrid la Feria del Libro, os traemos una recopilación con diez títulos que, ya sea por un motivo o por otro, son considerados clásicos de la literatura universal.
1. Orgullo y prejuicio
«Es una verdad universalmente conocida que un hombre soltero poseedor de una gran fortuna necesita una esposa». Así comienza la novela que Jane Austen escribió entre 1796 y 1797 cuando sólo tenía 22 años. Reflejo de la sociedad inglesa de finales del siglo XVIII en la que la autora vivió, Orgullo y prejuicio es toda una declaración de intenciones en contra de los matrimonios de conveniencia, el derecho hereditario inglés, que excluía a las mujeres, y la dependencia que estas sufrían en prácticamente todas las facetas de su vida.
Bajo una capa de novela romántica se esconde una crítica a las convenciones sociales y a todos aquellos que consideraron el matrimonio no tanto como una opción sino como la mejor solución para acabar con una vida de privaciones. Al menos así fueron criadas las cinco hermanas Bennet que ven en los bailes, fiestas y encuentros sociales una oportunidad para encontrar pretendientes ricos. Una de ellas, Lizzie, anhela, en cambio, una vida libre e independiente hasta que conoce al arrogante señor Darcy.
«A poca gente quiero de verdad, y de muy pocos tengo buen concepto. Cuanto más conozco el mundo, más me desagrada, y el tiempo me confirma mi creencia en la inconsistencia del carácter humano y en lo poco que se puede uno fiar de las apariencias de bondad o inteligencia». Elizabeth Bennet
2. Cien años de soledad
Benedetti dijo que esta obra de Gabriel García Márquez era «una empresa que en su mero planteamiento parece imposible y que, sin embargo, en su realización es, sencillamente, una obra maestra». Y razón no le faltaba. Gabo tardó dos décadas en idear por completo Cien años de soledad. Con 38 años y cuatro libros publicados, se sentó en la máquina de escribir y plasmó con palabras ese comienzo difícil de olvidar.
Cincuenta años después de ser publicada la novela, el Premio Nobel de Literatura sigue conquistando el realismo mágico que abandera y nos traslada al ficticio pueblo de Macondo para conocer las vicisitudes de la familia Buendía a través de sus siete generaciones. Una obra maestra imprescindible de la narrativa del Siglo XX que supuso el despegue del conocido ‘boom’ latinoamericano. Milagros, tragedias, adulterios se dan cita en este clásico en el que mito, historia y realidad se reúnen con el virtuosismo narrativo del escritor colombiano.
«Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo».
3. El gran Gatsby
Los felices años veinte han sido escenario de múltiples novelas, si bien la más conocida es la del norteamericano F. Scott Fitzgerald. El gran Gatsby es uno de los muchos relatos sobre los años que precedieron a la Gran Depresión. Sin embargo, la particularidad de esta obra reside no solo en la brillantez de su escritor sino en la historia que esconde.
En el Long Island de principios del siglo XX conocemos a Jay Gatsby, un misterioso y acaudalado triunfador hecho a sí mismo que desea recuperar a Daisy, su antiguo amor, ahora casada y prima de su nuevo vecino, Nick Carraway, un aspirante a escritor que hace las veces de narrador. Entre fiestas extravagantes, orígenes inciertos, especulación financiera y «la luz del embarcadero» se fraguará una historia de amor tierna, pero a la vez, cruel y desoladora, como si fuera un fiel reflejo del mundo decadente en el que se ambienta.
«Gatsby creía en la luz verde, el orgiástico futuro que, año tras año, aparece ante nosotros… Nos esquiva, pero no importa; mañana correremos más deprisa, abriremos los brazos, y… un buen día… Y así vamos adelante, botes que reman contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado».
4. Carta de una desconocida
El escritor Stefan Brand recibe, de repente, la carta de una mujer con la que mantuvo una fugaz relación amorosa que ya ha olvidado. No le sucede lo mismo a Lisa, autora de la misiva que sigue enamorada de ese hombre inaccesible que conoció en Viena cuando aún era una joven adolescente. Esta es la base sobre la que Stefan Zweig construye una historia que desvela con sutileza cómo un comienzo amable muta, con el paso del tiempo, en un panorama bastante desolador.
La forma epistolar convierte la trama en una sostenida y ciega narración de sentimientos y refleja un amor infantil que se torna enfermizo a medida que avanzan los años. Carta de una desconocida se establece, así, como un relato corto perfecto para iniciarse en su literatura ya que desprende la humanidad, sensibilidad y elegancia del escritor austriaco.
“Sólo quiero hablar contigo, decírtelo todo por primera vez. Tendrías que conocer toda mi vida, que siempre fue la tuya aunque nunca lo supiste. Pero sólo tú conocerás mi secreto, cuando esté muerta y ya no tengas que darme una respuesta; cuando esto que ahora me sacude con escalofríos sea de verdad el final. En el caso de que siguiera viviendo, rompería esta carta y continuaría en silencio, igual que siempre. Si sostienes esta carta en tus manos, sabrás que una muerta te está explicando aquí su vida, una vida que fue siempre la tuya desde la primera hasta la última hora.”
5. Nada
¿Puede una novela en la que, aparentemente, no sucede nada trascendente ser el reflejo de la pobreza, no sólo económica, en la que se encontraba España en la posguerra? Carmen Laforet lo consigue con esta obra de carácter existencialista con la que una por entonces joven de 23 años ganaba la primera edición del Premio Nadal en 1944.
Nada supuso el nacimiento de una intimista voz femenina y una renovación de la prosa española aquejada por la censura franquista. El relato lo protagoniza Andrea, una joven de provincias entusiasta que llega a Barcelona a estudiar Letras en la universidad. Pronto se dará cuenta de que el cambio ha sido un completo desengaño y se enfrentará, insatisfecha, a una atmósfera degradada de miseria y frustración que llega a resultar asfixiante para el lector.
«Me gusta la gente con ese átomo de locura que hace que la existencia no sea monótona, aunque sean personas desgraciadas y estén siempre en las nubes, como tú… personas que, según mi familia, son calamidades indeseables».
6. Rayuela
Julio Cortazar revolucionó y reestructuró la secuencialidad lineal de las novelas con esta historia que ofrece múltiples formas de entenderla y disfrutarla en función del orden con el que la leamos. Ciento cincuenta y cinco fragmentos o secuencias a combinar libremente que estructuran las dos partes del relato: «Del lado de allá» y Del lado de acá».
Publicada en 1963, es otra de las obras clave del ‘boom’ latinoamericano y demuestra que la literatura puede ser un juego, tan ingenuo como aquel en el que está basado. Rayuela es caos, azar, juego, ironía… «un libro infinito», «una bomba atómica», «una gigantesca humorada», «un grito de alerta», «el agujero negro de un enorme embudo», que diría el autor argentino. En definitiva, un clásico que admite tantas definiciones distintas como lecturas.
«¿A vos no te pasa que te despertás a veces con la exacta conciencia de que en ese momento empieza una increíble equivocación?».
7. El guardián entre el centeno
Publicada en 1951, la obra maestra de J. D. Salinger se convirtió en la voz de los adolescentes. Una novela de culto que narraba las peripecias del joven Holden Caulfield cuando, después de ser expulsado del colegio por una pelea, retrasa su vuelta a casa para experimentar de primera mano el rebelde Nueva York de después de la Guerra.
Que muchos famosos como Penélope Cruz o el asesino de John Lennon hayan tildado El guardián entre el centeno como su libro de cabecera no hace más asentar el arquetipo de adolescente inadaptado. No es de extrañar, por tanto, que fuera el libro más prohibido en los institutos estadounidenses y, paradójicamente, uno de los más alabados. Su sentido del humor y su lenguaje provocador condenado a la derrota retrataban sin tapujos el drama de muchos adolescentes de la época que se veían reflejados en el comportamiento de Caulfield.
«Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno”.
8. Cumbres borrascosas
Si hay un libro que rompe con los esquemas de la literatura romántica, ese es Cumbres Borrascosas. La única novela publicada de Emily Brönte narra la enemistad de dos familias, los Earnshaw y los Linton, pero sobre todo el tóxico amor que nace entre Heathcliff y Catherine.
El desolador y amenazador paisaje de los páramos de Yorkshire refleja a la perfección la hostilidad y frialdad que rodea a cada uno de los personajes de las dos casas enfrentadas: Cumbres Borrascosas y La Granja de los Tordos.
«Si todo pereciera y él se salvara, yo podría seguir existiendo; y si todo lo demás permaneciera y él fuera aniquilado, el universo entero se convertiría en un desconocido totalmente extraño para mí.»
9. Los renglones torcidos de Dios
Alice Gould es una detective que se interna en un hospital psiquiátrico para resolver un homicidio que se ha cometido en las inmediaciones. Con prólogo de Juan Antonio Vallejo-Nágera, Los renglones torcidos de Dios documenta con un frialdad demoledora la realidad de los enfermos mentales.
El propio autor, Torcuato Luca de Tena, estuvo más de dos semanas en una de estas instituciones para conocer de primera mano cuál era el tipo de vida que estos llevaban. El resultado es una obra maestra en la que la actitud de Alice y su despierta inteligencia pondrá en tela de juicio si padece un trastorno psicológico o realmente está allí para resolver un asesinato.
«Los renglones torcidos de Dios son, en verdad, muy torcidos. Unos hombres y unas mujeres ejemplares, tenaces y hasta heroicos, pretenden enderezarlos. A veces lo consiguen. La profunda admiración que me produjo su labor durante mi estadía voluntaria en un hospital psiquiátrico acreció la gratitud y el respeto que siempre experimenté por la clase médica».