Cuentan que, al morir el Cid Campeador, tuvieron la idea de seguir explotando la marca en batalla. Así, lo ataron con una soga a Babieca y, taloneándolo, le hicieron avanzar hacia las tropas moras que huyeron despavoridas. Algo así ha hecho Mago de Ozcon Gaia: epílogo. Tras la conclusión de su trilogía dedicada a la diosa de la tierra, han recolectado toda la casquería que le había sobrado y han formado un disco de diez pistas, incluyendo remasterizaciones de los conocidos “Puedes contar conmigo” y “Adiós Dulcinea”. Nos encontramos, por consiguiente, ante una auténtica salchicha musical, porque, como ustedes comprenderán, el solomillo, las costillas o la pluma se sirven en otros platos.
Se podría admitir que una serie de hombres más allá de la cuarentena se disfracen de piratas para la portada de un disco, más aún que no estén de acuerdo con la climatología, y mientras uno nos regala intermitencias de su torso gracias a una camiseta de rejilla, otros porten abrigos tan pesados como las velas de un patio sevillano. Se podría admitir que sigan erre que erre con lo de la madre tierra (creo que han llegado a verlos susurrando a un hormiguero), que insistan en su sonido bucólico-cuasi-celta y lo ribeteen con chillidos rockeros o que combinen todo lo anterior con temas directamente inspirados en la filmografía Disney (he de confesar que con tuve que revisar todas la arias de Aladín para comprobar que no era una revisión). Se podría admitir, a las malas, el introito recitado con una música que parece un parodia de «In memoriam» Milenio 3 y pronostica desastres apocalípticas para la humanidad que no recicla el vidrio. Se podría admitir todo lo anterior debido a un estilo, una marca de la casa de la que muchos gustan, pero no se puede aceptar que te vendan los ensayos, las obras incompletas o fallidas.
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Es por eso que sus seguidores se debaten ante esta situación. En público jamás reconocerán el hecho de que el disco se trate de una estafa, y es que ya sabemos cómo son los devotos radicales; sin embargo, cuando estén solos, fantaseando con acudir a un aquelarre ellas y ellos con asaltar un galeón sin haberse duchado en una semana, comentarán la decepción pero se dirán «también Cristo dudó en Getsemaní».