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Bowie: de transformaciones y nombres

En mayo de 2013, el astronauta Chris Hadfield protagonizó el primer videoclip grabado en el espacio, en concreto, desde la Estación Espacial Internacional. La canción elegida fue Space Oddity, que contaba un relato épico sobre un astronauta perdido en el espacio. Así fue como muchos vieron durante años al autor de la canción: David Bowie.

Bowie ha fallecido a los 69 años, después de lanzar al mercado un disco, Blackstar, donde muchos han querido ver mensajes sobre su propia muerte. A toro pasado todo son señales.

Fue un músico preocupado por la estética, tanto de la imagen como del sonido, un agitador social y una auténtica rara avis en su entorno. En plena ola de la concienciación política y la música con mensaje, sus referencias culturales iban del jazz a la ciencia ficción de serie B, pasando por el transformismo, el melodrama clásico o el uso de las drogas lisérgicas.

Nacido en el barrio londinense de Brixton el 8 de enero de 1947, comenzó desde adolescente a coquetear con el mundo de la música. Eran los sesenta y la fiebre pop se había desatado en todo el mundo, pero especialmente en el Reino Unido.

A finales de la década de los sesenta experimentó con el jazz y el folk y comenzó a estudiar mimo con Lindsay Kemp. En esa época descubre a Andy Warhol y quiso formar parte de su famosa Factory. No fue admitido porque no se le ocurrió otra cosa que ponerse a hacer mimo. En esos momentos su estética aún no se había definido como lo hizo posteriormente y Warhol seguramente pensó: “¡qué hace la hippitrusca esta!”. A pesar del rechazo, siguió admirando al artista estadounidense e incluso le dedicó una canción en 1971 que, por cierto, no gustó nada al neoyorquino.

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En 1969, comenzaría su despegue con Space Oddity, pero es con The man who sold the world (1970) cuando se definiría su música que, alejada de la moda de la época, daría lugar a lo que años después se conocería como Glam Rock. En este disco crearía con una serie de músicos la banda The Spiders From the Mars con la que grabaría las que es consideradas como sus obras maestras: Hunky Dory (1971) y The rise and fall of Ziggy Stardust (1972).

Es en esos momentos cuando crea su imagen más conocida: pelo naranja, tez blanca, ojos pintados de azul eléctrico. En esta época cebó su enfrentamiento mediático con Marc Bolan, el otro gran líder del Glam Rock, y, como contaría años más tarde, en entonces su dieta se basaba en leche y cocaína.

En esos setenta tan agitados profesionalmente escandaliza a la sociedad declarándose bisexual. Justo cuando conoce a Iggy Pop, que tanto marcaría su vida y su música. De hecho el nombre de su personaje Ziggy lo construyó colocando una z delante del nombre de su amigo.

En 1976, cierra una etapa iniciada dos años antes donde creará otro personaje, el Duque Blanco, para dos discos: Diamond Dogs (1974) y Young Americans (1975).

De 1976 a 1979 graba su trilogía berlinesa. Se traslada a la capital alemana junto a Iggy Pop, con el que se retroalimenta en la faceta artística. Ambos huirían de Londres para luchar contra sus adicciones: Bowie de la cocaína e Iggy Pop de la heroína. En la película Velvet Godmine (1998) se describe la historia de la pareja en ese momento.

A partir de entonces, su música irá perdiendo presencia, pero nunca dejará de cambiar y de estar atento a las nuevas tendencias musicales. Así en los ochenta, se apunta a la ola new romantic con Let´s Dance (1983) y en los noventa a la música electrónica.

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Siempre interesado por otros aspectos de la creación artística, fue productor, compositor, escribió guiones y desarrolló una carrera paralela en la interpretación, llegando a encarnar al Hombre Elefante en Broadway, sin ningún tipo de maquillaje, representando al personaje sólo con su expresión corporal.

Su trayectoria cinematográfica daría en sí misma para un artículo. Interpretó más de una veintena de personajes. En Baskiat (1996) se metió en la piel de Warhol; en Feliz Navidad, Mr. Lawrence (1986) en la de un militar excéntrico, y en Dentro del laberinto (1986) en la de un brujo cuya estética fue muy comentada en los ochenta y que le acercaría al público infantil.

Sin embargo, sus papeles más icónicos serían en Just a gigoló (1978), donde interpretaba a un chapero que susurraba la canción del título con una fosilizada Marlene Dietrich; Fuego camina conmigo (1992), donde entró en el mundo de David Lynch, y El Ansia (1983), obra vampírica con estética de videoclip y grandes dosis de erotismo lésbico a cargo de Susan Sarandon y Catherine Deneuve. Para los cinéfilos siempre será una pena el que no aceptara el papel de malvado en la bondiana: Panorama para matar (1985) que le habría enparejado con Grace Jones.

Lady Gaga dijo de él: «Es algo así como un príncipe alienígena. Todavía corre mi universo y cada mañana me despierto y pienso, ‘¿Qué haría Bowie?'». El londinense no solo fue una guía para varios artistas. Sin él, algunos, como Gaga. No existirían.

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David González Álvarez

Nací en León el mismo año que Sarah Ferguson se convirtió en duquesa de York y me gradué en Historia cuando Juan Carlos I abdicaba. Mis profesores me profetizaron un nefasto futuro lo que me convenció de que el periodismo era la salida perfecta. He trabajado en la Cadena COPE y Punto Radio y publicado artículos en revistas underground con seudónimos no reproducibles. Publiqué en 2010 el libro Esa bella mentira donde descubrí que la disección puede ser un género literaria perfecto. Escribo con la tele encendida, descubrí el intimismo el mismo día que aprendí a manejar una olla exprés y para mi futuro solo espero no acabar como un Kennedy.

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