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Viena, cuna del capuchino y del cruasán

Noria del Prater

La capital austriaca, además de ser la ciudad originaria del vals, de la música clásica, del arte modernista y de la noria más antigua del mundo, es patria del café capuchino, del cruasán y de la tarta de chocolate favorita de los vieneses

Viena, ubicada a orillas del río Danubio, fue ocupada por los celtas hasta la llegada del Imperio romano en el siglo I a.C. quienes permanecieron cinco siglos hasta la irrupción del los pueblos bárbaros. En la Edad Media formó parte del Imperio Carolingio, después fue dominada por la dinastía Banberger hasta el siglo XIII, cuando pasó a formar parte de los territorios de los Habsburgo. La ciudad siempre ha sido clave para el comercio entre Germania y Venecia, por lo que fue objeto de ocupación durante siglos por diferentes pueblos, como los otomanos.

Museos como el Albertina o el Kunshistorisches, iglesias como la de los Capuchinos o la Catedral de San Esteban, palacios como el Belvedere, Hofburg o Schönbrunn, edificios como la Ópera o el Musikvererin y cafés como el Prückel o el Sacher emanan el espíritu de ciudad imperial tan característico de Viena. Como ocurría en las metrópolis ilustradas, los cafés como centros sociales y de intercambio cultural, proliferaron. Esta cultura del café esta impresa en el carácter de la ciudad y podemos encontrar decenas de establecimientos históricos que sirven pasteles típicos de la ciudad como la tarta Sacher o la tarta de manzana y, otros más desconocidos aunque originarios de Viena, como el cruasán o el café capuchino.

Cafés, pastelerías y confiterías

Establecimientos como el Café Prückel, fundado en los años 50 del siglo pasado, o el Café Central son dos de los símbolos de Viena. Este último data del 1876, se ubica en la planta baja del Palais Ferstel y fue el lugar de referencia de los intelectuales vieneses como el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, o el arquitecto Adolf Loos. Tradicionalmente se narra que durante la lucha entre otomanos y cristianos en la conocida como Batalla de Viena, los vieneses prepararon café con los sacos de granos que los turcos habían abandonado tras la derrota. La bebida resultante la mezclaron con crema de leche y el color de la bebida se asemejaba enormemente a la vestimenta de los frailes capuchinos.

El café capuchino siempre es servido con una cobertura de espuma de leche o nata. Para acompañar el capuchino es habitual tomar un cruasán, pastel creado por los panaderos austriacos. Los otomanos tras la toma de diferentes ciudades a orillas del Danubio deciden ocupar Viena por la noche. Los panaderos de la ciudad que trabajaban a esas horas dieron la voz de alarma y evitaron la toma de la ciudad. Ante este hito, el emperador Leopoldo I condecora al gremio de panaderos, quienes como agradecimiento crearon un panecillo con forma de media luna como burla a la media luna de la bandera otomana. Siglos más tarde la emperatriz austriaca María Antonieta, al marchar a Francia para contraer nupcias con Luis XVI, populariza en la corte este pastel, que actualmente es uno de los símbolos culinarios de Francia.

Frente al edificio de la Ópera se encuentra el histórico Hotel Sacher, sede de la tarta de chocolate más famosa del mundo. El hotel ha reunido a en sus salones a artistas, políticos y personalidades ilustres del ámbito de la cultura. Estos espacios están abiertos a quien quiera disfrutar de esta tarta de bizcocho de chocolate, mermelada y cobertura de chocolate, servida siempre con nata y, para quien quiera comprarla, se presenta dentro de la tradicional caja de madera. El origen de la tarta Sacher se disputa entre el Hotel del mismo nombre y la otra pastelería más famosa de la ciudad, la Confitería Demel. Este establecimiento fue el proveedor oficial de los emperadores y es conocido por sus escaparates decorados con pasteles, pastas, tartas y flores y por la tarta de chocolate y nueces adornada con la especialidad, las violetas confitadas.

El barrio de Grinzing y los mercados

A las afueras del centro de la ciudad se encuentra el barrio de Grinzing, uno de los lugares predilectos de músicos con Schubert o Beethoven. En origen era un pueblo vinícola, pero actualmente es un barrio más de la ciudad, donde los vieneses acuden por las tardes los a las tabernas típicas, las heurigen, donde sirven jarras de vino blanco. Otro de las actividades propias de los fines de semana es acudir al Parque de atracciones más antiguo del mundo, el Prater, donde se encuentra su famosa noria de sesenta metros de altura y donde es habitual comer en la Schweizerhaus el codillo de cerdo acompañado de kartoffelpuffer —las patatas ralladas—. En restaurantes como Figlmüller y Gmoakeller se sirve la comida tradicional del país, como el schnitzel —escalope—, la carne de venado o el strudel —tarta— de manzana. El Naschmarkt es uno de los mercados más antiguos y famosos de la ciudad, aunque más concurrido y turístico que, por ejemplo, el mercado turco, el Brunnermarkt.

Viena es una ciudad que encierra una amplia cultura heredera de los celtas, los romanos, el Imperio carolingio o el Austrohúngaro y salpicado de herencias culturales y gastronómicas foráneas, como la judía, la iraní o la turca.  

Marta Méndez López de Bustamante

Historiadora e historiadora del arte. Apasionada del mercado del arte y del periodismo cultural.

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