Un Rigoletto renovado y con una polémica puesta en escena

Ópera Rigoletto
Representación de Rigoletto en el Teatro Real

La ópera de Giuseppe Verdi se podrá ver en el Teatro Real hasta el próximo 2 de enero. Cuenta con la dirección musical de Nicola Luisotti y Christoph Koncz y con el director de escena Miguel del Arco.

Poco podría imaginar Victor Hugo cuando escribió Le roi s’amuse la reinterpretación que se haría de su obra de teatro dos siglos más tarde en el Teatro Real de Madrid; pero, aún menos lo podrían suponer los censores de este drama. La nueva adaptación de la ópera Rigoletto ha causado un gran revuelo entre la crítica y los asistentes en su regreso a la escena musical madrileña.

Rigoletto, de Giuseppe Verdi (1813-1901), un melodramma en tres actos con libreto de Francesco Maria Piave, ha provocado un enfrentamiento entre aquellos que creen que una nueva versión de esta ópera puede acercar el género a un público más joven y aquellos que no ven con buenos ojos la renovada puesta en escena. El erotismo y la pasión mantienen al público ensimismado durante todo el espectáculo, pendientes para no perder ni un solo detalle de lo que sucede en el escenario.

Un duque con un alto gusto por las mujeres, un bufón desgraciado cuya única compañía es su hija, un sicario con una hermana furcia en un bar de carretera y que mata a la hija del bufón. Toda una maraña de trama que bien podría tratarse de la vida real. Nos encontramos ante la interpretación de un mundo corrupto, con violaciones, en el que la mujer es tratada como un simple objeto de deseo sexual y en el que un padre mantiene retenida a su hija en casa en contra de su voluntad. Esto demuestra la vigencia atemporal de la ópera que Verdi compuso en el siglo XIX.

Desde el primer minuto, el drama y la tensión se apoderan del teatro a través de máscaras de conejos y gritos desquiciados. En la penumbra del patio de butacas una mujer corre hacia el escenario huyendo de estos animales, un grupo de violadores. La voracidad de los lobos envuelta en cuerpos ataviados con abrigos de pelo negro. Finalmente, la alcanzan y la despojan de su vestido. El color morado de la tela adelanta el aspecto feminista que tendrá la ópera.

Ópera Rigoletto
Imagen de la representación de Rigoletto en el Teatro Real.

La puesta en escena dirigida por Miguel del Arco destaca por el cuerpo de bailarinas cuyos movimientos en el escenario simbolizan sutilmente todo tipo de gestos sexuales. Es especialmente destacable la representación de la masturbación en el aria Gualtier Maldè! cuando Gilda, interpretada por la soprano Ruth Iniesta, recuerda a su amado, el duque de Mantua, con voz del tenor John Osborn. Los cuerpos desnudos del grupo bailan alrededor de la protagonista, emulando el deseo sexual hacia el duque. La ópera también cierra con una última escena en la que estos cuerpos desnudos vuelven a aparecer, situándose en primera línea del escenario junto al ya cuerpo inerte de Gilda.

A la excelencia de Giuseppe Verdi se le suma la maestría de otro italiano: Nicola Luisotti (Viareggio, 1961), director de la Orquesta Titular del Teatro Real. No solo tuvo la tarea de dirigir la representación sino que también se vio obligado en la función del día 6 de diciembre a parar el espectáculo por completo debido a la estridencia de una alarma sonando en el teatro. Música, voces y bailes se detuvieron al grito de «¡¿Qué es ese ruido?!». Luisotti pidió que apagaran la alarma y la actuación pudo continuar donde se había quedado.

Sin embargo, el revuelo causado por esta nueva versión operística ha relegado a un segundo plano la increíble calidad musical de los verdaderos protagonistas, los cantantes. Un formidable Rigoletto, interpretado por el barítono Quinn Kelsey, empequeñece el teatro, rindiéndose todo el público a sus pies. La unión de este personaje y de Gilda en Sì! Vendetta, tremenda vendetta! cierra el acto II con un impresionante y emotivo dúo.

Ópera Rigoletto
Imagen de la representación de Rigoletto en el Teatro Real. Foto: Teatro Real

Más allá de las voces de los protagonistas y del coro, el atrezo usado es otra de las joyas del espectáculo. Los tonos carmesí y negro concenden a la representación un toque elegante, a la par que erótico. Las telas de diferentes tamaños ondean en la inmensa caja escénica del teatro, acompañadas de colosales lámparas que cambian su forma en función de la representación.

La ópera, aquel género que creíamos propio del pasado, ha demostrado estar más vivo que nunca. Esta nueva adaptación de Rigoletto ha conseguido volver a poner en el ojo del huracán lo que muchas mujeres, y en menor medida algunos hombres, sufren en su día a día. Aquellos detractores de esta representación no solo muestran su repulsa hacia la adaptación, sino también hacia la sociedad en la que vivimos. Quien se escandalice por ver representado sobre el escenario la violencia y el maltrato solo lograrán mirar a un lado y dejar pasar todo lo nauseabundo de este mundo.

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