Tom Hanks se convierte en el Peor Vecino del Mundo

Tom Hanks abrazando a un gato callejero

Cuesta trabajo imaginar a Tom Hanks como algo más que un tierno señor al que saludar cada mañana, sin embargo, en la última película de Marc Foster, se ha convertido en el Peor Vecino del Mundo. Es gruñón, arisco, mandón y extremadamente cuadriculado con todos sus vecinos, independientemente de las buenas intenciones que estos tengan.

No dudará en llamar la atención si un coche no está correctamente aparcado o si no se ha cerrado bien la verja y, si uno se atreve a saludarle, recibirá un gruñido en respuesta o, quizá un portazo. Otto se presenta simplemente como el peor vecino del mundo, ni más ni menos. Ni siquiera él se aguanta. Su propio perfeccionismo le impide quitarse la vida y le empuja a conocer a los nuevos miembros de la urbanización, en concreto a Marisol, una mexicana alegre, enérgica y sin pelos en la lengua.

Foster dirige esta nueva adaptación de la novela sueca A Man Called Ove que introduce al espectador en el vecindario y que, al mismo tiempo que Marisol, irán descubriendo que Otto no siempre ha sido el vecino molesto, sino que en un momento de su vida fue el mejor vecino del mundo.

La actualidad se ve entremezclada con flashbacks de la juventud del protagonista quien está interpretado por el propio hijo de Hanks, Truman Hanks. Mariana Treviño da vida a la arrolladora Marisol y, junto a ella, Manuel García Rulfo interpreta a su marido, Tommy.

Marisol le enseña a Otto un dibujo que han hecho sus hijas de él
Marisol le enseña a Otto un dibujo que sus hijas han hecho de él/ Sony Pictures Entertainment

La creación y mantención de la comunidad de vecinos, independientemente de su edad o procedencia, frente a las grandes corporaciones inmobiliarias que amenazan con destruirla para la creación de espacios comerciales que son, además, dañinos para el medioambiente.

El Peor Vecino del Mundo aúna la comedia ligera con una intensa sensación de pertenencia, creación de nuevos vínculos y defensa de los antiguos, además de la gestión del duelo y el amor tras la muerte.

Cristina Martínez

Mi premio desde pequeña siempre fue la cultura: si dormía la siesta podía ver una película, si sacaba buenas notas, me regalaban un libro. Descubrí mi pasión cuando vi caer un telón por primera vez y la redescubrí cuando convertí el teatro en mi redacción.

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