La sala 1 del Cine Doré fue el lugar ideal para ver The Tenants, un largometraje distinto a lo que uno está acostumbrado, presentado por Filmadrid 2017, que se celebró en la capital del 8 al 17 de junio, como parte de la sección Focos donde destacó la comedia y absurdo en el cine iraní. El Festival Internacional de Cine es una cita anual con el cine de autor y en esta edición se proyectaron durante diez días un total de 114 cintas, 47 de ellas dentro de las competiciones Oficial y Vanguardias, y el resto como proyecciones especiales o secciones no competitivas.
Los inquilinos de un edificio que se cae a pedazos en la ciudad de Teherán, deciden remodelarlo sin tener la menor idea de lo que están haciendo. Esta es la historia que presenta el experimentado director y guionista iraní Dariush Mehrjui (La vaca, Hamoun, Sara) en The Tenants (Ejāre-nešinhā). Estrenada en una época difícil con una guerra llevándose a cabo en el país, la película se volvió un éxito de taquilla de manera inesperada y fue considerada la mejor comedia del cine iraní de los años ochenta.
The Tenants narra una serie de situaciones disparatadas, donde predominan los gritos y discusiones. Además de los inquilinos y su malestar por el deplorable estado de la vivienda, la historia es protagonizada por corruptas pandillas de agentes inmobiliarios, trabajadores de construcción y Abbas, el administrador del edificio, interpretado por Ezzatolah Entezami.
La película es difícil de entender para alguien que no está acostumbrado a la cultura del Medio Oriente. Más que una comedia, parece un drama absurdo. Una historia acelerada cargada de peleas y disputas acaloradas, enfatizadas por el exterior soleado y árido de la ciudad.
Sin embargo, más que el lenguaje cinematográfico y el tono, hay que destacar el significado de la cinta y lo que representa. El cambio de estructura que necesita el edificio es un paralelismo con el cambio que necesita Irán en esa época. La historia refleja una sociedad en ruinas y un sistema social corrupto.
Para un espectador occidental fue un reto entender una historia que ofrece una comedia que se basa en un humor y ritmo atípico. La proeza fue mayor debido a la velocidad en la que aparecían los subtítulos, que seguían la precipitada dicción de los personajes. Tal vez lo más tranquilizante fue la escena final, donde todos resuelven sus diferencias alrededor de un gran festín.
