Después de toda una vida dedicada a las artes escénicas, el creador del Circo de los Horrores se despide de los escenarios con Réquiem: Sinfonía final
A Jesús «Suso» Silva González (1962) el circo le corre por las venas desde que era niño. Natural de Ourense, se crió en el Circo de los Muchachos que tenía su tío y con 7 años hacía giras por Europa y Latinoamérica.
En la década de los 90 formó parte del Circo Mundial o el Circo del Arte que, en España, encaminaron sus pasos por los caminos de una disciplina más clásica y familiar. Otros muchos circos europeos terminaron por incrementar su experiencia gracias a la continuidad de largas giras que le aportaron conocimientos de países y culturas.
En el año 2003 recibe el Premio Nacional de Circo otorgado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. En este momento, Silva adquiere el compromiso de concebir una función original y diferente para lograr que el público joven volviera a recuperar el interés por la disciplina que había tenido en la infancia.
De esta manera, en 2006 crea y dirige el Circo de los Horrores, que mezcla el circo más tradicional con técnicas de teatro y cabaret y combina de la mejor manera el terror y la comedia. Así nacieron las historias de El Origen, Manicomio, Cabaret Maldito, Apocalipsis y Bacanal, que consiguieron millones de espectadores en cinco países visitados.
Tras toda una vida dedicada al entretenimiento, Suso Silva presenta la sexta entrega del Circo de los Horrores: Réquiem: Sinfonía Final, que supone su «suicidio» escénico y su bajada de los escenarios.
El espectáculo estará en Madrid hasta el 12 de enero en IFEMA. Las entradas se pueden adquirir online.
CULTURA JOVEN: ¿Qué recuerda de los inicios del Circo de los Horrores?
SUSO SILVA: Hay mil millones de recuerdos. Sobre todo cuando planteé el montar un circo con una temática de terror y nada pensado para niños me tomaron por loco. Yo creía en una representación que no fuera dirigida para pequeños para así tratar de recuperar el público joven, el público adulto. No quería que fuera un circo tradicional, tenía una temática, un humor interno y horrores.
C.J.: Y ahora todo ese esfuerzo se ha visto recompensado.
S.S.: Pues sí. Con los años se ha creado un público interesante. Tenemos más de un millón de seguidores en Facebook, lo que es increíble. Es una audiencia asidua que nos mima y nos cuida en la oscuridad. A veces nos critica, pero, sobre todo, no nos abandona en los últimos años. Tenemos más de cuatro millones de espectadores que han visitado alguno de los seis shows que lleva el Circo de los Horrores. La verdad es que me siento muy orgulloso.
C.J.: ¿Cuál es su proceso creativo a la hora de escribir un guion?
S.S.: Primero, echo una buena mirada a mi alrededor y observo qué es lo que gusta en la sociedad o qué puede servir para hacer una crítica social. Cuando creé la primera función, El Origen, sentía que estábamos siendo demasiado dirigidos y autómatas. Necesitábamos un poco de locura en nuestras cabezas y en nuestro cuerpo. Ahí nació la locura y el desmadre del Manicomio de los Horrores. Después vino Cabaret Maldito, que creo que no pecamos lo suficiente. Hay que pecar antes de que se nos pase el arroz. Más tarde nació Bacanal, el mundo y el reino de los excesos, o, sencillamente, Apocalipsis, que fue premonitorio. Era una visión bastante apocalíptica del ser humano y, de hecho, al mes de terminarlo, llegó la pandemia. Hasta se me tachó de pájaro de mal agüero (ríe). Yo solo escribo o dirijo un papel o un escenario que me lo haya dado mi alrededor. El sexto es Réquiem.
«Cuando planteé el montar un circo con una temática de terror y nada pensado para niños me tomaron por loco»
Suso Silva, actor
C.J.: ¿Y qué se podrá ver en Réquiem?
S.S.: Es un repaso a los 20 años y a Suso en su viejo desván escribiendo y pariendo todos y cada uno de los espectáculos que han salido a la escena. Dónde se parieron, cómo se parieron, mis historias, mis personajes, mis fantasmas, mis miedos, mis virtudes… Es un poco de todo. En el escenario salen todos mis personajes y luego los dejaré en el baúl y me presentaré tal cual. Todos aquellos que han disfrutado estos últimos 20 años, que nos han seguido, van a ver un trocito. Y los que se han perdido algún capítulo que de nuevo vuelvan a estar en la escena.
C.J.: Ligado a esto último, en el show salen Nosferatu, Lucifer, Suso Clown, El Rey de los Locos… ¿cómo ha sido introducir a todos sus alter egos en una misma representación?
S.S.: La locura total. En dos horas no paro de cambiarme y pasar de un personaje a otro. Lo difícil es, sobre todo, intentar diferenciar a todos y cada uno de ellos. Y que no andes pisando a los personajes. Salen más de siete personajes distintos y es complicado quitarte un vestuario y encarnar a otro rapidísimamente. Además, son personajes con mucho peso, muy bestias y muy potentes, con lo cual hacerlos convivir a todos ha sido difícil. Cada uno tiene su espacio, su medio, su escenografía, su monólogo, su modo de hablar, de interpretar. Tengo que ser sincero y a veces se pisan. Se me escapan cosas de uno a otro, pero ha sido muy chulo.
C.J.: ¿Y considera a alguno su favorito?
S.S.: Sobre todo el personaje del que parte todo: Nosferatu. Basado en la historia de Murnau, que es tan especial. Nació como maestro de ceremonias, horrible, en el lado oscuro. Es incongruente, loco, incorrecto, golfo… Un perro. Ahí es donde descubrí que fusionar humor y terror era tan divertido y funcionaba tan bien… Ver cómo el patio de butacas se acongojaba y, rápidamente, como medio de escape, fluía la carcajada. Recordemos que todos estos personajes se han creado con un plan cómico, un mimo, como soy yo de base. La dosis de humor está siempre implícita en todas y cada una de las funciones, sea la temática que sea. Siempre acaba como medio recurrente el humor, que es el trasfondo de todo ello, y quitándole el hierro a la gente.
C.J.: Como avanzaba antes, el Circo de los Horrores ya ha presentado seis capítulos, ¿cuál diría que se trata del más ambicioso?
S.S.: Todos y cada uno son especiales, porque todos y cada uno corresponden a una distinción. No hay predilección. Pero si tuviese que decir uno, quizás Apocalipsis. Era un equipo de más de 50 personas con cantantes, bailarines, músicos, motoristas… También había coches, motos, una pantalla de 40 metros donde se representaban distintos ambientes y un escenario de 50 metros. En fin, era brutal. Eso era una mala bestia, un proyecto vastísimo. Pero también soy un loco de lo recogido del cabaret más contemporáneo, más fresquito, muy íntimo y cercano al público como es Réquiem, Cabaret Maldito o Bacanal.
C.J.: He leído que después le pasará el testigo a su hija Sara Silva, ¿qué futuro le espera al Circo de los Horrores bajo su mando?
S.S.: De momento el testigo pasa de un modo fluido. Estoy mayor, hay muchas giras, la locura de estar siempre fuera de casa… Necesito estar más relajado. Seguiré pariendo espectáculos en el lado oscuro, escribiendo y dirigiendo, pero le paso el testigo a nuevas estrellas. Una de ellas será Sara. Creo que es el momento de una pedazo de actriz. Y, aparte, está bien ponerlo en manos de una mujer ahora. Creo que se cumple y se termina este ciclo de seis actos que he interpretado. En el futuro seguirá por otros caminos y nunca abandonando el formato que tan buen resultado da. Los tiempos son otros y el público de 20 y 30 años es otro. Hay que lanzarse a nuevos tiempos y qué mejor que mi querida y dulce Sara, que ha mamado tanto del circo los últimos años.
C.J.: Su frase estrella es «El circo ha muerto, vamos a desenterrarlo», ¿cree que lo ha conseguido después de todos estos años?
S.S.: Yo creo que sí. Siempre fue una declaración de intenciones. Dejémonos de circo cutre y casposo, que «haber, haylo y mucho». El circo no solo está dirigido para los niños. Hay un circo para adultos que hay que desarrollar, mimar y seguir en fase creativa. Es algo que me propuse hacer. Yo creo que sí que lo he conseguido, aunque siempre se puede hacer mejor (ríe).