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Silvia Grijalba: «Las multinacionales crearon el presunto indie español»

La periodista Silvia Grijalba.

Silvia Grijalba es un referente en periodismo cultural, sobre todo en el mundo de la música. La crónica de televisión tampoco le resulta ajena. Además, durante años fue corresponsal en India para El Mundo, periódico en el que empezó a escribir de música desde su fundación en 1989. En los últimos años se ha lanzado al mundo literario, donde ha obtenido éxitos con novelas como Contigo aprendí (2011, Premio Fernando Lara de Novela) o Tú me acostumbraste (2014), además de la antología Palabra de rock (2008) y el ensayo Dios salve a la movida (2006).

Su último libro, Más que famosos (2015), es un repaso a su carrera como periodista musical. En nuestra charla desentraña algunas de las anécdotas del libro y hace análisis del periodismo, la cultura y la relación entre ambos. Con una voz un tanto ronca, es firme en sus juicios y supone un encuentro con algo tan sencillo, pero tan escaso, como es una mente lúcida.

Cultura Joven: En su libro Más que famosos, hace un retrato tremendo de los errores y excesos cometidos por la industria cultural y afirma que fueron éstos los que llevaron a su crisis y no la piratería…

Silvia Grijalba: Cuando se le echa la culpa a Internet de todos los problemas de la industria cultural, no es cierto. Hubo una época en que las discográficas empezaron a apostar por grupos que no merecían mucho la pena y que eran éxitos de cinco minutos. La gente tampoco tenía interés en ellos y no le importaba piratearlos. Hubo muchos excesos en la industria de la música como ir a grabar a Londres cuando aquí había los mismos estudios o mejores o hacer grandes viajes para promocionar. No supieron manejar ni el dinero ni el poder.

C. J.: ¿Cómo ve el futuro de la industria cultural?

S. G.: Cuando pasan este tipo de cosas siempre se aprende algo. La única ventaja de esto es que, a lo mejor, antes se gastaban toda la energía y recursos solo en unos artistas y ahora se está diversificando más. No apostar solo por un producto grande que te sacia como una hamburguesa. Los muy underground siguen teniendo sus vías y los muy grandes siguen estando donde están. Los medianos son los más perjudicados. Me da la sensación de que en la música, y también en la literatura, se está volviendo a buscar la calidad. No solo el bombazo. La industria del libro ha sabido recoger todos los defectos de la del disco y están reaccionando bien.

C. J.: Volviendo a su libro, hace un repaso de sus encuentros con grandes artistas como Brian Ferry o David Bowie… Sin embargo, en comparación dice que los artistas españoles son menos interesantes para entrevistar. Solo salva a Loquillo, Enrique Bumbury y Alaska. ¿Es para tanto?

S. G.: No solo ellos, también están Santiago Auserón, Jorge de Ilegales, Julián Hernández… No hay muchos artistas que digan cosas interesantes. Tiene que ver con que en el mundo anglosajón se da importancia a la oratoria y a expresarse bien, y aquí no. Y también en el mundo anglosajón los músicos son profesionales. Saben que tienen que dar una buena entrevista. Se preparan para ella.

C. J.: La anécdota con John Cage, es fascinante…

Libro "Más que famosos".
Libro «Más que famosos».

S. G.: Sí, me hizo estar en silencio junto a él para luego describirle la melodía que había obtenido estando callada. Y era verdad. Después de un rato en silencio empiezas a oír los sonidos cotidianos y tienen su ritmo. La verdad, es que es una de esas personas que te cambian. Eso es una de las suertes de esta profesión, conocer gente así.

C. J.: Otro asunto espinoso. Lo indie. ¿Fue algo natural o un invento de la industria musical?

S. G.: Fue muy impostado. Se vendía que lo bueno era ser amateur y no profesional. Hubo mucho de preparado. En Inglaterra había surgido y aquí buscaron grupos parecidos. Casi todos los indies tuvieron éxitos en multinacionales: Los Planetas, Meteosat, Australian Blonde… Fueron las multinacionales las que crearon ese presunto indie español.

C. J.: En su libro lo ejemplifica con el caso de Dover, que vivieron su mejor época en una compañía pequeña como Subterfuge y al pasar a una multinacional no tuvieron el mismo éxito…

S. G.: Tuvo que ver con que el público indie tiene esa pasión porque el grupo sea puro y esté en una pequeña. Empezaron a cantar en español… No fue culpa de la multinacional. No supieron jugar bien. No midieron que venían de Subterfuge que te cuidaba mucho. No sabían venderse. Que le den una portada en El País a un grupo indie no te ayuda como lo haría en Rock de Luxe… Lo que hicieron las multinacionales es crear sus subsellos indies para dar la idea de pureza. Virgin hizo Chewaca y Emi otro… Era para que no salieran oficialmente con su sello. Fue acertado desde el punto de vista comercial aunque no lo comparto. Fue un poco circo todo eso del indie.

C. J.: Al hilo de esto. ¿Cuál es el mayor pecado de un periodista cultural?

S. G. Creerse amigo del artista que tienes que entrevistar. Eso es lo peor en todos los periodismos. Un periodista económico no puede hacerse amigo de los empresarios sobre los que informa. Hay que tener una distancia. Los que han sido amigos míos son Bumbury y Loquillo. El resto no. Mi amistad con ellos ha venido después. Implicarse en el objeto del que tienes que hablar es el mayor error.

C. J.: Siguiendo en el ámbito periodístico, cuenta también en el libro lo difícil que era trabajar frente a la monopolización del Grupo PRISA…

S. G.: No era cuestión de monopolizar. Si venía un artista a España y solo daba una entrevista, lógicamente se la daban a El País porque era el periódico más leído. Aunque muchos no se esforzaban. No tenían la misma ilusión que yo, porque llevaban 20 años. A mí también me pasó, pero me fui.

C. J.: Defiende mucho al mítico Joaquín Luqui. Dice que no estaba todo la volarado que debía en la SER…

S. G.: Me daba rabia que lo criticaran. Era un erudito y lo consideraban un ser excéntrico y no se lo tomaban en serio. Conmigo siempre se portó muy bien a pesar de que él ya estaba consagrado y yo empezando. No me gustaba que no se le respetara.

C. J.: Da un visión muy positiva de las raves y el inicio de la cultura de club de los 90

S. G.: Alaska, Antonio Escohotado y otros dijeron que los 90 eran los 60 al revés. Y algo de eso había en la música electrónica y el éxtasis. Participé en El Escorial en las charlas de Antonio Eschotado y Sánchez Dragó y tenía toda la teoría sobre los enteógenos. Como todo, el uso que se dio no fue el debido y ahí están visibles los efectos en la gente. En eso el éxtasis no es como con el LSD, que como todos los enteógenos se ha de consumir casi de forma ritual. No tiene un efecto acumulativo. El éxtasis sí. Por eso solo se pudentomar una serie de veces en la vida, no de forma continuada de fiesta. El propio Alexander Shulgin lo advirtió, pero no le dejaron seguir investigando.

 

La novela "Tú me acostumbraste".
La novela «Tú me acostumbraste».

C. J.: Del periodismo musical pasó a La otra crónica (LOC). ¿Cómo fue la experiencia?

S. G.: Me propusieron seguir los programas del corazón y me pareció muy divertido. En eso no soy nada dogmática y lo veo de forma muy postmoderna. Me divertía escribir sobre el mundo del corazón con un punto irónico. Lo dejé cuando Sálvame se convirtió en metacorazón y empezaron a ser ellos mismos los protagonistas. Me lo pasé muy bien. LOC es un gran invento. Esa mezcla de corazón con investigación y cosas que van más allá del simple chisme… Ahora todos los periódicos han intentado tener un suplemento parecido.

C. J.: En un artículo decía que era mejor entrevistador Jorge Javier Vázquez que Ana Pastor…

S. G.: Sí. Me ha molestado que durante años se denigrara a la prensa del corazón. Yo he tenido siempre una visión de ella pop y postmoderna. Creo que ha habido grandes periodistas en el género. Jesús Mariñas o Jesús María Amilibia son muy buenos. Y lo serían si se dedicaran a la información política.

C. J.: Ha desarrollado gran parte de su carrera en El Mundo. No puedo evitar la pregunta. ¿Qué pasó con Pedro J. Ramírez? ¿Se lo cargó la Casa Real? ¿La Vicepresidenta del Gobierno?

S. G.: Me dolió. Es un gran periodista al margen de que se esté de acuerdo o no con sus métodos. Me dio mi primera oportunidad y es un periodista nato. No lo sé. Me gustaría saberlo. Yo ya no estaba en el periódico cuando ocurrió. Creo que fue una mezcla de muchas cosas. Seguro que lo cuenta él en un libro.

C. J.: Cuando deja el periodismo cultural triunfa con sus novelas. En la última, Tu me acostumbraste, retrata con humor la crisis…

S. G.: Crisis con humor. Eso era lo que buscaba. Contar una realidad terrible con ironía. Por eso la ambienté en parte en Marbella. En el mundo de los nuevos ricos y de gente, que aún teniendo problemas de dinero, quiere aparentar que todo sigue igual. Como la frase aquella de Carmen Lomana que decía que los ricos notaban más la crisis. Mucha gente estaba acostumbrada a un estilo de vida de escaparate y necesita aparentar que nada había pasado. Eso que puede ser un poco triste tiene un punto muy divertido. Al mismo tiempo hablo de cómo la crisis afecta a mucha gente de clase media. La protagonista es periodista y mira cómo está la profesión de precaria. Me gustaría que la gente que leyese la novela dentro de un tiempo se pudiera hacer una idea de lo que han sido estos años.

David González Álvarez

Nací en León el mismo año que Sarah Ferguson se convirtió en duquesa de York y me gradué en Historia cuando Juan Carlos I abdicaba. Mis profesores me profetizaron un nefasto futuro lo que me convenció de que el periodismo era la salida perfecta. He trabajado en la Cadena COPE y Punto Radio y publicado artículos en revistas underground con seudónimos no reproducibles. Publiqué en 2010 el libro Esa bella mentira donde descubrí que la disección puede ser un género literaria perfecto. Escribo con la tele encendida, descubrí el intimismo el mismo día que aprendí a manejar una olla exprés y para mi futuro solo espero no acabar como un Kennedy.

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