Se agotan los adjetivos. Lo único que puede decirse ya de Standstill es que podría ser el grupo más versátil y con mayor capacidad de reinvención de la escena musical española. Y durante dos días consecutivos, volvieron a demostrar en Madrid que siempre pueden dar una vuelta de tuerca más a su repertorio sin perder un ápice de calidad.
Esta vez el objetivo no era ni hacer una gira al uso, ni dejar el protagonismo a los efectos visuales para contar la verdadera historia de Bonaparte, el protagonista de su último trabajo. Ahora la idea de Enric Montefusco y compañía era juntarse con un cuarteto de cuerda y una sección de vientos, darle aún más bombo a la percusión y no renunciar a su siempre impecable puesta en escena. Y zas, así surge Standstill y la Bonaparte Ensemble, que por primera vez salía de Barcelona como parte de los Conciertos Retratos Mahou en los Teatros del Canal.
Más de veinte instrumentos sobre el escenario, y, como siempre, intérpretes intercambiables: sólo Ricky Lavado permaneció todo el espectáculo con su mejor sonrisa detrás de la batería. Falkner, Elvira y los demás lo mismo cogían el bajo que los teclados, la tuba que una pandereta, o la trompeta que un sintetizador. Todo ello con una limpieza y una precisión sobresalientes, que ni siquiera lograron empañar los fallos de sonido con los que sonaron los primeros acordes de ‘Todos de pie’.
Temas del último trabajo de los catalanes centraron la primera parte del concierto: más matices aún para un trabajo que ya habíamos podido disfrutar en plenitud en Rooom, el último espectáculo audiovisual de la banda. Sin embargo, el concierto cobró aún más fuerza cuando llegó Vivalaguerra y temas tan contundentes como ‘1, 2, 3, sol’ o el aplaudidísimo ‘¿Por qué me llamas a estas horas?’.
Y aún más. La revisión acústica de ‘What truth?’, que les invito a escuchar para que se den cuenta de por qué hablo de reinvención cuando hablo de Standstill, y el ritmo creciente de ‘Cuando’ fueron algunas de las últimas piezas de un concierto que, cómo no, acabó con el vital himno de la banda: un ‘Adelante Bonaparte (II)’ más coral y rico que nunca. Y tras él, varios minutos de aplausos rotundos y convencidos de quienes, creyendo haber visto casi todo, fuimos a otro concierto de Standstill y descubrimos que pueden romper el silencio de mil maneras, y todas bien.