‘Retrato de una mujer en llamas’ y el arte del Prado

Fotograma de Retraro de una mujer en llamas.
Fotograma de Retraro de una mujer en llamas.

El cine como recurso educativo es el nuevo ciclo que se realiza en el Museo del Prado hasta el 11 de febrero, donde docentes seleccionados presentan proyectos que combinan cine con obras únicas.

El sábado 4 de febrero se realizó la segunda jornada del ciclo El cine como recurso educativo en el Museo del Prado. Se trata de un proyecto en el que se presentan películas que guardan una relación intrínseca con el arte con el objetivo de mostrar cómo el cine puede servir como medio para acercar a los más jóvenes a interesarse por estas disciplinas. 

Para este último encuentro, la profesora de bachillerato, Rosario Cecilia García eligió la película Retrato de una mujer en llamas, dirigida por la francesa Céline Sciamma, ganadora de la Palma Queer y el premio al Mejor Guión en Cannes en 2019. Luego de proyectarla en el Auditorio del Museo del Prado, la docente subió al escenario y guió al público por una exposición en la que iluminaba diferentes aspectos del film, desde referencias a exponentes artísticos pasando por reflexiones en torno a problemáticas que aún hoy atraviesan el mundo.

Arte en llamas: procesos creativos y la importancia de las manos

Como delata el título, uno de los elementos más importantes en la película es el retrato. La historia se desarrolla en el fin del siglo XVIII. La protagonista Marianne, una artista, tiene el encargo de realizar el retrato de Helóïse para que luego este sea enviado a su futuro esposo, sellando de alguna manera el compromiso. 

Desde ese primer momento, la película nos enseña sobre los procesos creativos detrás de las obras de esa época, desde la imprimación del lienzo, la aplicación de las primeras capas de color y la utilización del tiento para no perder el pulso.  En este sentido, se hacen evidentes las referencias a los procesos de grandes nombres del Prado, como Goya o Velázquez. 

Sin embargo, Marianne al principio se enfrenta a grandes frustraciones en este proceso porque no logra capturar un aspecto fundamental en los retratos: el plano psicológico de Helóïse, su verdadera esencia, lo que estaba atravesando y sintiendo en ese momento. Pero a medida que la va conociendo más, encuentra diferentes maneras de contar su historia mediante detalles. Como por ejemplo, con la atención en sus manos. 

Hay quienes afirman que Goya cobraba los retratos dependiendo de si en ellas había manos o no. Marianne, al igual que el español, encuentra en estas una forma de hacer una declaración sobre la retratada: es verdad que está siendo forzada a tomar la mano de un hombre para salvar su situación social, pero eso no es todo lo que la define. 

En esa época, artistas como Federico de Madrazo solían retratar a las mujeres señalando sus pulseras o anillos. Así se indicaba que habían sido pedidas o que estaban casadas. Hacían referencia, de alguna manera, a su pertenencia a un hombre. Pero Marianne ignora las joyas de Helóïse, no las incluye y elige mostrar las manos de ella relajadas. En este punto, la docente no pudo evitar trazar un paralelismo con el retrato de la Condesa de Chinchón por Goya, en el que la muestra haciendo la misma posición con las manos. 

Esto no quiere decir que ellos no le den importancia a las manos, incluso hay quienes afirman que el pintor cobraba más dependiendo de sí aparecían manos en el retrato o no. Marianne, al igual que el español, encuentra en estas una forma de hacer una declaración sobre las retratadas: ambas, de algún modo, pertenecen a un hombre aunque esto no las define.

Pero sus vidas no sólo coinciden en este aspecto: ambas se educaron en conventos y tienen que salir de ellos con el objetivo de casarse para ayudar a su familia, para salvarlos socialmente. Así, si bien el matrimonio era algo totalmente central en la vida de las personas de esa época, tanto Madrazo como Goya evitan retratar ese aspecto, de alguna manera protestando contra estos matrimonios arreglados, algo que va a estar presente en más de una obra del autor de «Las majas». 

Las brujas que no pudieron quemar

Retrato de una mujer en llamas se desarrolla en el siglo XVIII, una época de la historia donde todavía se realizaban las cazas de brujas. Las protagonistas Marianne y Helóïse tienen una entrañable relación con Sophie, la sirvienta de la casa. Ella las lleva una noche a una fiesta de mujeres que, en esos tiempos, eran más conocidas como aquelarres. 

Portada de la película Retrato de una mujer en llamas.

Helöíse camina por la playa, mientras que las otras sirvientas cantan a coro “huir, no puedo”. Accidentalmente, pasa cerca del fuego, prendiendo en llamas su vestido. Pero no reacciona con desesperación, sino que sigue caminando y mira de manera desafiante a Marianne. Esta imagen es la elegida para la portada del film y lleva consigo una carga simbólica que atravesará todo el largometraje.

Al igual que muchas mujeres de esa época, la protagonista no puede escapar de su destino. Es el matrimonio o la muerte. Aceptar pasar la vida con un hombre o morir. Ahí es donde entra la relación con obras como El gran cabrón de Goya o Ninfas perseguidas por sátiros de Rubens, de las que existen lecturas que consideran que simbolizan a la figura del hombre como opresor de las mujeres, como las figuras que están a cargo de sus destinos. 

Sin embargo, también hay otros aspectos del feminismo explorados mediante esta imagen y en otras escenas de la película, que refieren a la sororidad, presente en la relación de los tres personajes principales, y a la libertad de las mujeres sobre sus cuerpos.

La película se puede ver de manera gratuita en RTVE y la mayoría de las obras mencionadas se pueden encontrar expuestas en el Prado.

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