Pastora Soler: Destino Eurovisión

Lo confieso. Hoy puedo dormir un poco más tranquila. Afronto la primavera con optimismo. Cuando este año, caliente motores junto al televisor sin necesidad de banderolas, pero sí con cierto fogueo sentimentaloide local para asistir a la 51ª participación de España en Eurovisión, tendré la convicción de que el objetivo está conseguido sea cual sea el resultado. Con Pastora Soler y ‘Quédate conmigo’ recuperamos el halo de aquellos años dorados (los 50, 60, 70) en los que el Festival prestigiaba a sus participantes o estos mismos aportaban categoría al certamen.

ABBA, Cliff Richards o Julio Iglesias, por no hablar de Celine Dion en los ochenta, saludaron a Europa desde su escenario en un suma y sigue para su carrera. Glamour, entretenimiento, canciones de todos los géneros y en diferentes idiomas, pero también grandes voces elegidas con un criterio musical no basado sólo en el mero espectáculo.

En países como Suecia, el gran exponente eurovisivo, la elección del candidato se traduce en una de las grandes citas del año, con intensas cribas que la población sigue con entusiasmo, y que valoran como la proyección de una imagen externa. Las últimas votaciones en nuestro país en unas galas televisivas escasamente seguidas y con poca exigencia por parte del público -sin querer infravalorar el valor democrático-, nos han regalado a Rodolfo Chikilicuatre en 2008 o la polémica final de la que salió “Que me quiten lo bailao”. Y en esta última ocasión, logrando el puesto 23 de 25, que no supone una excepción a nuestra clasificación de los últimos años.

Si bien obtener más de seis puntos está relacionado con colegueos y politiqueos vecinales, al menos el hecho de no haber dejado de presentarnos año tras año debería motivarnos a mostrar nuestro buen producto interior bruto a nivel musical. En esta edición 2012 retomamos esa buena costumbre que se hizo patente con Paloma San Basilio y Mocedades: elegir a un artista consagrado en nuestros escenarios, con sobrada experiencia y un tema compuesto a su medida.

Pastora Soler destaca tanto por sus cualidades vocales como por su modo de crecerse en el escenario. Quien conozca la trayectoria de la sevillana estará de acuerdo conmigo en que limitar su dominio a la copla y el flamenco sería un visión terriblemente sesgada. Su amplio registro la convierte en una de las grandes voces femeninas de la canción latina.

Después de los últimos resultados y una fachada deslucida, este 2012 se decidió volver al “dedazo”, dando la oportunidad a público y jurado, eso sí, de votar el tema. La resolución ha sido unánime. Soler, sublime en los temas melódicos, defenderá un baladón compuesto por veteranos de la canción eurovisiva (Antonio Sánchez Olsson, Thomas G:son y Erik Bernholm), dispuesta a emocionar con su verdad interpretativa.

Si ha sorprendido el sí de una artista que no necesita ningún empujoncito -más con la fama que acompaña al Festival en nuestro país-, se percibe un síntoma de que algo está empezando a cambiar. Se abre una etapa esperanzadora. ¿Volveremos a los tiempos en los que participar en Eurovisión se traducía en caché y todo el país permanecía inmóvil en el instante en que “Spain” lucía tres minutos de gloria ante todo el continente europeo? No adelantemos acontecimientos. Dicho queda, ¡bendita sea Pastora Soler!

 

 

 

 

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