Estrenada originalmente en Alemania en el año 2012 y ganadora del premio a la mejor película, Oh Boy llega a España dos años más tarde. Dirigida por un desconocido Jan-Ole Hester, la cinta muestra el día a día de Niko, un joven berlinés atormentado por una fuerte crisis existencial que le hace abandonar la universidad y que busca, a través de las calles de la capital alemana, el sentido de la existencia humana al igual que el propósito que tiene como individuo, viviendo experiencias con varios personajes que le hacen replantearse si es él, y no el resto, el que va en contra del modelo social establecido.
Dirigida a un público de entre veinte y treinta años, la película muestra el debate psicológico que este joven sufre con la edad; el miedo que le supone dejar atrás la etapa de adolescente y empezar a afrontar los problemas de un mundo adulto, olvidando la esencia de uno mismo, y considerarse un eslabón más en la cadena de la sociedad occidental. Una vida basada en la mediocridad y en la aceptación de unas normas que coartan su libertad como ser humano y que rompen con los sueños que tiene de la vida, haciendo que se vea sumergido en un ostracismo personal ante la imposibilidad de huir de lo establecido.
Contando exclusivamente con la participación de actores alemanes poco conocidos por el público generalista, se consigue mostrar con fidelidad las obsesiones y pensamientos que afectan a muchos jóvenes de nuestra época, conscientes de la difícil situación que les va a tocar vivir y de la frustración que sienten haciendo que todo ello se proyecte en una serie de inseguridades que afectan a su vida personal dando como resultado una apatía crónica de difícil solución.
Una crítica de 83 minutos al modelo de vida que se ha ido imponiendo en el mundo a lo largo de los años, dispuesto como un tablero de ajedrez y en el que todos tenemos la imposición de convertirnos en peones.
El cine de autor europeo tiene con Oh boy un nuevo exponente de protesta que muestra la realidad tal y como es a través de la vida de un post-adolescente, centrándose en lo importante y dejando a un lado la disoluta, incorrecta y vaga visión que nos brinda comúnmente Hollywood de esta etapa, que está lejos de la nostalgia y la preocupación que desprende una persona de 24 años respecto a su futuro.
