Noel Gallagher conquista a una Riviera entregada

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Noel Gallagher’s High Flying Birds

“¡Buenas noches, Madrid! Espero que no ganéis la Champions League”, bromeaba Noel Gallagher con su acento mancunian y su actitud chulesca, a la que tiene acostumbrados a sus seguidores. Así daba comienzo una hora y media en la que Gallagher regaló al público de La Riviera un cóctel de frescura, nostalgia y emoción.

Con su banda Noel Gallagher’s High Flying Birds, el ex-guitarrista y principal compositor de Oasis llegaba a Madrid para presentar su segundo disco en solitario, Chasing Yesterday, en la noche del viernes.

A las nueve, con puntualidad británica, Gallagher subía al escenario coreado por un público entregado desde el minuto uno. El tema escogido para dar el pistoletazo de salida a la velada fue Everybody’s On The Run, una canción enérgica que se ha convertido en uno de los clásicos de su primera aventura en solitario, Noel Gallagher’s High Flying Birds.

Con la sala ya encandilada, el británico daba paso a temas de su nuevo disco como Riverman o In the Heat of The Moment, intercalados con clásicos de su pasado glorioso en Oasis como Talk Tonight o Champagne Supernova, que hizo las delicias de los allí presentes.

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Noel Gallagher en concierto

A pesar de que advertía y dedicaba a “todos los fans de Oasis” su nueva canción You Know We Can’t Go Back, el compositor británico volvió en varias ocasiones a sus orígenes. Gallagher, sin intentar complacer a nadie, consiguió extasiar a la sala tocando temas poco recordados por el gran público, pero que guardan la esencia del rock de Oasis. Noel supo homenajear a su pasado y el publicó respondió emocionado coreando canciones como Half The World Away. La pista recordaba a uno de esos estadios de fútbol que los hermanos Gallagher llenaban en los noventa.

Cuando el final ya se intuía, con los brazos en alto y una alegría contagiosa, La Riviera acompañó a Gallagher mientras tocaba If I Had a Gun y The Masterplan, los mejores ejemplos de un hombre capaz de aprovechar su legendario pasado para construirse un brillante futuro.

Compatriotas, parejas, amigos, veinteañeros, adultos… El público era uno a la espera del colofón final. Noel Gallagher volvió al escenario al son de los primeros acordes de Wonderwall, un tema obligado e imprescindible, pese a los intentos de los Gallagher por desmitificarlo. Un himno del britpop que en esta versión cambia la energía de Liam por la emotividad de la voz de Noel.

Y después de AKA… What A Life, Gallagher preguntaba al público: “Sabéis cantar, ¿no?”. Slip inside the eye of your mind, don’t you know you might find, a better place to play. No había dudas. El cantante regalaba a sus seguidores Don’t Look Back in Anger, uno de esos temas que son historia viva del rock ‘n’ roll, y la sala se lo agradecía dejándose la garganta cuando él cedía el testigo en los estribillos. Un momento apoteósico, emocionante e inolvidable, que hizo partícipes a los allí presentes de la leyenda de Noel Gallagher.

Cuando las luces se encendieron, las imborrables sonrisas en las caras de los fans reflejaban la emoción y el privilegio de haber compartido noventa minutos con un genio incombustible que no entiende de generaciones. Una figura que pese al paso del tiempo, como decía una de sus primeras letras, “vivirá para siempre”.

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