«Papá Noel había muerto. La Navidad estaba perdida. Josh estaba jodido.» Palabras inquietantes para una época del año aún más inquietante. Porque, ¿acaso hay alguien que haya oído hablar de unas Navidades idílicas si no son las que salen en las películas de Hollywood? No; y la razón de ello es que no existen. Christopher Moore parte de esta premisa y la lleva al extremo en El ángel más tonto del mundo, una obra donde hace gala de ese humor ácido y absurdo suyo tan característico que le ha llevado a ser comparado con el mismísimo Terry Pratchett.
Ángeles, zombies, un policía fumeta, una psicótica paranoide que se cree una guerrera amazona, un casanova que tiene un murciélago de la fruta por mascota, un asesino en serie, todo un cóctel de personajes de lo más variopinto que coinciden en Pine Cove (California) durante la época navideña. Las situaciones más inverosímiles se desarrollan en este acogedor pueblecito costero que, en menos de 300 páginas, pasa de ser un remanso de paz y felicidad a convertirse en el escenario de un nuevo capítulo de The Walking Dead. Un relato navideño en el que no falta nada: ni siquiera Papá Noel. Que esté vivo o esté muerto, eso ya es harina de otro costal.
El 2011 está acabando y la Navidad se nos echa encima. Y qué mejor para celebrarlo que con este libro que, si bien quizá no destaca por difundir el famoso espíritu navideño del que tanto se habla, al menos conseguirá que el lector pase un buen rato leyéndolo. Aunque mucho cuidado con en qué manos cae porque, como bien advierte el autor en las primeras páginas, «si adquiere este libro en calidad de regalo para su abuelita o un crío, debería ser consciente de que contiene palabrotas y suculentas descripciones de canibalismo, así como actos sexuales entre cuarentones. No me echen la culpa. Se lo advertí.»