‘Muerte de un viajante’, un clásico imperecedero

El elenco completo de Muerte de un viajante.
Elenco de Muerte de un viajante, al completo.

Imanol Arias, uno de los actores más veteranos y aclamados de nuestro país, protagoniza la famosa obra de Arthur Miller en el Teatro Infanta Isabel

Hay clásicos que no envejecen. Obras maestras que perduran en el imaginario social sin importar el paso de los años, y que continúan produciendo fascinación entre el público generación tras generación. El caso que aquí nos ocupa es un ejemplo perfecto de esto.

Muerte de un viajante se estrenó en Nueva York en 1949, en el Circuito de Broadway. Es considerada la obra contemporánea más importante del teatro norteamericano del siglo XX. Su autor, Arthur Miller (quien estuvo casado con Marilyn Monroe), fue galardonado por esta obra con el Premio Pulitzer. No obstante, Miller ya era en aquel entonces un dramaturgo consagrado debido al éxito de Todos eran mis hijos, escrita en el 47, donde ya había comenzado a poner de manifiesto su crítica hacia el capitalismo americano de la época, en el cual el ser humano solo valía lo que era capaz de producir.

Así pues, esta conmovedora obra es representada a día de hoy en Madrid en el Teatro Infanta Isabel, hasta el 20 de marzo de 2022. Producida por José Velasco y Okapi Producciones, dirigida por Rubén Szuchmacher, y adaptada por Natalio Grueso. El diseño de escena y vestuario corre a cargo de Jorge Hugo Ferrari; diseño de iluminación, Felipe Ramos; y en diseño sonoro, se encuentra Bárbara Togander.

Cuenta con Imanol Arias en el papel de Willy Loman, el protagonista de la historia, y Jon Arias, hijo de Imanol en la vida real, interpretando a Biff Loman, hijo a su vez de Willy. Ambos actores contaban precisamente el pasado 19 de octubre en el programa El Hormiguero cómo está siendo su experiencia trabajando juntos por primera vez.

Sinopsis (spoiler)

Muerte de un viajante nos cuenta la historia de Willy Loman, un comerciante de tejidos que lleva 44 años trabajando para la misma empresa. La filosofía vital de Willy se condensa en un máximo precepto, un leitmotiv, que el protagonista no para de repetir a lo largo de toda la trama para sí mismo y para los demás, como si de un mantra se tratase: “Si le gustas a la gente, tendrás el éxito asegurado en esta vida”. Y a lo largo de la historia se refleja que, aunque es cierto que causar buena impresión a los demás es de gran ayuda, no todo se reduce a eso a la hora de asegurarse el éxito por siempre (y menos aún cuando la arrogancia entra en escena).

Imanol Arias como Willy Loman, el protagonista de la obra.
Imanol Arias como Willy Loman, el protagonista de la obra.

Por supuesto, Willy se tiene a sí mismo en el más alto de los pedestales en cuanto a popularidad se refiere, llegando incluso a despreciar abiertamente a personas como su vecino y (único) amigo Charley (interpretado por Jorge Basanta), a quien considera inferior en múltiples aspectos, pero que en realidad goza de mayor prosperidad económica que él.

El ego del protagonista es alimentado por Linda (interpretada por Cristina de Inza), su abnegada esposa, la cual ama profundamente a su marido y con el que comparte su visión sobre la vida y sobre sí mismo. El matrimonio tiene dos hijos, Biff y Happy (este último interpretado por Carlos Serrano-Clark). El primero es el hijo predilecto de Willy, principalmente porque es mucho más inteligente que su hermano, también más carismático, y en gran medida Willy se ve reflejado en él. Sin embargo, cree que Biff está desaprovechando su potencial al encontrase en Texas trabajando en una granja.

Biff es probablemente uno de los personajes más complejos de toda la historia. Durante gran parte de su vida había sido un estudiante ejemplar, además de una estrella del fútbol en el instituto, pero debido a que en el último curso suspendió matemáticas, no pudo acceder a la universidad. Esto, unido al descubrimiento de que su padre engañaba a su madre con otra mujer (cuyo nombre no se indica en ningún momento, pero que está interpretada por Virginia Flores), hizo que abandonase cualquier intento de volver a estudiar, y se sumió en una espiral caótica de insatisfacción vital y desenfreno, llegando incluso a robar y pasar por la cárcel. Del mismo modo, cambia constantemente de trabajo (pasa por más de cuarenta) hasta que por fin encuentra cierta felicidad como granjero. En sus propias palabras: “No hay nada más hermoso que un potrillo recién nacido”.

Un hombre consumido por una vida sin descanso

Desde el comienzo de la trama, Willy se encuentra exhausto. A sus 63 años, se muestra como un hombre abatido por la edad, por su trabajo, cansado de tener que estar viajando todo el tiempo a lo largo y ancho del país, sin tener apenas contacto con su familia, la cual reside en Nueva York.

Está obsesionado con la imagen de sí mismo que proyecta ante los demás: un profesional exitoso, admirado por todo el mundo que le conoce, y quiere que sus hijos lleguen muy lejos en la escala social. No obstante, su productividad está comenzando a decaer, sus ventas ya no son tan cuantiosas como antes, y por este motivo, termina por llegarle el momento que más teme: su jefe lo manda llamar a su despacho, y allí le comunica que va a ser oficialmente despedido.

La desolación se mezcla con furia en el alma de Willy. Tras más de cuatro décadas al servicio de la empresa, es arrojado a la calle por Howard (interpretado también por Jorge Basanta), un joven al que conoce desde la cuna: se trata del hijo de su antiguo jefe, y que lleva el nombre que Willy sugirió a sus padres cuando el muchacho nació, cosa que el protagonista le recuerda. La desesperación de Willy alcanza tal punto que termina por arrastrarse ante su jefe regateando por un sueldo cada vez más bajo, pero Howard no da su brazo a torcer.

Tras esto, Willy tarda en asimilar la situación en la que se encuentra. Al principio no quiere reconocer lo que le ha sucedido ni siquiera ante su mujer, aunque finalmente no le queda más remedio que hacerlo. Con todo esto, la incertidumbre que padece, unida a la ruina económica que está por llegarle, le lleva a idear un terrible plan que salvará a su familia de la pobreza.

Tiempo atrás

Se suceden un gran número de flashbacks a lo largo de toda la trama. En algunos de ellos se revela que Willy tuvo un hermano, ya fallecido, de nombre Ben (interpretado por Fran Calvo), quien sí consiguió enriquecerse y amasar una gran fortuna, el sueño de Willy. Asimismo, Charley, el vecino y fiel amigo de Willy, tiene un hijo, Bernard (interpretado también por Fran Calvo), al que también se le augura un gran éxito en la vida. No obstante, Willy, inmerso en su petulancia, habla con desdén sobre él y le dice a Biff en repetidas ocasiones que Bernard no tiene ni la mitad del potencial que él posee.

Pero lo que más preocupa al protagonista es pagar religiosamente las cuotas de su seguro de vida, para lo cual llega incluso a tragarse su orgullo y pedir dinero prestado a su vecino Charley, el cual además de prestarle el dinero, le ofrece trabajo también, pero eso ya es demasiado para Willy, que oculta a su amigo que ha sido despedido, pese a haberle hecho saber que necesita dinero. Y es que su seguro de vida le es fundamental para cumplir su fatal propósito.

El trágico final de Willy

Finalmente, la obra concluye con un amargo desenlace: Willy se suicida accidentándose deliberadamente con su coche en la carretera, para que así su familia pueda cobrar los 20.000 dólares de su seguro de vida, una cantidad que en aquella época suponía una auténtica fortuna. De esta manera, sus hijos tendrán dinero suficiente para emprender el camino que deseen, ya sea ir a la universidad, o montar su propia granja, en el caso de Biff. Que triunfen como él no ha triunfado.

Es importante indicar que el suicidio se produce cuando la familia ya había terminado de pagar todas sus deudas, por eso Linda está aún más triste, ya que no termina de comprender la decisión de su marido; aunque ya llevaba tiempo sospechando lo que este se proponía hacer. Asimismo, se encuentra desolada al ver que al funeral de Willy solo había acudido su familia y su amigo Charley. Todos los amigos y conocidos que Willy había hecho a lo largo de su vida, la mayor parte de ellos a través de su trabajo, por lo visto se habían olvidado de él.

Trasfondo político y social

Queda claro que esta catártica tragedia supone una crítica al sueño americano y al sistema capitalista de la época. No obstante, cabe señalar que por aquel entonces, el capitalismo que reinaba en Estados Unidos era absolutamente salvaje, el liberalismo económico llevado al extremo, y que básicamente se podía resumir en la premisa: “sálvese quien pueda”. Aquel que consiguiera hacer dinero, bien por él, y el que no, una lástima, porque no habría recursos legales, como muchos de los que tenemos hoy en día en países como España, que lo amparasen debidamente.

El contexto histórico en el que se sitúa la obra es el año 1927, fecha que se menciona en un determinado momento; es decir, antes del crac del 29 y la Gran Depresión. Y aunque el capitalismo verdaderamente atroz había sido durante el siglo XIX y comienzos del XX, época en la que los trabajadores no tenían ningún derecho regulado (jornadas de 14 horas de trabajo, explotación infantil, y un largo etcétera), aún quedaba mucho por hacer.

Sueños compartidos

Desde siempre es sabido que para muchas personas, triunfar económicamente es sinónimo de triunfar en la vida. Lograr una buena posición en la escala social representa para muchos la máxima autorrealización a la que aspirar. Este pensamiento ha sido (y sigue siendo) compartido por infinidad de personas en todo el mundo a lo largo de la historia, y muchas veces este deseo no es logrado.

Asimismo, innumerables espectadores podrán haberse sentido identificados con Willy Loman: Verse a sí mismos exprimidos hasta los tuétanos por su trabajo, y en un momento dado en el que quizá no resulten tan productivos como antes, ser arrojados a la calle sin piedad, como un despojo humano que ya no tiene ninguna utilidad, quizá sin haber recibido siquiera un reconocimiento ejemplar por todos los años y sacrificios prestados a la empresa o entidad en la que se han dejado la piel.

Probablemente, estos sean algunos de los motivos principales por los que, tal y como señalábamos en el título del presente artículo, Muerte de un viajante continúa siendo un clásico imperecedero, una obra maestra de la dramaturgia que ha demostrado aguantar el paso del tiempo a la perfección, y que todo el mundo debería ver.

Horarios y precios

La obra se puede ver los jueves, viernes y sábados a las 19:00, y los domingos a las 18:00. Su duración es de 110 minutos, y el precio de las entradas online es el mismo que las que se pueden comprar en taquilla, es decir, a partir de 20 euros. ¡No se la pierdan!

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