María Teresa León y la memoria que perdimos

Foto de la escritora María Teresa León

Vivir no es tan importante como recordar. Así reza el epitafio de María Teresa León, la escritora burgalesa que perteneció a la Generación del 27 y quien dedicó sus letras a la memoria de España. Cuentos, novelas, guiones de teatro y autobiografías fueron los medios en los que plasmó la historia de la guerra civil, la lucha feminista y la creación artística. Dos paradojas marcaron su vida: la defensa de su país la llevó a vivir 38 años en exilio y su obsesión por la memoria desembocó en un Alzheimer que le arrebató sus recuerdos.

Nació en Logroño en 1903 y su primer acercamiento a las letras y la filosofía fue de la mano de sus tíos: Ramón Menéndez Pidal, creador de la escuela filológica española, y María Goyri, una de las primeras doctoras en filosofía y letras. Siguiendo los pasos de Goyri, María Teresa León se tituló como licenciada en el mismo campo. Sus primeras publicaciones fueron en el Diario de Burgos, donde escribió con el pseudónimo de Isabel Inghirami sobre la defensa de la mujer y la cultura.

Tras la publicación de su primer libro, Cuentos para soñar, en 1929, León comenzó una labor de agitación literaria, cultural y política. “A veces es más peligroso el silencio que los disparos de tu enemigo”, dijo convencida de que la historia, además de contarla, hay que construirla.

En 1933, fundó la revista Octubre junto a su esposo, el poeta Rafael Alberti. Allí publicó su obra Huelga en el puerto, un guion teatral sobre la reclamación de los obreros por sus derechos, en el que se enfrentan las clases trabajadoras con los patronos, ministros y un personaje invisible que llamó “la voz del capitalismo”. Un año después, León y Alberti viajaron a Estados Unidos a conseguir fondos para los obreros damnificados de la Revolución de Asturias.

El mono azul fue otra gaceta que fundó en 1936 y en la que escribieron varios literatos de la época agrupados en el movimiento Alianza de Escritores Antifascistas. Fue en ese mismo año, después del Golpe de Estado de la Guerra Civil, cuando María Teresa León lideró la protección del patrimonio cultural de España. Fue ella quien comandó el traslado hasta Valencia de dos mil obras pictóricas pertenecientes al Museo del Prado, El Escorial, el Museo de Arte Moderno, el Palacio Nacional, Toledo y otras ciudades. Aunque este episodio es uno de los más importantes en la historia del arte, poco se ha contado que su artífice fue una mujer.

Su incidencia en la historia y la cultura española la insertó en la Generación del 27 y Las Sinsombrero, un grupo de artistas españolas que vivieron la Segunda República y que transgredieron las normas de la época para aportar a la cultura. Su nombre es un homenaje a Federico García Lorca, Maruja Mallo, Margarita Manso y Salvador Dalí cuando en 1920 se quitaron el sombrero en la Puerta del Sol como un gesto que rompía la norma.

Antes de exiliarse en Francia, Argentina e Italia a causa de la derrota republicana, la escritora trabajó en la creación del Romancero de la Guerra Civil dedicado a García Lorca. En este compendio escribieron de forma anónima poetas republicanos y simpatizantes del bando nacional, cuyas creaciones se difundieron en periódicos, panfletos y altavoces de los frentes de guerra.

Una de sus obras más importantes es Memoria de la melancolía, un relato autobiográfico que recorre sus pasos durante la República, la Guerra y el exilio; un retrato fundamental de la España del siglo XX que ella misma vivió, protagonizó y construyó de la mano de otros artistas. María Teresa León publicó el libro en 1970, un año antes de enfermar de Alzheimer.

Regresó a España en 1977 con imposibilidad para recordar aquella nación a la que dedicó su vida, pero que inmortalizó en sus libros y en los actos que marcaron la historia. Varios de los triunfos de María Teresa León se han atribuido únicamente a Alberti, a pesar de que trabajaron en dupla; por eso alguna vez dijo que al lado de su esposo ella era “la cola del cometa”. Si hay algo que le debemos a María Teresa León, a Las Sinsombrero y a tantas mujeres en la historia, es recordar su legado y honrar la luz que encendieron, tal como lo hace la cola de un cometa. Falleció el 13 de diciembre de 1988. Al final, como reza la tumba de León, la muerte solo llega con el olvido.

Irene Littfack

Música y periodista cultural. Colombiana viviendo en Madrid. Apasionada por la escritura y las creaciones latinoamericanas.

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