Las cigarras y su ambición arquitectónica

Arquitectura Milagrosa

En tiempos de crisis hay que apretarse el cinturón. Muy bien, pero ¿qué hay que hacer en los tiempos de bonanza económica? La sabiduría popular, a través del cuento de La cigarra y la hormiga, nos dice que hay que aprovechar el próspero verano para ahorrar de cara al crudo invierno. Las pequeñas hormiguitas que conforman la clase trabajadora siempre han intentado seguir esta idea y, dentro de sus posibilidades, acumular ciertos ahorrillos, ya sea en el banco, en un plan de pensiones, en la hucha o debajo del colchón. Pero ¿qué ocurre cuando una sociedad de hormigas está gobernada por una clase política de cigarras? Llàtzer Moix nos lo cuenta en su último libro: Arquitectura Milagrosa (Anagrama).

En la actualidad, la corrupción política y el despilfarro de fondos públicos se han convertido en el pan nuestro de cada día. La radio, la televisión y la prensa escrita nos descubren a diario nuevos casos de esta índole. Pero, ¿y todo lo que no llega a salir a la luz? Para contribuir a mejorar el conocimiento de este mundillo de sombras, el periodista cultural Llàtzer Moix publicó en el año 2010 Arquitectura Milagrosa: Hazañas de los arquitectos estrella en la España del Guggenheim; un extenso reportaje de investigación periodística en el que el de Sabadell analiza el fenómeno del despilfarro arquitectónico, utilizando como ejemplo casos concretos que se han dado en algunas ciudades españolas.

Torre AgbarDesde el Guggenheim en Bilbao a la Ciudad de las Artes y las Ciencias en Valencia, pasando por otros hitos arquitectónicos en ciudades como Barcelona, Santiago o Madrid, Moix documenta la construcción de estas grandes obras, desde la fase misma de su proyección, descubriendo las tramas que esconden, normalmente motivadas por razones de notoriedad de ciertas figuras políticas y/o de amiguismos y favoritismos. Unas edificaciones que la mayoría de las veces eran completamente innecesarias, cuyos procesos de construcción no fueron todo lo transparentes y legítimos que deberían haber sido y en las que el político de turno se gastó cantidades millonarias, buscando la fama de los arquitectos estrella, que supusieron un importante endeudamiento el cual todavía hoy se está saldando con dinero público.

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