Refugiados. Es una palabra que últimamente se oye demasiado. Normalmente viene acompañada de cifras, pero nunca de explicaciones. Por eso nació Sin agua y sin pan, un álbum ilustrado infantil que busca hacer reflexionar a los lectores sobre este drama humanitario. El sábado 17 de diciembre NubeOcho, la editorial encargada de sacar este libro, presentó el álbum en la librería El Traficante de sueños (Madrid). Desgraciadamente, su autor, Luis Amavisca, no pudo asistir al evento, pero sí lo hizo Guridi, el ilustrador que dio vida esas pocas, pero acertadas palabras de Amavisca. Sin agua y sin pan es un libro con “una sencillez incómoda”, explicó Raúl Zanabria, editor de NubeOcho. Se vale de trazos sencillos y espacios vacíos para representar una realidad. “Estamos dando unos pasos regresivos en la apertura de mentes”, afirmó Zanabria, un pensamiento que queda reflejado en esa alambrada que separa a la gente en el álbum. Una alambrada que no deja de ser una metáfora de lo que sucede en las fronteras.
Guridi, profesor e ilustrador del álbum, confesó que, para él, Sin agua y sin pan era “una necesidad”. No quería quedarse de brazos cruzados ante la injusticia así que hizo lo que mejor sabe hacer: dibujar. El libro apenas tiene 40 páginas, pero no necesita más para denunciar la situación que están viviendo miles de personas. Por la venta de cada álbum, 3,30€ van a parar a Amnistía Internacional. Gracias a aportaciones como esta, la organización manda investigadores propios para denunciar las violaciones de derechos humanos, ya que estos les proporcionan un conocimiento de primera mano de lo que ocurre. Cecilia Denis, presidenta de Amnistía Internacional Madrid, declaró durante la presentación que el enfoque del libro les gustó porque se imaginaron “a los padres leyendo a los niños” y dándoles explicaciones para rellenar todos esos espacios en blanco que tiene la obra. Espacios que transmiten intranquilidad a los niños. Guridi relató una bonita anécdota en la que sus alumnos le preguntaron, cuando vieron el libro, si no faltaba alguna cosa, a lo que él le respondió: “Sí, falta que nosotros hagamos algo”.