Tras reventar, sigilosamente, en su primera película, hay muy pocas cosas que le queden por demostrar a Carmina Barrios, madre de Paco León y protagonista de Carmina y amén. Y es que los miembros de esta familia de artistas, tanto en la realidad como tras las cámaras, pueden conseguir lo que se propongan.
Con un argumento que hipnotiza y sobresalta a partes iguales y un elenco cargado de naturalidad, Paco León se adentra en las entrañas del espectador para remover bajo sus instintos y hacerle dudar entre lo políticamente correcto y la moralidad misma. Tomando como punto de partida la más pura y castiza situación social, el polifacético director vuelve a despuntar logrando dar a luz a una obra maestra más atractiva que su antecesora, Carmina o revienta, y con un meticuloso guión que, aunque mantiene los rasgos de espontaneidad, mejora en ritmo y calidad a cada minuto.
Llegó a las salas de luto (su preestreno giró en torno a la idea de un entierro multitudinario), el funeral más esperado del año. Galardonada con dos premios en el Festival de Málaga, la película y su director, no miden en euros el éxito, pues pudimos disfrutar de su emisión gratuita en los principales cines españoles un día antes de su llegada a la cartelera. Es toda una revolución en las redes sociales con su «creoenCarmina» y la Barrios, con su peculiar manera de actuar y su tajante vocabulario, ha llegado a constatarse como una buenísima opción religiosa. Carmina y amén es un film que nace de las ganas y el esfuerzo, que convence a escépticos y tambalea a exigentes, que grita verdades disfrazándolas con bruto sarcasmo y trepidante buen humor. El reflejo de alguna de las partes que todos llevamos dentro y amén.