La propuesta impresionista de Philippe Genty en “Ne M’Oublie Pas»

Ne M'Oublie Pas, de la Compañía Phillipe Genty
Ne M'Oublie Pas, de la Compañía Phillipe Genty
Ne M'Oublie Pas, de la Compañía Phillipe Genty
Ne M’Oublie Pas, de la Compañía Phillipe Genty

Del 12 al 22 de febrero, Philippe Genty mostró en la Sala Roja de los Teatros de Canal, en Madrid, su “Ne M’Oublie Pas», un espectáculo definido como odisea visual por sus organizadores. Los madrileños presenciaron, todavía, algo más: la recreación del montaje que fue estrenado por primera vez en París, en 1992, mantiene la exploración del lenguaje visual que es la característica más llamativa de la compañía de Genty, y propone que la puesta en escena sea el “inconsciente”. El espectáculo ha sido recreado con nueve actores de la escuela de teatro gestual de Verdal en Noruega y seguirá de gira por Europa.

Para absorber la propuesta de Genty, sus espectadores deben desnudarse de prejuicios y embarcar en un juego, en el cual personas y marionetas se mezclan en una combinación de ilusionismo, danza y teatro. No es un espectáculo para niños. O podría serlo. Encadenar las diversas historias creadas por el célebre coreógrafo, que ha quedado en el recuerdo por su multidisciplinariedad, es una tarea a veces ardua para los mayores. Se escuchan un máximo de tres frases en toda la representación e intentar explicar lo que quiere expresar – como los adultos suelen hacer cuando salen de una función – es una labor compleja y quizás no tan necesaria.

Escena de Ne M'Oublie PasLa función empieza de forma sugerente con una mona vestida de mujer que, como si observara a la gente en jaulas, asiste a la danza de cuatro personas y cuatro marionetas en tamaños humanos conducidas por ellas. No hay una historia convencional a seguir, sino un conjunto de actos, con momentos de comedia, de asombro y de sueño. Las situaciones escenificadas por los nueve actores incluyen un funeral, un baile, un enamoramiento… pero están construidas de forma fluida, como si uno se acordara de sueños en una mañana cualquiera.

Los tonos blancos y azules de las telas que enredan a los actores y los traen de vuelta contribuyen a la atmósfera de sueño, pero hay más. La música, una minimalista banda sonora creada por René Aubry en la que sobresale la mandolina que suena a cuentos de hadas, conduce a los bailarines – y las marionetas – de manera que a veces uno se queda sin saber si está delante de una persona o de un muñeco. Lo que nos trae a la realidad es la inmensa capacidad de expresión de la compañía, que alcanza su cumbre en el personaje de la mona.

Ne M’Oublie Pas nos muestra, así, porque Genty es un maestro del teatro gestual europeo. Su aspiración de hacer que el inconsciente sea recreado en la escena es arriesgada, sin embargo, su osadía estética supera las expectativas. El espectáculo, que en algunos momentos raya en la delicadeza de los mimos, va más allá del teatro gestual y prescinde de traducciones. Es una experiencia impresionista singular.

Tatiana de Souza Lima

Una periodista brasileña en Madrid. Amante de las películas y de los cafés.

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