‘La librería’ de Isabel Coixet: un bonito envoltorio

'La librería'
'La librería'
Honor Kneafsey y Emily Mortimer, en ‘La librería’. // A Contracorriente Films

Una mujer que, en una pequeña aldea inglesa, en 1959, decide abrir la primera librería que haya habido en esa zona. Un espacio literario en un lugar donde nadie lee. Un acto romántico y rebelde al mismo tiempo. El riesgo que supone la apertura de un negocio para una mujer –viuda para más inri– de la época. Toda una aventura. Todavía mayor si tenemos en cuenta que se trata de mediados de siglo pasado. Y en Inglaterra, un pueblo con encanto donde vive gente sin él. Un reto más grande aún si tenemos en cuenta que la mitad de sus vecinos están interesados en boicotear su sueño, hasta sus propios abogado y contable.

Dos años después de Nadie quiere la noche, y tras haberse dedicado un tiempo a sus raíces, los documentales y los cortos, el viernes 10 de noviembre Isabel Coixet estrena The bookshop (La librería), basada en la novela homónima escrita por Penelope Fitzgerald. Un film avalado por el premio a la mejor adaptación literaria de la Feria del Libro de Francfort, aunque, por desgracia, promocionado por motivos ajenos al cine, las declaraciones políticas de su directora sobre la situación de Cataluña.

En La librería, Coixet demuestra una vez más cuál es su gran habilidad detrás de las cámaras, el dotar a la historia de una atmósfera absorbente, que te envuelve, y el abordaje del universo femenino, porque toda su filmografía gira en torno a la mujer. Ese ambiente incluye el carácter frío del pueblo inglés, pero también su sentido del humor, ridículo en ocasiones, muy logrado, con el que no puedo evitar reírme. Saca todo el jugo posible a un pueblo marítimo corriente, que podría ser cualquiera, en parte gracias a una imagen muy cuidada, de bella factura, y un sonido –que incluye la música de Alfonso de Vilallonga– que acompaña al relato a la perfección. El argumento no es tan bueno como su envoltorio, que es, sin duda, lo mejor.

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La estética de ‘La librería’, el punto fuerte de la película. // A Contracorriente Films

Entre libros y sueños

El personaje de Emily Mortimer, Florence, la protagonista, encarna la dulzura, el coraje y la convicción de que el éxito llega si uno da todo lo que tiene. Hay que seguir adelante. Florence tenía un sueño que nadie se lo podía arrebatar, su librería. El amor por los libros se trasmite entre generaciones. Honor Kneafsey, que interpreta a una niña sin apenas interés por la lectura, se ofrece para trabajar en la librería, en principio, por dinero. A partir de ahí, la evolución del personaje es un regalo, al igual que el trabajo de esta joven actriz. La elegancia de Bill Nighy, de otra edad, pero de igual prodigio, tan amante de las letras como Florence, es el tercer pilar sobre el que se sustenta este drama de época en el que también actúa, como antagonista, la nominada al Óscar Patricia Clarkson.

El propósito de The bookshop es probar que el libro debería ser considerado un artículo de primera necesidad. De la misma forma que soñar, tal y como hace la protagonista con su librería, debería serlo también. Leer nos hace mejores, nos hace entender mejor el mundo en el que vivimos. Solo los que tienen el sano hábito de leer saben lo que muchos se pierden por no hacerlo. Un libro, o al menos algunos, es un gran amigo. Y, por otro lado, soñar también debería ser obligatorio –podría ser una de esas asignaturas que nos imponen de pequeños en el colegio–, al igual que luchar por nuestros sueños. A veces, vivimos demasiado tiempo sumergidos en el océano de esta sociedad capitalista, donde solo importa el dinero, y nos olvidamos de asomar la cabeza a la superficie para respirar –necesario para vivir– y reflexionar sobre lo que realmente importa, nuestra felicidad.

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