El Teatro Español se viste de luto para representar otra nueva versión de una de las obras más conocidas del poeta y dramaturgo Federico García Lorca: La casa de Bernarda Alba. La escenificación se podrá ver hastael próximo 30 de marzo. La historia narra la vida de Bernarda Alba, una mujer que, tras haber enviudado por segunda vez, obliga a sus hijas a vivir el luto de su difunto padre. Las cinco mujeres, a pesar de la pena de ver a su padre muerto, tienen deseos carnales pero se tornarán víctimas de la dura rigidez de su madre.
Esta nueva adaptación del clásico español está dirigido por Irina Kouberskaya y Hugo Pérz de la Pica que hacen una versión que, aunque no rompa la esencia de lo que quería transmitir Lorca, destroza la estética de la obra original por su pobre escenificación y el juego de iluminación.
Las actrices son perfectas para sus respectivos papeles, destaca Carmen R. de la Pica pues transmite la dureza de Bernarda durante las dos horas y media de la representación teatral. Las palabras del director de la adaptación sobre el reparto son claras: «Sin este reparto hubiera sido imposible esta función, cada una de nuestras actrices enciende su llama y expone su temperamento consciente en favor de la poesía última. Cada vez que se representa la casa de Bernarda Alba ocurre el mismo milagro, la obra se sujeta en sí misma, el texto fluye, funciona, se sujeta en el aire y nos tiene en vilo como si no conociéramos la obra».
Una adaptación que, a pesar del difícil uso del lenguaje de Lorca, las actrices bordan a la perfección. El drama es abundante durante la función, pero algunos toques cómicos en alguna de las escenas son fundamentales para mantener al espectador en vilo y despejar la mente durante algunos segundos.
Se ve que la obra ha buscado la ruptura del naturalismo en favor de lo simbólico. Una manera distinta de entender a Lorca es lo que han buscado estos directores contemporáneos y, desde luego, lo han encontrado. El público será el que verdaderamente juzgue esta nueva versión de esta obra mítica. Merece la pena verse, aunque sea para rememorar a uno de los grandes del teatro español del siglo XX.