Verano de 2018, el pueblecito aragonés de Cuevas de Cañart, los acordes de una guitarra española y la voz rota de un joven llamado Álvaro Lafuente: “Hace tiempo que olvidé el sabor a agua salada. He vendido ya mi alma al diablo por la plata”. Son los primeros versos de Guantanamera, una canción que, sin esperarlo, lo dio a conocer y que, junto a su guitarra, sigue siendo su seña de identidad. Una fusión tan pura entre instrumento y artista con la que pasó a nombrarse Guitarricadelafuente.
Ahora, cuatro años después de ese exitoso single, estrena La Cantera, su álbum debut de 14 canciones. Así es, su primer álbum. Y es que, aunque durante todo este tiempo haya publicado distintos sencillos muy sonados, como El Conticinio, Abc, Ya mi mamá me decía o Nana triste, junto a Natalia Lacunza, el cantautor de 24 años no contaba con un disco. Ahora, ya lo tiene. Es propio, es personal, es sentido y, aunque cuatro años separen a Guantanamera de La Cantera, Guitarrica sigue apostando por sus raíces, su tierra y el folclore.
Definir el estilo del artista es complicado, ya que no cuenta con uno concreto y se nutre de todos aquellos músicos que a lo largo de los años ha escuchado. No es necesario encasillarlo en un género. Más aún cuando La Cantera cuenta con canciones escritas y compuestas desde antes de Guantanamera hasta el momento. Sin embargo, el álbum es juventud y raíz, porque La Cantera son los chavales que bajan por la cuesta y que así llaman los mayores del pueblo del artista. La Cantera es escuchar el alma antigua y vieja, el espíritu sensible y dulce de Guitarricadelafuente que, además de voz desgarrada y guitarra en mano, esta vez acompaña con vientos, teclados y algún que otro sonido sintetizado.
Espíritu añejo y letras para el alma
Si hace cuatro años, el joven artista cantaba que había olvidado ese gusto salado del agua mediterránea, con este álbum debut, la sensación a mar, atardecer de verano, suave ajetreo de olas y sabroso calor de agosto en horas bajas se perciben de inicio a fin. Mil y una noches abre el disco y A Carta cabal lo cierra, una canción que consigue distinguirse del resto a través del sonido instrumental de vientos sintetizados y que estrena videoclip el mismo día que el álbum sale a la luz. Un vídeo con tal hechizo, que tiene mucho más de película, que de vídeo musical. Un deleite sonoro y visual.
La canción Caballito se asemeja a la rumba a través de unos toques de guitarra más marcados, El Mochuelo es breve y con los versos del cura Don José a través de la voz de una mujer. Flor de caramelo y Vidalita del mar, esta última estrenada tres meses antes, son el más puro Guitarrrica, ese al que tan solo le bastan algunos acordes de cuerda y voz desgarrada para cantar desde y para el alma. Más aún cuando ambas canciones se escuchan a través de unos cascos.
Con tan detalle, cuidado y cariño está compuesta y pensada La Cantera, que la transición entre La Algarabía a Quien encendió la luz es, literalmente, música para los oídos. Además, la primera cuenta con el inesperado acompañamiento de las tres voces gallegas Tanxugueiras. Amanita, Redondico (como los albaricoques) o La Filipina son algunas de las canciones que acaban de dar forma al álbum. Cuarenta minutos de letras dedicadas a los orígenes y que, llegados al final, dejan con apetito de más: «Que es lo que he tomado. Añejo y bacano», canta en Antes de que quieras olvidar. Sin embargo, de entre las 14 letras, la sentida versión del clásico A mi manera, que estrenó a finales de abril, no es una de ellas.
Tal vez, el único fallo de La Cantera sea no contar con este single. O tal vez, no adelantarse a Claude François y Jacques Revaux cuando en 1967 la compusieron. Una letra que, verdaderamente, también podría ser obra de Guitarricadelafuente, ya que a lo largo de estos cuatro años ha demostrado poder cantar a voz rota que, si ha llegado donde está ahora, es por hacerlo a su manera.