Javier Expósito se emociona durante la presentación de su debut literario con la obra Más alto que el aire cuando, frente al publico que llena la sala Ramon Gómez de la Serna en la quinta planta del Circulo de Bellas Artes, agradece a su familia y a sus amigos.
Mira hacia la platea. Una edición del libro entre las manos. Y confiesa que sí, es un sueño que se cumple. Probablemente aquel sueño guardado desde que, siendo niñito, empezó a pulsar el teclado de la máquina de escribir, como ha contado él mismo.
Y, efectivamente, su genuina emoción, aquella ingenuidad que se le lee en los ojos al momento de hablar, son el perfecto resumen de la obra misma. Más alto que el aire es, antes que nada, un breviario para el alma, como reza el subtítulo. Un viaje místico en las experiencias humanas cotidianas que surge, sin filtros, directamente del corazón del autor.
Afirma Expósito que es el texto mismo el que ha llegado al autor a través de todas aquellas pequeñas epifanías que nos ocurren diariamente y que a menudo ni siquiera notamos. Un trabajo hecho por sabiduría y compasión, como lo ha definido Pablo d’Ors presentando el libro junto con Manuel de Prada.
Y sabiduría es efectivamente la palabra clave para entender Más alto que el aire, porque, mediante los breves cuentos que constituyen las tres diferentes secciones del libro (Luz, Vida, Amor), Expósito revela un largo ejercicio de meditación sobre los hechos de la vida.
El texto, de hecho, arranca con una cita esclarecedora de Walt Whitman: «Un escritor no puede hacer nada más necesario, más satisfactorio para los hombres que revelarles las infinitas posibilidades de sus almas». Sin embargo, lo difícil es que, primero, el alma se te revele a ti mismo. Precisamente esto trata de hacer Expósito.