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Getting Killed: el caos como forma de entender la música

El cuarteto de Brooklyn Geese sorprende con un álbum lleno de caos musical y profundidad emocional a partes iguales

El desquicie como arma secreta. La locura como elemento primordial para darle forma a una canción. La revolución como hábitat natural. Geese deja claras sus intenciones y su modus operandi desde el primer tema de su tercer álbum. Trinidad se lee como un esquizofrénico y paranoico relato sobre un hombre que cree tener una bomba en su coche. No hay dirección clara, no hay nadie al volante y entre estruendos de instrumentos de viento y gritos de pánico en el estribillo, el cuarteto de Brooklyn nos confirma que son la banda de una generación.

La música de los veinteañeros Geese, durante estos cuatro últimos años, siempre ha sido una amalgama caótica de rock independiente, postpunk y country, pero siempre les ha faltado algo: profundidad emocional. Refugiados en una virtuosidad musical que asusta y en la esperpéntica y llamativa voz del vocalista Cameron Winter, al grupo de Nueva York les ha costado tres álbumes sacar su lado más humano en las canciones. Con Getting Killed por fin lo han conseguido y el resultado no puede ser mejor.

Esto puede deberse a que Winter parece haberse encontrado tras lanzar su debut en solitario, Heavy Metal en el que se le veía mucho más reflexivo e introspectivo. Esta nueva virtud encontrada del cantante sale a relucir en este nuevo LP muy temprano con canciones como Cobra o Husbands, dos temas románticos más cercanos al country-pop y a la música de bandas como Big Thief, que al rock sucio y desordenado que les caracteriza.

Taxes es un lamento de los errores cometidos en una relación pasada, y también la obra más pegadiza que el cuarteto haya producido jamás. Es la definición de single por antonomasia. En Au Pays de Cocaine se explora una vez más la idea del desamor, pero esta vez en un tono más amargo y, triste en forma y en fondo, que la anterior mencionada Taxes. Jamás se había visto a Geese bajar tanto el tono de su música, en un intento de ejercicio de autoconvencimiento de que todo va a estar bien.

Caos como forma de entender la música

Pero Geese no es la típica banda que se acomoda en lo que ya les ha funcionado. Utilizan este nuevo hallazgo en su música para producir su mejor trabajo hasta la fecha y uno de los discos más raros y extraños en la historia del rock reciente. Tensan y destensan las canciones como les viene en gana. Getting Killed es un LP de pocas ideas, pero es que estas no pueden ser mejores. Con una producción centrada más en los bajos y en la percusión, Geese se deja poseer por unos ritmos cíclicos y repetitivos hasta que, finalmente, estos les ordenan que acaben la canción. Y, la mayoría de veces, esto sucede de forma abrupta. 

En 100 Horses, mientras que Winter relata en tono irónico las absurdas órdenes de un general de guerra a sus soldados –“for all people must die scared or else just die nervous”(todas las personas deben morir asustadas o, de lo contrario, simplemente morir nerviosas)-, la banda aprovecha el estado de gracia y el descarado carisma de su cantante, para desatar el caos. Es un groove que podría sonar perfectamente en los pelotones de combate de una Tercera Guerra Mundial. 

A Geese le funciona todo. En Getting Killed, la canción que le da nombre al álbum, parece que todos los miembros peleen por ver quién suena más alto, es pesadillesca, ruidosa y absolutamente genial y divertida. Bow Down es un corte dominado por un espíritu punk, que recuerda al mejor David Byrne en el apartado lírico con su simbolismo religioso y sus tonos vocales. El cierre del álbum, Long Island City Here I Come es una fuerza imparable de rock progresivo donde no parece importar si la performance de la banda es sucia, y quizás mejorable, porque el momentum que la canción construye es todo lo necesario para acabar el disco de la mejor manera posible. 

Getting Killed es un álbum que, en sus momentos más álgidos, se nutre de la linealidad de las canciones más desquiciadas que han salido esta década, pero que también consigue encontrar recovecos de calma y de una belleza genuina. Esta mezcla convive en el LP de un grupo que ya se ha coronado por méritos propios como una banda que definirá a una generación.

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