Cultura Joven ha tenido la oportunidad de conversar con el guionista español sobre su profesión y la nueva película Matusalén, de la que es coguionista
En el vasto lienzo del cine, el guionista se erige como el arquitecto de sueños, un alquimista de palabras que transforma la esencia de la vida en historias palpables. En su mesa de trabajo, las ideas flotan como susurros en el viento, esperando ser capturadas y convertidas en los cimientos de mundos aún no concebidos. Es un tejedor de realidades, entrelazando hilos de ficción y verdad con la precisión de un artesano. Cada línea de diálogo, cada descripción de una escena, es un hilo que forma parte de un tapiz más grande.
Así es el trabajo de Fernando Hernández Barral (Madrid, 1979), un talentoso guionista español cuya carrera ha estado marcada por su habilidad para convertir hechos reales en historias cautivadoras. Desde una temprana edad, Hernández Barral mostró una pasión innata por la narrativa cinematográfica, comenzando a escribir cortometrajes a los 7 años con la máquina de escribir Olivetti de su padre.
En 2010, Fernando alcanzó un hito significativo en su carrera al ganar el Premio de Plata en el Festival de Cine de San Diego con la comedia 10 pelis, una película que no solo escribió sino también produjo. Este logro le abrió puertas para trabajar con algunas de las principales productoras españolas, como Morena Films, Tornasol, Vaca Films y Nadie es Perfecto.
Su día a día parece sacado del guion de una screwball comedy: de las aulas de la universidad a su estudio, del estudio a un rodaje, del rodaje a una televisión o productora y… vuelta a empezar. Ha dedicado toda su vida profesional al cine, desde los ámbitos más diferentes: la crítica, la comercialización, la academia y la producción.
Su último guion rodado es Matusalén (2023), una comedia sobre un rapero de edad madura que, por azares de la vida, debe regresar a la universidad, dirigida por David Galán y protagonizada por Antonio Resines y Julián López, bajo la producción de Enrique Cerezo. Esta comedia tuvo su estreno mundial en el Festival Internacional de Cine de Monterrey, recibiendo elogios por su ingenio y originalidad. Hernández Barral es uno de los coguionistas de esta película. Y desde la Universidad de Villanueva, donde imparte clases, Cultura Joven ha tenido la oportunidad de hablar con él sobre su profesión y la nueva cinta.
PREGUNTA.-: ¿De dónde surge la idea de escribir Matusalén? ¿Fue un encargo?
RESPUESTA-: Tenía la idea de un personaje que, siendo un hombre mayor, debía volver a la universidad. Era una película que quería hacer con Arturo Fernández y con Enrique Cerezo. Cuando Arturo falleció, desechamos el proyecto en un principio. Pero lo volvimos a intentar, partiendo de cero con una idea original, que es la que ha llegado al cine: un rapero adulto que todavía es un Peter Pan al que su padre le obliga a ir a la universidad. Y, de alguna manera, los compañeros de clase le llaman Matusalén. Nadie se fía de él y, sin embargo, Matusalén acaba cambiando a todos.
P.-: Hay una cierta tradición en el cine español de hacer comedias con apariencia insustancial pero que, sin embargo, son mucho más interesantes de lo que presenta la sinopsis… Y el público lo advierte porque acaban teniendo más éxito.
R.-: ¡Claro! Es que tienen mucha más humanidad. Es lo que llamaríamos “comedia de costumbres”. Ahí encontramos a Alfonso Paso, a directores como Pedro Lazaga o José María Forqué… ¿Qué nos representa más: ¿Atraco a las tres o El espíritu de la colmena? Creo que Atraco a las tres. Y, sin duda, hay que mencionar otros “clásicos”, como pueden ser Los tramposos o las películas de Paco Martínez Soria. La comedia tiene ese valor. El humor, muchas veces, habla de una época; su tramoya, por así decirlo, “artística” –pienso en El perro del hortelano, en las comedias de los clásicos del Siglo de Oro–, resiste mejor el paso del tiempo.
P.-: ¿Ha seguido de cerca el rodaje de Matusalén?
R.-: Sí, aunque no es lo habitual. Los guionistas normalmente trabajan por encargo, pero yo aparecía por el rodaje porque me invitaban. La película se rodó en siete semanas, en exteriores de la Comunidad de Madrid. He estado en unas diez jornadas de rodaje. Las localizaciones son muy singulares por todo lo que cuenta la película: por ejemplo, la Facultad de Medicina de la Complutense (ya que no nos dejaron rodar en la de Periodismo).
P.-: ¿Cómo lleva, en su experiencia como guionista, el paso del guion a la pantalla? ¿Se imagina cómo son sus películas? ¿Se deja sorprender por la iniciativa del director?
R.-: Me pasa una cosa muy curiosa y que no sé si les pasa a otros guionistas. Soy un poco guionista-productor. Mientras hago los guiones veo la película acabada: muchos de los proyectos no los consigo mover para que sean rodados, sin embargo, cuando los escribo veo ya a los actores, el póster…En el caso de Matusalén, por ejemplo, el póster se parece un poco al ambiente de la película. No todos los guionistas trabajan como yo y cada uno tiene su particularidad. Woody Allen dice siempre que el guion es la parte donde él disfruta de la película y luego llega al final del viaje que es el rodaje y todo lo demás, cuando viene lo malo [ríe]. El guion es solo una idea. Hace poco ha habido una polémica con un actor español que ha dicho que los guiones en general hay que destruirlos antes de rodarlos y, con matices, y estoy de acuerdo con él. O sea, me parece que el guion es un pie. En eso se distingue de otras formas literarias –como puede ser el teatro– que nacen fijadas. En el rodaje suelen aparecer imponderables que obligan a adaptar el texto: la enfermedad de un actor o si se descubre, de repente, que tiene más comicidad un personaje que otro y se decide potenciar su presencia sobre la marcha… o que dos actores se llevan fatal….
P.-: ¿Trabaja cómodamente en equipo cuando escribe un guion?
R.-: Me resulta muy cómodo. La verdad es que he trabajado con David [David Galán, coguionista y director de Matusalén] a gusto. Creo que es mejor para un guionista trabajar en equipo porque hay menos soledad y también porque se puede compartir el trabajo. Confrontar los textos. En comedia, muchas veces, tienes que criticar a los otros guionistas y decir con claridad: este gag es gracioso, pero esto no lo es. A lo mejor hay otro tipo de películas que mejoran con una escritura en solitario, pero creo que para crear una comedia es bueno escribir como Billy Wilder y I.A.L. Diamond.
P.-: Ha hecho documentales y películas, algunas comedias, otros de corte histórico. ¿Se encuentra más cómodo con algún género en especial?
R.-: A mí, la verdad, lo que me tiene que interesar es que haya una historia que pueda hacer mía y con la que me pueda identificar. El género vendrá después. Por ejemplo, ahora estoy haciendo una película de terror, Angustia de Bigas Luna. Es una cinta de un asesino en un cine. El terror me sirve para contar algo que creo que es muy interesante, que es el poder de las imágenes. A veces las imágenes pueden llegar casi a esclavizarte. Creo que el género es la coartada.
P.-: ¿Qué películas nos recomienda y qué libros tiene un guionista o tiene usted en la mesilla?
R.-: Os voy a recomendar Civil War, que está ahora en los cines. Es una película que utiliza la distopía, que está tan de moda, pero lo hace de una forma muy inteligente: son unos periodistas que tienen que lidiar con una guerra civil en el Estados Unidos actual. En cuanto a libros… a mí siempre me han gustado mucho los libros–entrevista con guionistas. Recomiendo unos que publicó la editorial de los Trueba, que se llama Plot, y que llevan por título Backstory (hay 4 volúmenes). Son entrevistas con diferentes guionistas de la época dorada e incluso más actual de la historia del cine. Cuando los leo me vuelvo a convencer de que, al final, la profesión de guionista no es unívoca, sino que hay muchas maneras de afrontarla. Se puede ser guionista de televisión, de programas, de entretenimiento y dentro del cine sucede lo mismo: hay guionistas especializados en comedia, en thrillers, etc. Los que escriben en solitario y los que lo hacen acompañados, los que son “negros” y escriben sin firmar, pero son felices con ello… Están los “script doctor” … En fin, hay muchas profesiones dentro de ese sector.