En ruta con Sabina

Pongamos que hablo de Madrid‘. ¿Y cómo hacerlo sin unos acordes en clave de rock  y la voz ronca del canalla del bombín? La idiosincrasia madrileña no hubiera sido lo mismo sin Sabina. Don Joaquín ha calado la geografía y fauna nocturna de la capital como sólo el mayor de los trovadores puede calzar el alma de los rincones oscuros y las historias en apariencia baldías. Y quién dice madrugada, dice también el frenético ritmo de su tránsito, de la urbe “donde se cruzan los caminos, donde el mar no se puede concebir”. El maestro de Úbeda ha echado raíces desde aquel año 78 en el que apareció por el centro de la Península y deshizo la maleta.

 

Son muchos los escenarios que lo testimonian y “El Madrid de Sabina” recoge algunos de los tantos locales que llevan la firma indiscutible del artista, que ha compuesto más de una, dos y tres joyitas de su repertorio entre luces de neón y whiskys bien cargados.

En el sótano del bar Mandrágora, actualmente Lamiak, el artista grabó su primer trabajo junto con Alberto Pérez y Javier Krahe. Allí, en el barrio de La Latina, nació ‘Calle Melancolía’. ‘Por el bulevar de los sueños rotos‘ tuvo una localización cercana, el barrio de Malasaña. Donde ahora se ubica el restaurante mexicano La mordida, se elevaba hace años El café, donde también vio la luz ‘Más de cien mentiras’, el título que ha dado nombre al musical dedicado al maestro en el teatro Rialto de Gran Vía.

La ruta sacia otras muchas curiosidades sabineras. Podemos hacer parada en la sala Taboo, cuyo espacio un día albergó Elígeme, propiedad del artista o acercarnos al bar literario Diablos Azules, que regenta su pareja, Jimena. O comer en Viridiana, uno de los restaurantes preferidos de Sabina y terminar la sobremesa en la tertulia del clásico Café Gijón, hervidero de intelectuales durante décadas (Valle-Inclán, Pérez Galdós, García Lorca).

«El Madrid de Sabina» traduce parte de la personalidad múltiple de una ciudad que ha curtido el talento del más ilustre gamberro de la lírica patria. Si ya lo dice la letra… «he llorado en Venecia, me he perdido en Manhattan, he crecido en La Habana, he sido un paria en París, México me atormenta, Buenos Aires me mata, pero siempre hay un tren que desemboca en Madrid».  

  

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