
El director Ken Loach, autor de films como El viento que agita la cebada o el documental El espíritu del 45, consigue teletransportarnos a una época oscura y seria con el largometraje Jimmy’s Hall.
El argumento, basado en hechos reales, cuenta la historia de James Gralton, interpretado por el actor Barry Ward. Un activista y líder comunista irlandés se convierte en el único deportado político de la República de Irlanda por defender sus ideas culturales junto a un grupo de irlandeses comunistas.

Los años 30 y el conflicto por la independencia de Irlanda en 1931 es el contexto en el que transcurre largometraje. Un gran problema se establece entre los cristianos y los protestantes irlandeses comunistas a lo largo de la historia, una lucha humana por la libertad cultural de la tierra. Ninguno de los dos bandos da su brazo a torcer para que haya paz y eso engrandece la tensión poco a poco del film.
Los protestantes luchan porque culturas como el arte, la música o el baile brillen con luz propia, pero esa misión queda constantemente abortada por la opresión que ejercen en ellos las clases dominantes de la época de principios del siglo XX junto a la Iglesia cristiana. Lucha y esfuerzo pero sin éxito. Tampoco triunfa el amor que los protagonistas James y Oonagh, interpretada por la actriz Simone Kirby, llevan a cabo como argumento secundario. El personaje de Oonagh infunde dolor y desesperación, un deseo amoroso prohibido en la época al ser ella una mujer casada.
Todo muy bien planteado, con deliciosos y esquisitos temas para llevarlos a la gran pantalla con el fin de que el espectador pueda disfrutar. A pesar de tener todos los elementos para triunfar, casi todo se encuentra mal ejecutado. Planos excesivamente largos, desenfoques constantes y una banda sonora pobre y sin emoción. Al espectador le desorienta y deja de mirar a la pantalla porque molestan excesivamente las borrosidades de algunas imágenes.

El desarrollo de los acontecimientos tarda demasiado en aparecer. La intriga se diluye y los pensamientos que acarrean los personajes sobre lo que les está ocurriendo es de un inmutable sentimiento que sobrecoge al espectador ya que espera que luchen aún más ante el encarcelamiento cultural que se lleva a cabo. Pero nada, son personajes fríos. Se echa en falta más reacción a las situaciones graves, más peleas y , sobre todo, más ambición de los personajes antagonistas.
Jim Norton, sin embargo, brilla como el Padre Sheridan, aunque es una lástima que pase desapercibido por su escasa participación. Toda su actuación de prohibición eclesiástica y tradicional se entiende y es interesante, pero obviando al personaje. Sus acciones por oprimir a la cultura irlandesa se explican a espaldas del espectador. Se echa en falta un poco más de la actuación del Padre Sheridan, más pasional y diabólico, un cura que podría haber sido igual de macabro que el que ejecuta Anthony Hopkins en El Rito, (2011).
Puedes ver aquí el trailer de la Película de Jimmy’s Hall:
Incendios, disparos, y algún que otro latigazo en el cuerpo, tildan de cierta emoción y drama al proyecto. También es interesante y original el final con las bicicletas que recuerda a La sonrisa de Mona Lisa, del año 2003. Ahí puede caer alguna lágrima del público en la sala. Pero en general nada, se queda todo en agua de borrajas. Buenas ideas, emocionantes y factibles pero enterradas por una lentitud abrumadora de la cinta, difícil de soportar.

Buen articulo -buenas fots y narrstiva del articulo