‘El guardián invisible’, los problemas de la fidelidad

El guardián invisible
El guardián invisible

¡Alterta spoiler! El problema de adaptar una novela al cine reside normalmente en el tedioso concepto de la fidelidad. Y es que, cuando ya en el libro se avistan fallos, a veces maquillados bajo el amparo de la narrativa, en la gran pantalla se manifiestan de forma ineludible. Ese es el defecto de El guardián invisible, una historia que funciona más o menos bien en papel pero que no termina de sostenerse, principalmente por culpa de unos diálogos que no resultan creíbles, es más, a veces parecen forzados, y eso en el cine es algo que no tiene arreglo. Como espectadores necesitamos integrarnos en la trama desde el primer minuto, una misión que se torna complicada en esta película, incluso para los que ya conocen el desenlace.

Por suerte, la puesta en escena resulta hipnótica de principio a fin. El valle del Baztán se muestra como un entorno majestuoso de naturaleza indómita, un bosque infinito donde llueve constantemente, igual que en el relato de Dolores Redondo, un factor muy agradecido y acorde con el género policiaco. También los escenarios de las casas, el cementerio o la comisaría resultan tal y como el lector podría haberlos imaginado.

El guardián invisible
La inspectora Amaia Salazar.

En cuanto a los personajes, la inspectora Amaia Salazar (Marta Etura) no defrauda, ya que se asemeja bastante a la figura seria, tenaz y, en ocasiones, sombría que describe la novela. El conflicto con su madre es quizá una de las subtramas más dramáticas, bien reflejada a través del maltrato físico y psicológico que explica los traumas sin resolver. Por otro lado, la preocupación por quedarse embarazada parece adquirir más importancia en el libro que en la película.

Flora se muestra tan fría como se espera, aunque se echa de menos más desarrollo en su relación con el inspector Montes, lo que podrían haber utilizado para añadir tensión al argumento, sobre todo para profundizar en la sospecha de su culpabilidad.

Ni Ros ni Freddy destacan apenas en el filme, a no ser por el momento puntual del intento de suicidio, algo que tampoco influye mucho ya que lo principal es desvelar su relación con Anne Arbizu. Sin embargo, a Víctor le falta sometimiento, necesitamos más escenas que nos enseñen cómo es su relación con Flora, cómo le afecta su carácter autoritario, algo que nos dé pistas sobre el monstruo que se esconde bajo la piel del alcohólico.

Las hermanas Salazar
Las hermanas Salazar.

Otra parte esencial de la novela y que pierde gracia en la película es el esoterismo. Para empezar, el papel de la tía no es creíble, y la tirada de cartas del tarot adquiere tintes demasiado fantasiosos, al igual que ocurre con el Basajaun. A pesar de que no apreciamos más que el contorno de su cuerpo, el relato habría ganado si sólo se quedara en los silbidos. Además, el final confunde, no queda claro qué rol juega el ser mitológico en los asesinatos.

En definitiva, si eres un fan de la trilogía del Baztán, probablemente salgas insatisfecho de la sala. No obstante, la película entretiene y cumple el cometido de toda obra comercial: pasar un buen rato.

Aránzazu Díaz Huerta

''Dadme dos horas de actividad al día y me pasaré las veintidós restantes soñando.'' Luis Buñuel

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