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En busca de un genio sencillo

El guitarrista Paco de Lucía

 

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La sala de cine andaba a oscuras y deshabitada. Había unas veinte cabezas y a lo mejor me paso. Pero en una fila de butacas se oían los seseos impacientes de unos algecireños que habían venido al cine Palafox a ver Paco de Lucía: La búsqueda (2014, Francisco Sánchez), para reencontrarse con su tierra y con su paisano, el hijo de la Portuguesa. Entonces, realmente ya no importa que falte personal. Están quienes tienen que estar. Al tirarse a la butaca, uno de ellos dijo con ese desplome suspirado: “A ver ece genio que zalió de nuestra tierra”.

El genio era un Paco de Lucía imberbe y retraído en la casa blanca de Algeciras, años cincuenta del pasado siglo, sacándole toda la punta y arrancándole todas las fieras palabras a una guitarra con la que su padre perdía el compás. “Yo se lo dije: ‘Papá, estás fuera de tiempo’, pero él: ‘¡Calla, niño, qué sabrás tú!’”. Y entonces le puso la guitarra entre los brazos y le dio el oro y el moro y el sentido de su vida. Sin tener ni idea de música, Paco de Lucía tocó excelentemente esas notas en las que fallaba su padre.

Cartel del documental sobre Paco de LucíaEl genio al que miraban sus paisanos de Algeciras en esa pantalla del Palafox, era ya, sobre todo, ese último Paco de Lucía de la barba desarreglada, zapatillas de andar por casa, envuelto entre chándales y el humo de un tabaco de cajetilla arrugada, contando su historia y soltando inconscientemente lecciones y consejos de manera nada formal y dispersa, como un abuelo. Y como tales, el artista provoca ora la risa, ora el sentimiento (cuando habla de Camarón). Esa cercanía y naturalidad que regala Paco de Lucía al espectador se produce gracias al acierto de que era a su hijo a quien le hablaba: Francisco Sánchez Varela, que estaba junto a la cámara, y que es el director de este documental humanísimo y también riguroso en datos sobre la trayectoria artística e internacional del guitarrista. Logra Sánchez Varela perfectamente ocultarse en una invisibilidad narrativa que le hace no caer en la blandenguería típica y afectada del retrato humano. Ya se hartaría de llorar el pobre cuando bajara al cuarto de edición y tuviera que ponerse a ver repetidas veces a su padre, que murió antes de terminar el rodaje.

Era ese genio de Algeciras el que le hablaba al cine a través de Francisco Sánchez. Es, por tanto, como Dios hablándole al hombre por medio de su Hijo. Con esa voz poderosa de la guitarra, en su último concierto, que es el leitmotiv de la trama de no ficción, y que sonaba como de un lugar lejano y profundo, y no de los altavoces. Era como si los punteos brotasen del mismo interior emocionado del espectador; como si anduviera el de la Lucía tocando desde la intimidad más honda del recuerdo de cada uno. Recordar, etimológicamente, significa: volver a pasar por el corazón.

Cuando salieron las letras, el grupo de algecireños se levantó y desperezó levemente. Uno de ellos dijo a otro: “No debieran morir nunca estos genios, leñe”. Le brillaban los ojos en la penumbra del cine.

Título: Paco de Lucía: La búsqueda
Año: 2014
Duración: 95 min
Director: Francisco Sánchez Varela
Productora: Ziggurat Films, S.L.

Antonio F. Jiménez

Periodista. 1992. Bullas (Murcia). Vivo en Madrid y curso el máster en periodismo cultural de la Universidad San Pablo CEU. Siento nostalgia por los hombres del tiempo, como José Antonio Maldonado o Paco Montesdeoca, y por la antigua sintonía de Informe Semanal. Me gusta el olor de los caldos y el rancio de los libros viejos.

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