Y que cumplas muchos más

retrato del escritor

En el S.XXI nos enganchamos a series como Lost, a Facebook, a Twitter o a un determinado videojuego. En el S.XIX la sociedad vivía en ascuas esperando la publicación de periódicos como Master Humphrey’s Clock  o el Household Words. ¿Afán de noticias? En absoluto. Incluían la siguiente entrega de Grandes Esperanzas, David Copperfield, u Oliver Twist. Nadie nos hubiese entendido entonces si hubiésemos afirmado que Charles Dickens era un fenómeno de masas. Y sin embargo, doscientos años después, no nos queda la menor duda. Sólo hay que echar un vistazo al calendario de eventos para conmemorar el ducentésimo aniversario de su nacimiento, fecha que se cumplió el pasado martes.

 

Las ceremonias se celebran desde Porstmouth (su ciudad natal) hasta el Barbican Arts Centre en Londres; desde Suiza a Nueva Zelanda; desde Houston a Pas-de-Calais.

El Príncipe de Gales y la Duquesa de Cornualles atendieron a la lectura de Ralph Fiennes durante la ceremonia en que depositaron una corona de laurel junto a la tumba del escritor, enterrado en la capilla de los escritores ilustres de la Abadía de Westminster (su deseo era, sin embargo, ser enterrado en la catedral de Rochester, la más cercana a su domicilio en Kent.) Un maratón de lectura recorrió 24 países en 24 horas, repasando Dombey e hijo, Nicholas Nickleby, Un cuento de Navidad, El grillo del hogar, Oliver Twist y El misterio de Edwin Drood.

Hay mucho más: exposiciones, nuevas adaptaciones para radio o televisión…  Incluso Google le ha dedicado un Doodle a la ocasion.doodle que google le ha dedicado al aniversario

Y la lista continúa. No en vano: se  dice que todos los escritores británicos son herederos de ese niño que a los doce años entró a trabajar en un fábrica de betún para zapatos. Dickens siempre se avergonzó de ese hecho, pero le sirvió para denunciar las desigualdades sociales de la era Victoriana en Londres, lugar donde, salvo Tiempos Difíciles,  transcurren todas sus novelas.

Quizá debamos ir un paso más allá y decir que todos somos parte de ese legado. Al fin y al cabo, ya sea con Nell de La Vieja Tienda de Antigüedades, con las grandes esperanzas de Pip, o con Scrooge y sus paparruchas; todos podemos identificarnos con sus personajes; todos llevamos algo de Dickens dentro. Brindemos por ello.

 

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