Llega a Madrid la celebración mexicana para recordar a los difuntos

Altar de Muertos de Casa de México en el Parque del Retiro

Descubre la tradición mexicana del Día de Muertos sin salir de Madrid y prueba su famoso pan en la cafetería Apapacho 

“¿Te ha gustado? Es la forma en la que nos visitan los que ya no están con nosotros”. La madre que ve el altar en el Parque del Retiro trata de que su hijo aprenda un poco de otra cultura que se ha hecho presente en Madrid. Esta semana los mexicanos están celebrando el Día de Muertos y han generado espacios para que los habitantes de la ciudad conozcan acerca de esta bella tradición y se unan a ella. Aquí te contamos cuatro sitios a los que puedes ir para ser parte de este festejo.

Ofrendas para las ánimas

Por las celebraciones del 1 y 2 de noviembre, la Fundación Casa de México en España ha colocado dos altares abiertos al público. Uno se encuentra en la Montaña Artificial de El Retiro, dispuesto a ser visto cualquier día de la semana desde las 11:00 de la mañana hasta las 20:00 de la noche, finalizando el día 3 de noviembre, cuando cerrará sus puertas a las 14:00 horas.

El segundo se ubica en la sede del establecimiento en la calle de Alberto Aguilera, 20, y recibe a los visitantes a partir de las 10:00 de la mañana. Es la séptima edición que presenta la fundación del altar de muertos, el cual fue conceptualizado por Eugenio Caballero, diseñador de producción y director de arte mexicano ganador del Óscar por el Laberinto del fauno. Se encuentra disponible hasta el día 10 de noviembre.

Su visita abre las puertas también a las otras exposiciones del tema que tiene disponibles actualmente la fundación. El recorrido lleva por pequeñas esculturas de barro de catrinas, otros altares más pequeños, por una gran figura de un alebrije y hasta a un espacio donde se puede escribir un mensaje a esos seres queridos que ya no están con nosotros.

Mensaje escrito para un ser querido. © Constanza Correa

Un fuerte apapacho

Si tras la visita a las ofrendas de fundación, has querido saber a qué sabe el pan de muerto, tu siguiente parada debe ser la cafetería Apapacho, que se ubica en calle de la Redondilla, 7. Hasta el día 3 de noviembre se puede encontrar en su menú este característico alimento dulce del Día de Muertos.

Pan de muerto de Apapacho recién salido del horno. © Constanza Correa

Este pequeño café fue fundado hace un año y dos meses por una joven mexicana llamada Frida; y su hermano, Diego, provenientes de la Ciudad de México. El proyecto surge cuando se dieron cuenta de que encontrar pan dulce de su país en Madrid era muy complicado, por lo que decidieron que ellos serían quiénes traerían un poco de gastronomía mexicana a los habitantes de la localidad. Junto con sus padres, esta familia se encarga de la preparación de todos los alimentos y bebidas de su menú.

Hoy en día Apapacho se ha convertido en un punto de reunión de diferentes culturas. Para los mexicanos que lo visitan ha significado tener en España un pedacito de casa y una forma de mostrar a las amistades que han hecho en este país la comida dulce que podrían probar en México. Mientras que para los franceses, estadounidenses, alemanes y españoles que frecuentan su clientela, supone un lugar donde pueden conocer sabores distintos a los que existen en sus hogares.

Su ambiente acogedor es realmente como un apapacho (un abrazo) fuerte, perfecto para ir a comer y recordar los momentos que se han vivido con los seres queridos que ya no están aquí.

Caminan las catrinas por las calles de Madrid

El próximo 1 de noviembre se llevará a cabo, por segundo año consecutivo, un desfile para celebrar el Día de Muertos, organizado por el Instituto Cultural de México en España.

A las 17:00 horas en el centro de Madrid, iniciando en la Plaza de las Cortes, el Mariachi Alma del Son, el ballet folclórico Leyendas de México y una catrina vestida con el diseño realizado por los estudiantes de moda del Creative Campus de la Universidad Europea, realizarán su recorrido hacia la Plaza Mayor.

Están invitados todos los interesados en la cultura mexicana y en la bella tradición del Día de Muertos. Si lo desean pueden acompañarlos en este camino portando un vestido/traje de Catrina/Catrín.

¿Qué no debe faltar en un altar del Día de Muertos?

El color, la comida, las fotografías y el amor son característicos de esta tradición, algo que se observa perfectamente en las ofrendas creadas por la Casa de México. Los elementos que las conforman son ejemplo de la fusión de la cultura mesoamericana y el catolicismo llevado al país latinoamericano por los españoles en el siglo XVI y cuentan una encantadora historia del viaje que hace el difunto de regreso a casa.

Se coloca copal e incienso por su fragancia, que guía a las ánimas hacia sus ofrendas y limpia el lugar al que llegan de los malos espíritus, para que el difunto pueda entrar a su hogar sin ningún peligro.

El papel picado llena de vida al altar por sus brillantes colores, además de que actúa como el aire, el soplo vital y la vitalidad. Al verlo moverse es momento de festejo, pues significa que las almas están llegando a disfrutar de lo ofrecido en el altar.

Hay velas para representar el fuego y ser la luz que ilumina el camino de ida y vuelta del difunto. En algunas comunidades indígenas de México, se coloca una vela por cada ser querido que haya fallecido.

Una cruz de sal ayuda a la purificación con el fin de que el alma no se corrompa en su viaje de ida y vuelta. Los mesoamericanos la colocaban para simbolizar los cuatro puntos cardinales con el fin de guiar a la persona fallecida en su camino, mientras que para los católicos significa la resurrección.

Siempre se podrán observar llamativas flores que adornen el lugar para que el alma festeje y se marche feliz gracias al delicioso aroma que proveen. La más común es la flor “Cempohualxochitl», nombre proveniente del náhuatl que significa “veinte flores” o “varias flores”; ahora más conocida como Cempasúchil.

A los manteles, sobre los cuales se colocan los alimentos de la ofrenda, se les llama petates. Su función en México es variada, también sirven como cama, mesa o mortaja. En el caso particular del Día de Muertos otro uso que se le da, además de mantel, es para que el difunto descanse después de su viaje.

Las mascotas también son bienvenidas en el altar. © Constanza Correa

Para personalizar la ofrenda y recordar a los que ya no están con nosotros, nunca faltará la fotografía de los difuntos a quienes se les dedica el altar; además de los objetos personales que estas personas apreciaban en vida. También se colocan los alimentos y bebidas que más disfrutaban, como platillos preparados, dulces, frutas y hasta bebidas alcohólicas. Entre esta comida y líquidos, se encuentra el agua que conmemora la pureza del alma y la regeneración de la vida, necesaria para calmar la sed del visitante tras su largo recorrido; y el pan de muerto que, por un lado, representa el “Cuerpo de Cristo” y, por el otro, se usa para formar figuras que asemejan huesos.

La incorporación de las catrinas al altar inició en el siglo XX. Su autor fue José Guadalupe Posada, un pintor, caricaturista, grabador e ilustrador nacido en Aguascalientes. Originalmente, eran una crítica social a la burguesía de la época caracterizada por portar lujosos atuendos de seda que contrastaban fuertemente con la realidad de muchos otros mexicanos.

Se ponen calaveritas de azúcar, chocolate y amaranto en el altar para recordar que todos somos mortales. Es común que se personalicen con el nombre del difunto escrito en la frente de la calavera.

La relación de los alebrijes con del Día de Muertos se ha fortalecido con los años. Estas artesanías mexicanas, confeccionadas con diferentes tipos de papel, fueron la creación de Pedro Linares López, un cartonero de oficio que a sus 30 años cayó gravemente enfermo quedando inconsciente, tiempo en el que tuvo un sueño donde se revelaron ante él extrañas criaturas que combinaban diversas partes de animales e incluso flores. Al despertar se encargó de traer a la vida a estos seres fantásticos y coloridos.

Escultura de un alebrije en Casa de México
Escultura de un alebrije en Casa de México. © Constanza Correa

Con el tiempo, los alebrijes se volvieron parte de las casas mexicanas, pues algunas creencias indican que ellos son amuletos para ahuyentar a los malos espíritus. Y se han incorporado a las ofrendas para los difuntos, ya que se piensa que estas criaturas actúan como guías espirituales para llegar al Mundo de los Muertos.

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