CHURRUCA: FAUNA VIGUESA

Monstruo De Un Sólo Ojo

Suena ‘We Danced Together’ de The Rakes. Las luces chocan en mi cara y noto una ligera sensación epiléptica. «We didn’t have no where to go, waiting for the daylight to begin» canto, más bien grito alzando la copa y moviéndome como puedo para no pisar a nadie ni ser pisada. Los cristales han formado una doble suela en mis zapatillas y pido otra copa de licorcafé en el vigués Monstruo De Un Sólo Ojo. “We danced together, we danced together…»: Welcome to the jungle, welcome to Churruca.

«Churruca en tres palabras», pido alrededor de una mesa en la que una copa de crema de orujo, dos Budweiser y un Four Roses con Coca Cola dejan poco espacio para el tabaco de liar que ha de ser fumado en el exterior del local: «es fiesta, es alternativo, es… es ‘viguismo’»; «Churruca es movimiento, es noche y es, sobre todo, esmorga (fiesta)».

Más o menos las opiniones coinciden: nos encontramos en el epicentro alternativo que sirve de cobijo a los seres más esperpénticos y sonámbulos de la ciudad de Vigo. Solamente hay que darse un paseo, incluso a plena luz del día, para ver que la plaga de locales es tan evidente como apetitosa.

Monstruo De Un Sólo Ojo

«Puretismo ilustrado» acabo escuchando entre un maremágnum de voces que dan ideas sueltas sobre este barrio. Realmente, definir la esencia de Churruca es prácticamente imposible. Hablamos de algo más que música, de mucho más que alcohol, amigos o noches que acaban a las nueve de la mañana. Es una especie de espíritu que aumenta con el paso de las horas. Son oportunidades culturales, exposiciones, conciertos, mercadillos; es rock, pop, reggae, funkie, underground… Pero sobre todo, es sentirse en casa.

Abrimos la primera puerta con la que nos topamos en la calle Rogelio Abalde y entramos en una espiral de color, con muñecos de monstruos y varios pufs donde descansar de tanto baile. Y es que en El Monstruo De Un Sólo Ojo como define su dueño Óscar Durán, «es quizás el local más pequeño pero donde más se baila». Toca moverse al ritmo de ‘Woman’ de Wolfmother y tras esta canción, seguimos la ruta hasta el averno…

Anghara Churruca, local que lleva abierto desde 2004, hoy nos recibe con ‘Inside My Head’ de Radiohead. Carlos, el mítico Carlos Anghara, saluda desde su feudo, la cabina de la que salen temas tanto de Courtney Love como de Nirvana, Foo Fighters, TV On The Radio o The Slits. El Anghara es rock. Es ese pequeño reducto donde ir cuando necesitas algo más puro y clásico, menos etiqueta indie y más nostalgia guitarrera.

AngharaY es que este local ha desbancado a la famosa Iguana, conocida por ser «el templo del rock». Pero cuando dicho templo considera repetir hasta la saciedad grupos como Two Door Cinema Club o The Faint en vez de Stone Temple Pilots o Siouxsie & The Banshees… es que algo falla en su famoso eslogan. Lo compensan con los conciertos, ahí es donde sigue manteniendo esta Iguana su piel más rock: grupos como Novedades Carminha, Indómitos, Thee Tumbitas o Munich han pasado por allí, y no serán los últimos. Me voy de allí con el ritmo de Delorean en los huesos, caminando por esas pasarelas adornadas con purpurina y guitarras, desde las cuales veo a algunos de mis amigos en el piso de abajo, bailando y rematando sus Heineken.

La ruta continúa. Esta vez, tras saludar a Paulino-voz-de-ultratumba, el guardián de la puerta de este local, suena ‘Hard Times’ de Patrick Wolf. Estamos en La Fábrica de Chocolate, donde los pies tienen la obligación de moverse nada más cruzar las puertas. El dj residente, Sergio Lagartija, es el culpable de que la cabeza se nos vaya tanto con Clinic como con My Bloody Valentine; el buen ambiente es el culpable de que siempre se quiera repetir; gran nombre para un local que sí provoca vicios y adicciones.

Fábrica de Chocolate, Janite LafuenteAdemás, La Fábrica programa conciertos todas las semanas, conciertos que nutren de calidad las noches de Vigo: We Are Standard, Delorean, Triángulo de Amor Bizarro, Franc3s, My Own Private Alaska, Black Lips, The Mary Onettes… inmensurable. Inmensurable también es la copa de vaso ancho que me he pedido y que acabo compartiendo mientras emulo a Ian Curtis bailando ‘Transmission’ de Joy Division.

Se nos quedan tantos lugares en el tintero…Mogambo, El Gato Negro, El Lolita, Boom Boom Room, La fiesta de los maniquíes, Bauhaus, la Sala Playmovil… pero la noche, aunque joven, es corta. Es corta cuando tienes tantas ofertas que aceptar, tanta música que escuchar y gente que conocer.

Pero de momento, me quedo en una vieja casa de piedra de dos pisos, me quedo en La Casa de Arriba, «La cervecería pop», escribiendo algunas notas sobre este mundo tan envolvente, en esta noche tan cerrada, tomándome una Guiness mientras escucho Nudozurdo. Me quedo siempre con este universo paralelo en donde todo lo que pasa a la luz del sol desaparece; me quedo con cualquier noche en Churruca donde siempre habrá alguna puerta abierta para cobijarme de la lluvia y algún buen tema que me borre la timidez que ahora escondo detrás de esta libreta.

 

Fotografías: Monstruo De Un Sólo Ojo (Óscar Durán), Anghara (Carlos A.), Fábrica de Chocolate (Janite Lafuente López)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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