Amaral pone la nota de color a una noche de clásicos

Concierto de Amaral en el WiZink Center
Eva Amaral durante el concierto en el WiZink Center

Amaral está de vuelta. Después de 608 días y varios aplazamientos forzosos, el dúo zaragozano regresa al WiZink Center de Madrid, o, como dijo Eva, al Palacio de los Deportes «de toda la vida», para dar, por fin, ese gran Salto al color, su escurridizo último álbum que debiera haberse presentado en marzo de 2020 y que, debido a la COVID-19, resultó imposible. Hasta ahora.

Señales fue la canción escogida para arrancar el concierto del pasado viernes, 19 de noviembre, al que acudieron más de 12.500 personas, agotando todas las entradas, en un intento de regresar a esa vieja normalidad. Un irreconocible Juan Aguirre, con un nuevo look al que no nos tiene acostumbrados, y una Eva Amaral más Amaral que nunca irrumpieron en el escenario escoltados por una pantalla poliédrica gigante, que mucho tenía que ver con el estilo futurista con el que Eva deslumbró.

Juan Aguirre, componente del dúo Amaral. Wilma Lorenzo

Armónica en mano, Eva comenzó a tocar las primeras notas de El universo sobre mí, un clásico que hizo enloquecer a los espectadores que se encontraban en pista, saltando y moviéndose al son de la música, llegando a parecer una auténtica marea humana. Hoy es el principio del final, Bien alta la mirada, Halconera o Lluvia le continuaron, en una sucesión de átipicos bailes al más puro estilo psicodélico y nocturnal.

Tras la armónica, llegó la pandereta, la guitarra, el bajo… y es que parece que ningún instrumento se le resiste a la maña, que corría sin parar de un lado a otro con su espalda al descubierto, completamente tatuada, y haciéndose con el control del lugar. De nuevo, Eva demostró que, a pesar de la ausencia de conciertos multitudinarios y del paso de los años, su esencia más rockera sigue indemne y continúa erigiéndose como un animal en el escenario.

Eva Amaral durante el concierto en el WiZink Center. Wilma Lorenzo

Soledad sonó en el ecuador de la velada al compás de una imponente bailaora que se alzó en el escenario. Lucía Ruibal hizo honor a su talento y, con mucho duende, acompañó la canción de pasos que casi hipnotizaban. Por supuesto, tampoco pudieron faltar grandes clásicos como Moriría por vos, Marta, Sebas, Guille y los demás o Días de verano que, generación tras generación, han marcado la historia musical de nuestro país. Fueron, sin duda, momentos de la noche en los que los más nostálgicos pudieron sentirse, de nuevo, en casa. Cómo hablar, Hacia lo salvaje o Revolución culminaron el despliegue vocal de Eva que, exultante, y a pesar del desafortunado sonido, hizo vibrar al WiZink Center durante las dos horas de concierto.

Uno de los temas que con más expectación aguardaban los fans de Amaral fue Entre la multitud, la canción estrella de Salto al color que nació en el momento equivocado pero que aquella noche de viernes supo sacar lo mejor de cada uno de nosotros. «Aunque la letra diga que no volveremos a encontrarnos, hoy, por fin, hemos vuelto a encontrarnos entre la multitud» señaló la zaragozana, que a duras penas se mantenía firme. «Llevo toda la noche intentando aguantar el llanto. Me tiemblan hasta las piernas«, confesó al público.

La cita iba llegando a su fin, y después de tres cambios de vestuario, de la brillante puesta en escena y de la irrupción de diversas máscaras de animales, poco —o nada— podía ya sorprendernos. Sin embargo, aquel 19 de noviembre volvió a dejarnos ojipláticos. «Su mujer, Ana, salía de cuentas en estos días, y se acaba de poner de parto en mitad del concierto. Todo es mágico esta noche», explicó Eva tras el repentino abandono de Tomás, su teclista, que salió corriendo del escenario.

Y es que razón no le faltó. Aquella noche todo fue mágico, y las lágrimas, inevitablemente ya, hicieron acto de presencia en esas «miradas felinas» de unos emocionados Juan y Eva. Y también de todos nosotros, que, gracias a Amaral, regresamos de nuevo a aquellos días de verano.

Raquel Pablo Alcalá

Graduada en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Siempre entre páginas y acordes, y sin perder el sur como norte.

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