Para los hombres y mujeres al borde de un ataque de nervios que se rigen por la ley del deseo y se pierden en enredados laberintos de pasiones. Para los que reclaman el calor de sus parejas con mala educación al grito de ¡átame! recibiendo, sólo, abrazos rotos como respuesta. Para los nostálgicos del eco de unos tacones lejanos que piensan solo en volver. Para los que no saben lo que han hecho para merecer esto, se muestran desconformes con la piel que habitan y están hartos de vivir entre tinieblas. Para todos ellos, ¡he aquí la luz!: Los archivos de Pedro Almodóvar.
Almodóvar: ¡Guapa!
Elena Anaya: ¡Guapo tú!
Almodóvar: Elena, no te he podido contestar porque he tenido una mañana muy ocupada.
A la manchega y con espontaneidad. Así se dirigió el cineasta a su musa de La piel que habito el día de su séptima nominación a los Globos de Oro. “Cada vez me parezco más a mi madre”, añadió después bromeando. La ocasión: la presentación en Madrid del libro Los archivos de Pedro Almodóvar, editado por Paul Duncan y Bárbara Peiró.
La sala de Ivorypress Bookstore estaba a rebosar. Mucho público, los protagonistas de su última película, salvo Banderas, y algunas incondicionales del cineasta como Marisa Paredes, Loles León y Bibiana Andersen. La expectación estaba a flor de piel y es que no era para menos, los archivos más biográficos de Almodóvar se han reunido por fin en papel.
“Le pones unas patitas y es una mascota”, comentó entre risas Almodóvar sobre un libro que ya ha sido presentado con anterioridad en Nueva York y en Los Ángeles. Más de 600 fotografías, muchas de ellas inéditas, personales, que el propio director fue inmortalizando durante los rodajes; imágenes de su último trabajo La piel que habito (2011) y hasta un trozo del celuloide de Volver (2006). A todos estos ingredientes se le suman un prólogo de Thierry Frémaux, director del festival de Cannes, textos propios del realizador, así como, otros textos sobre cada una de sus películas escritos por grandes autores españoles: Elvira Lindo, Juan José Millás, Ángel Fernández Santos o el escritor alicantino Vicente Molina Foix, uno de los participantes en el acto.
Los archivos de Pedro Almodóvar es una auténtica monografía que en palabras del autor y periodista Molina Foix “contiene algunas de las mejores instantáneas del cine de Pedro”, del que destacó su marcado afán literario, porque él mismo ha escrito y porque, en sus películas, sus personajes hacen guiños a la literatura. Decidir qué libros leen sus personajes es algo “esencial”, corroboró Almodóvar, tanto como decidir su maquillaje o su vestimenta.
“La literatura ha sido mi primera vocación”, afirmó el cineasta manchego mientras bromeaba sobre el “efecto tinaja” que producía el micrófono. “Desde pequeño tuve muy claro que yo quería ser un fabulador” prosiguió, recordando sus inocentes pinitos en el mundo literario, concretamente, cuando obtuvo un premio en el colegio por una redacción sobre la Inmaculada Concepción.
De una candidez literaria prematura a la inmersión en el mundo de la movida madrileña bajo la piel de la prostituta Patty Diphusa, su álter ego en los textos que escribía para la revista La Luna. A pesar de estas experiencias, con el tiempo, Pedro se dio cuenta de que no contaba con el talento necesario para dedicarse a la gran literatura, ni para escribir novelas, como tanto había deseado, así que se centró en lo que ahora se le da tan bien, hacer guiones y forjar películas.
De su cine Vicente Molina Foix destacó la capacidad para aunar géneros, registros y tonalidades, incluso dentro de una misma escena. Un afán que, el
realizador, no relacionó con ansías de “rebeldía”, sino con su “mucha memoria cinematográfica”. La carrera del manchego comenzó en los ochenta, época de apertura en la que a los artistas les unió el “eclecticismo”.
La mezcla en el género, pero también, como leitmotiv de la vida. “Tú estás viviendo una comedia romántica a las doce de la mañana” para luego saltar “a la ciencia ficción” y a las siete protagonizar “una película de terror con psicópata en tu casa”. Así hacía alusión el manchego a la “capacidad de reír en un drama”, propia de la cultura española, naturalidad patente en su forma de plasmar la pérdida. Sus películas muestran el duelo sin retoques. Como lo que es, una catarsis que termina transformándose en una situación hilarante: “Se llora, se grita y de madrugada se dice todo lo que antes no se había contado, muertos de risa”.
Los archivos del manchego ilustran el rico abanico de referentes que curten la mirada del “genio gracioso” al que aludió Jan Cornet al término de la presentación. Su trayectoria, sus mejores fotogramas, sus desvelos y su personalidad al alcance del público por primera vez. Una obra que si bien mira al pasado, sólo es un preámbulo de todo lo que queda por escribir de ese contador de historias llamado Pedro Almodóvar.