Aldo Linares nació en Arequipa, ciudad que él define como ‘’muy andaluza y un poquito vasca’’, donde fue acunado literalmente por un terremoto. Con semejante carta de presentación nos adentramos en la mente de una de las caras más televisivas del momento. Colaborador habitual del programa Cuarto Milenio y uno de los fundadores del aclamado Festival Internacional de Benicàssim, Aldo Linares pasa los días a caballo entre sus dos grandes pasiones, la música y el misterio.
CULTURA JOVEN: ¿Por qué vino a vivir a España?
ALDO: Vine por una cuestión de magia. Acabé la universidad en Perú, era muy joven y me tendría que haber ido a Alemania por cuestiones familiares y por mil cosas, pero conocí a una chica cuya familia era de aquí, me enamoré y todo lo que estudié de alemán lo olvidé por completo. No era mi plan de vida pero fue genial.
CJ: ¿Diría que la música es un elemento indispensable en su vida?
A: Necesario, completamente. Yo trabajo en el festival porque me gusta la música y la vivo todo el tiempo. No me puedo imaginar mi vida sin música.
CJ: ¿En qué momento nació la pasión por la música?
A: Cuando era muy pequeño, imagino que tendría seis o cinco años. Recuerdo que en casa a veces había fiestas, venían mis tíos o amigos de la familia y ponían cosas que ellos llamaban »enfermedad», que era el rock’n’roll de los años 60, y a mí lo de »enfermedad» me gustaba. Yo era un niño muy cortado y guardo con cariño el recuerdo a los ocho años de estar sonando no sé si una canción de Los Pekenikes o de los Shadows, meterme en el servicio de casa en la segunda planta y ponerme a bailar frente al espejo cantando.
CJ: ¿Hay alguna canción con la que haya dicho, »quiero dedicarme a esto»?
A: Theme from A Summer Place, de Percy Faith & His Orchestra. Esa canción me marcó porque significaba mis sueños como chaval, podía soñar y ser lo que quería. También People Are People de Depeche Mode. Recuerdo que me compré el single en la Discoteca Internacional, que era una tienda de discos brutal en las Galerías Gamesa. Esa canción me mandó a otro mundo, como el Trans Europe Express de Kraftwerk, que me hizo saber que había algo raro en el planeta porque la escuché en la televisión mientras daban la noticia de un accidente en las montañas de Perú. Mientras sonaba el tema yo estaba viendo cómo sacaban el autobús, los cadáveres… De música clásica, la Tocata y Fuga de Bach y El Cascanueces de Tchaikovsky, que siempre me ha dado mucho miedo porque me pasaron cosas cuando era pequeño. De hecho, mis primeras experiencias paranormales fueron con ese ballet. Quise levantarme pero no podía y comenzó a moverse más, y cuando giré el cuerpo había un niño mirándome y estaba riéndose, me dio pánico, tenía siete años.
CJ: ¿Cómo surgió el FIB?
A: En los 90 pinchaba en la Sala Maravillas de Madrid, y ahí nació el festival. Éramos un grupo de amigos que ponían música que en la época nadie escuchaba, como Cocteau Twins, Siouxsie, The Cure o The Smiths. En Madrid no había de eso, así que decidimos montar un festival.
CJ: ¿Cómo se presenta el FIB de este año?
A: Muy bien, porque por un lado está toda la tradición de los grupos antiguos y por otro lado está bien que haya bandas nuevas, excitantes e interesantes. Tienes desde Red Hot Chili Peppers hasta Blossoms. Pinta bien de público, de expectativas, de cartel… Creo que el FIB lleva tantos años ya que ha conseguido ser un festival de referencia para muchos jóvenes, y eso es necesario, no sólo porque la gente viva de ello sino porque el futuro se construye con cosas nuevas. El pasado es importantísimo pero también hay que reconocer todo eso.
CJ: Su pasión por la música le ha llevado a experimentar con ella en primera persona, ¿podría hablarnos de sus proyectos musicales a día de hoy?
A: Por un lado, tengo un proyecto con mi nombre, porque siempre recordaré a Carlos Berlanga, que es un gran amigo, y digo es porque está en la otra dimensión, como la canción de Los Pegamoides. El caso es que me dijo: »tienes un nombre que suena como a culebrón y a película antigua, úsalo». Y Aldo Linares suena a eso. Aparte estoy con Vadim Tudor, que es como mi hermano y un gran amigo, y hacemos pop electrónico un poco old school pero con letras muy cabronas. Nuestro último disco salió hace unos meses, se llama igual que el grupo y la portada es muy mortuoria. El contexto es como escuchar a This Mortal Coil pero en La Mancha, considerando La Mancha como un lugar especial. Las letras te pueden hablar tanto de la muerte como de por qué los modernos son tan estúpidos cuando quieren ser modernos. Y además tenemos otro proyecto que se llama Alto de La Luna, donde hacemos versiones de grupos que nos gustan, desde This Mortal Coil o Cocteau Twins hasta lo que se nos ocurra, es muy punky.
CJ: Háblenos más de su trabajo en solitario.
A: Hago canciones y pincho, pero para mí pinchar es una extensión de hacer canciones. En cuanto al género es pop electrónico pero enrarecido, todo el mundo dice que es un rollo crooner, alguien de los cincuenta tocando con aparatos electrónicos. Tiene un punto antiguo pero moderno al mismo tiempo porque es lo que me gusta, la música electrónica más rara que hay con la música de los años cincuenta, que es mi vida también. No me corto con los estilos y mis letras suelen ser románticas porque leo mucha poesía.
CJ: ¿Cuáles son sus influencias a la hora de hacer música?
A: En música te diría Federico Moura, que era el cantante y compositor de Virus; Oswaldo Echanove, un poeta peruano y un gran amigo; Pet Shop Boys porque es un grupo que me encanta y tienen un talento bestial; Siouxie, Scott Walker, Alton Ellis, los Shadows y de Perú los Belkins, los Silvertones y las baladas de los años 50 y 60. En el cine, Federico Fellini, Amarcord es mi vida. Otra influencia fortísima que tengo es la actriz Carol Lombard, o Sofía Loren. También Star Wars o La tremenda corte, una serie cubana de los años 60 muy loca y que en Madrid la echan en Top Radio por la noche. También Cantinflas, Tintín, comediantes mexicanos, cine de lucha, cine erótico y terror de los 70. Y por supuesto, mi madre, Kafka y el misterio.
CJ: ¿Por qué dice que Amarcord es su vida?
A: Porque me pasaron cosas muy parecidas a la película y porque siempre he tenido una melancolía muy fuerte por cosas que no me han pasado, si voy en un tren tengo una melancolía bestial, en un avión es peor… en barco no, porque me quedo mirando el mar y pienso que saldrán criaturas raras. Además, la canción de Amarcord es una de las melodías de mi vida, de hecho cuando yo me vaya esa canción va a sonar.
CJ: En su faceta de DJ le gusta alternar con géneros diferentes, ¿cuáles son y por qué esa mezcla?
A: Tecnopop, post-punk, rockabilly, soul, northern soul, ska, rocksteady, reggae, electro-clash, indie, rock, hard rock, heavy… Yo creo que mezclo todo esto porque a mí lo que me parece importante es que si estás pinchando, no pinchas para ti, pinchas para que la gente baile, porque lo que llevas se supone que a ti te gusta. El típico DJ que está ahí arriba y que se pone con cara de seriedad como si estuviese diseccionando una lagartija pues en fin… lo bonito es ver bailar a la gente. Yo no me corto, te puedo poner ABBA y después Nitzer Ebb y me parece bien, porque creo que son hilos conductores. A alguien que le gusta Nitzer Ebb le puede gustar Raphael, seguro.
CJ: ¿Diría que pinchar es como un ritual?
A: Sí, porque hacer bailar no es sino celebrar la vida, y antiguamente una tribu Sioux bailaba con los tambores. Ahora haces bailar a la gente con música y es el mismo rito de celebración, es chamánico.
CJ: También pincha en el FIB.
A: Sí, cierro el festival desde el 96. Después de trabajar cansa, pero me gusta porque nos juntamos todo el equipo y aunque odio ver salir el sol cuando salgo de fiesta es la única vez que me lo permito, es bonito, es un regalo. Todos bailan, aplauden, te lo pasas bien, te emborrachas un poco, es cerrar un círculo.
CJ: ¿Cómo ve el panorama musical alternativo actual? Concretamente en Madrid, ¿cree que falta algo o que hay suficientes conciertos?
A: Creo que a veces falla el punto de autocomplaciencia. Hay grupos grandiosos que están saliendo pero lo que es el indie establecido me da muchísima pereza. Creo que lo más chulo está viniendo de la gente más joven. La edad no es una cuestión física, sino mental y de corazón, pero ves a mucha de esta gente y es como, »¿qué pasa aquí?» Creo que es necesario ir con el tiempo. Ahora todos se ponen a hablar de política, y no entiendo por qué se pierden la poética y la locura cuando no es contraproducente ni incompatible, todo está unido.
CJ: ¿Hay cierta nostalgia de la movida madrileña?
A: Yo la tengo en el sentido de color, de fuerza, de locura. Prefiero taconazos, mogollón de maquillaje, travestismo y guitarras distorsionadas a estar hablando cuarenta mil veces de »Carmena por qué no haces esto». Una cosa no quita la otra, pero me gusta más el arrojo por la imaginación que el arrojo por el desgaste. Hay gente de mi quinta y del indie que sigue teniendo creatividad a lo bestia. Yo no me estrello contra mi generación, sino con el rol asumido también por una trampa del propio paso del tiempo. Cuando asumes que el tiempo empieza a pasar por ti, malo. Creo que la imaginación, el empuje, la fuerza, la sangre y las ganas no están reñidas con la edad en absoluto. Creo que de La Movida hace falta recuperar ese impulso bestia; de los noventa ese deseo diferenciador; de los 2000 el decir: »tiremos para adelante»; y de ahora el punto de: »yo mezclo todo». Cuando tú tienes sed de verdad y te ponen un vaso con vino, con cerveza o con agua, te lo bebes igual, y eso es lo que falta ahora. A mí lo que me molesta mucho es eso de: »no sabes tocar». ¿Y qué más da? A veces un do mal hecho transmite más que una mega escala. Envejecer mal es un grave problema, sobe todo cuando no te das cuenta de que lo estás haciendo.
CJ: Es sensitivo, forma parte del Grupo HEPTA y colabora en Cuarto Milenio. ¿Cree que hay algún tipo de relación entre la música y el misterio?
A: Por supuesto, solo puedes ver la música en formato físico, y el misterio también cuando resulta, pero la magia que te da una canción es tan intuitiva como la experiencia misteriosa. Hay una relación muy grande porque va a lo más profundo de ti, la música te toca y te remueve por dentro, igual que el misterio. Cuando vives una experiencia así te cambia. Ambas cosas son una demostración de lo grandes que somos, y somos grandes, completamente.
CJ: ¿Qué es el Grupo HEPTA y qué hacen?
A: Lo que hacemos en HEPTA es investigar fenómenos paranormales bajo la óptica racional y parapsicológica, que no están reñidas, pero buscando resolverlas. Es un grupo multidisciplinar donde hay una psicóloga, un físico, expertos en audiovisuales, gente muy versada en relaciones humanas y sensitivos. No cobramos, sólo buscamos explicaciones.
CJ: Tiene un proyecto entre manos que une música y misterio, ¿puede contarnos de qué va?
A: La Parapsiradio fue algo que surgió porque di una conferencia en la Asociación de Estudios Espíritas de Madrid sobre gente que estuviera metida en la música y en el misterio de verdad. La charla salió bien y tiempo después Felipe R. Piedra me propuso hacerlo más serio. Me gusta porque es una manera de decirle a la gente de la música que la gente del misterio no somos bichos raros. Y unir disciplinas, porque la parapsicología y la música son parte de lo mismo: el saber humano, el misterio puro. Para mí la radio es muy mágica, la gente escucha tu voz, no sabe como eres, y no es distinto a una psicofonía o a un fantasma.
CJ: ¿Cuál fue su primera experiencia paranormal?
A: Estaba en casa jugando con un soldadito y decidí montar una base espacial con los muñecos en el salón. El cuarto tenía forma de u y yo estaba en la punta derecha distraído con mis cosas, pero al girar la cabeza vi a un señor sentado en el sofá con pantalón marrón, jersey gris, camisa blanca, pelo blanco, delgado, alto y mirándome de perfil. Yo le miré y le dije: »Hola, ¿quieres ver a mi abuelo?» Porque pensaba que era su amigo, y él me contestó que no me preocupara, que estaba allí tranquilo. Entonces se levantó y se acercó, le pregunté como se llamaba y yo entendí Don Llemo, que igual era Don Guillermo, porque curiosamente mi tío Óscar a veces hablaba de Don Llemo. El caso es que este señor me dijo que estaba allí por mí, para cuidarme y para contarme algo relacionado con mi madre y mi padre. Yo seguí jugando y él volvió a su sitio mientras me miraba y sonriendo me decía: »Ya te acordarás». De repente, no estaba.
CJ: ¿Qué es lo que ve y siente exactamente?
A: Es como ver a una persona pero un poco más borrosa. Lo que siento se divide en tres partes: la primera es la previa, es como una sensación de concentración fuerte que no sé cómo llega; luego hay como un corte y después, lo que es la experiencia en sí es muy tranquila. No recuerdo nada y lo agradezco porque así no soy cotilla. En estas cosas, cuando ocurren, uno es un instrumento, no es un don, es un estado psicobiológico. Todos tenemos esta característica, pero en algunos se potencia más que en otros. Luego viene el después, que es como haber soltado algo. Lo que ves es otra dimensión, otra realidad, otra estructura, no podría decir que son muertos porque no siempre es eso.
CJ: ¿Qué hace exactamente un sensitivo?, ¿todos podemos serlo o es innato?
A: Es innato para todos pero no todos podemos serlo. Un sensitivo es una antena, nada más, un teléfono. No es una persona especial, es simplemente un nexo. Ahora bien, es un teléfono que tiene que estar limpio y bien preparado, porque si no, no funciona. Y a veces el sensitivo es como dos latas con un hilo, porque no depende de ti, depende de ese otro lado que es hiperamplio. No te voy a decir que son todos muertos porque para mí la muerte no existe, es simplemente cambiar de traje.
CJ: ¿Puede llegar a saturarse?, ¿cómo afecta a su energía?
A: Te cansas por no saber ordenar. En todo esto primero es tu realidad, tu tiempo, tu espacio y luego viene todo lo demás, difícilmente vas a poder ayudar si no te ayudas. Afecta a tu energía en el sentido de que si tú no sabes diferenciar esas dos polaridades te cargas con la sugestión del otro lado.
CJ: ¿Puede desconectar o siempre ve personas que »están ahí»?
A: Desconecto muchísimo, porque es la mejor manera de preservar tu realidad actual.
CJ: Es una de las caras conocidas de Cuarto Milenio, ¿cómo son las investigaciones?, ¿va a ciegas?
A: Me llevan completamente a ciegas, me encanta porque he conocido buenos amigos allí, pero sobre todo porque para mí es un reto. Son muy rigurosos en eso, no te cuentan nada. Son muy amables y respetuosos, pero sobre todo es gente a la que le interesa el misterio desde varias ópticas, desde el escéptico hasta el semi agnóstico. Pero nunca he sentido esa presión de tener que dar resultados y me encanta, además para mí es una prueba de demostrarme que no estoy loco. Cuando yo cuento algo siempre lo hago con respeto, hacia el sitio, hacia ellos y hacia mí mismo, y cuando resulta que coincide es genial y lo agradezco.
CJ: Hoy en día hay mucho escéptico, ¿qué opina al respecto?
A: No desestimes lo que tienes detrás aunque no lo veas, porque está. Si te cargas lo que te parece inconcebible te cargas tu capacidad de soñar más allá de lo que tú eres. Normalmente la gente que niega por defecto todas las cosas suele tener complejos muy fuertes.
CJ: ¿Qué se siente al llevar una vida tan camaleónica?, ¿hay cierta armonía en ello?
A: La hay y me gusta porque estoy vivo, sobre todo porque me hace sentir que siempre aprendes a buenas y a malas. Si estás vivo y te pasan estas cosas tienes que arriesgar.
CJ: ¿Hay vida después de la vida?
A: Por supuesto, y nosotros somos la demostración porque morimos cada día. Cada vez que a ti te duele algo y te hundes, y te caes, y te destrozas, vuelves a vivir.