Íñigo Merino despierta en Madrid todo Lo de dentro

Íñigo Merino en concierto

Acojonante. Así describió el propio Íñigo Merino lo que se vivió la noche del 19 de febrero en la Sala Mon de Madrid. Luz tenue, cuatro tipos sobre el escenario y muchos vasos de cerveza a rebosar fueron los únicos ingredientes que necesitó el de Badajoz para hacer de la presentación de su primer disco, Lo de dentro, una gran fiesta. Y lo hizo por todo lo alto, con Madrid haciendo las veces de casa, una en la que lleva viviendo casi nueve años, y con él mismo de anfitrión de una celebración en la que hubo lugar para grandes, pequeños, padres, tíos, primos y amigos. Muchos amigos.

La del Oso y el Madroño fue la ciudad escogida para arrancar una gira de conciertos que tendrán lugar en otros muchos puntos aún por determinar. Y es que lo del sábado noche fue, tan solo, un pequeño —pero delicioso— aperitivo. Un sueño que comenzó hace mucho con G&T´s, el videoclip donde pudimos ver a una jovencísima y emergente Sofía Ellar acompañada de un aún más joven Íñigo Merino a la guitarra. De eso ya han pasado cinco años, casi 2 millones de reproducciones en YouTube y varios temas en solitario que han derivado, además, en un nuevo disco compuesto de nueve temas originales.

Íñigo Merino y su banda en concierto.

Un letrero de neón, algunos instrumentos y su presencia sobre el escenario. Ese fue todo el decorado que necesitó Íñigo para hacer corear su nombre al público después de cada canción. Jaque Mate fue una de las elegidas para inaugurar una velada que, en hora y media, no dejó de sorprender con sus invitados y con la entonación de algunas canciones menos esperadas como Benijo, de Andrés Suárez, cuya particular versión roza las 40 mil visualizaciones. Sin duda, un gran regalo que todos los allí presentes supieron agradecer con vítores y aplausos en una noche donde el COVID parecía ser un mal sueño.

Durante todo el concierto Íñigo, emocionado y agradecido, saboreó cada nota, cada verso y cada lágrima. Que también hubo. Pero, como de costumbre, no lo hizo solo. Compartió cada momento con grandes amistades y compañeros. Después de Por las ventanas y Delante de los focos, al público poco o nada les iba ya a ilusionar. Pero llegó Luis Fercán en un aluvión de aplausos y, enseguida, Ámbar y el mar, que apenas cuenta con unas semanas de vida y al público pareció no importarle lo más mínimo ese detalle. La cantaron de principio a fin, como también hicieron con Si no estáis o Hueso y carne, una de las favoritas del cantante, por muy difícil que le resultara escoger.

Íñigo Merino y Luis Fercán en concierto.

Otro que tampoco se quiso perder la noche del 19 de febrero fue BER, que acompañó al pacense en El último portazo. Y así, sin portazo y con la puerta bien abierta, subió también un saxo, una trompeta y un aclamado Pravlenha para cantar Querría. Y es que la ocasión lo merecía, porque no hacía ni 24 horas que habían sacado unas cuantas entradas de más para los más despistados que se quedaron sin ellas después del tremendo sold out que, en palabras del artista, «fue una locura». El aforo al completo para celebrar la puesta de largo de un primer disco con mucho camino por delante.

«Siempre pienso que cuando no sabemos qué decir, cuando no tenemos respuesta, miramos a un espejo donde encontramos lo que necesitamos». Esto fue lo que Merino dijo antes de comenzar a cantar El Espejo, canción compuesta con el corazón en la mano y dedicada a su familia, y con la que, pese a la resistencia de los casi 700 asistentes, puso el broche de oro a la presentación del disco.

Una noche envuelta de emoción y nerviosismo que hizo de la que fuera la mítica Sala Penélope el lugar idóneo para acoger Lo de dentro, y sacarlo todo fuera. Versos que emergen de lo más profundo, que curan y calman y, sobre todo, una voz sincera la de este joven compositor que, a día de hoy, y después de este concierto, podemos decir que ya ha acercado —y mucho— la no tan extendida canción de autor. Y, ante esto, solo podemos abrir las puertas y dar las gracias.

Raquel Pablo Alcalá

Graduada en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Siempre entre páginas y acordes, y sin perder el sur como norte.

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