‘David Lynch: The Art Life’, los orígenes del maestro

David Lynch
David Lycnh

Cualquier seguidor de David Lynch que se precie ha sentido alguna vez la imperiosa necesidad de conocer los recovecos de una de las mentes más privilegiadas del cine. Y su deseo se ha cumplido, porque acaba de estrenarse David Lynch: The Art Life, la película documental que aborda los orígenes del director desde un enfoque distinto y clave para comprender el desarrollo de su obra: su faceta de pintor. Dedicada a su hija pequeña en forma de memoria privada, durante el metraje podemos verla junto a su padre en el estudio de pintura donde Lynch pasa las horas, sumergido en ese mundo propio que tanto ansiamos desmenuzar.

Fumando un cigarro tras otro con la mirada perdida o abstraído en sus cuadros, el artista relata con voz pausada las experiencias que le marcaron en cada época. Resulta increíble averiguar que el genio de la perturbación en la pequeña y gran pantalla tuvo en realidad una infancia feliz. Criado en Montana, David Lynch disfrutó junto a sus hermanos del amor de unos padres que apoyaron desde el principio su impulso creativo. Cuenta, por ejemplo, que su madre siempre se negó a comprarle cuadernos para dibujar, ya que lo consideraba un freno a dicha creatividad. Pero la decisión de dedicarse a la pintura surgió tras una conversación con un tipo llamado Toby Keeler, cuyo padre era pintor. De algún modo, aquel momento dejó huella en Lynch y tuvo claro cuál sería su destino.

No se sabe bien dónde nació esa pasión por lo oscuro y lo extraño, pero Lynch recuerda ante la cámara varias escenas que presenció en su juventud y que de alguna manera quedaron grabadas en su subconsciente de forma permanente. Quizá una de las más impactantes sea la del día en que vio por la calle a una mujer totalmente desnuda con la boca ensangrentada, quien acto seguido se sentó sobre la acera a llorar desconsoladamente. Pero tiempo después, cuando decidió ingresar en la escuela de arte de Filadelfia, ciudad que, por cierto, no le gustaba en absoluto por lo oscura, decadente e industrial que era entonces, volvió a encontrarse cara a cara con el surrealismo. Lynch rememora la historia de una vecina que solía recorrer el jardín a cuatro patas mientras cacareaba y gritaba »¡soy una gallina!». De alguna manera, fue en este entorno tan hostil donde encontraría más motivación artística, una influencia palpable en su obra posterior.

Algo que sorprende al descubrir la personalidad del artista es su obsesión por separar celosamente cada ámbito de su vida. Llega a confesar, por ejemplo, que no quería que su familia fuese a su graduación, e incluso cuando ya en Filadelfia vivía con su novia de entonces, Peggy, la obligó a marcharse de casa ante la visita inminente de su padre. Peggy, que se convertiría en la madre de su primera hija y su esposa, colaboró en la creación de sus primeros cortometrajes, y es que Lynch había encontrado en la cámara la forma perfecta de representar cuadros en movimiento. Así, en ocasiones mezclaba la realidad con el montaje, concibiendo filmaciones tan extrañas como The Alphabet.

Sin embargo, el acontecimiento que cambiaría para siempre su vida fue su ingreso en el American Film Institute, el lugar donde comenzaría el rodaje de Eraserhead, película de culto que define a la perfección el universo interior de Lynch. No obstante, el dinero que le proporcionó la institución no fue suficiente para terminarla y no vería la luz hasta 1977.

Si tuviéramos que extraer una enseñanza del documental sería que la paciencia y la constancia son fundamentales a la hora de conseguir cualquier sueño. Practicar, practicar y practicar, pero también experimentar y no cerrarse a nada. Lynch se consagra como un artista hecho a sí mismo, que nunca dejó de creer en lo que hacía a pesar de las adversidades, y el tiempo le ha recompensado con creces.

Además, por si fuera poco, la nueva temporada de Twin Peaks que llegará el próximo 21 de mayo, estará dirigida íntegramente por Lynch. Los seguidores del agente Cooper ya pueden ir haciendo hueco en el sofá, porque vuelve el éxito televisivo más importante de todos los tiempos. Fire walk with me, maestro.

Aránzazu Díaz Huerta

''Dadme dos horas de actividad al día y me pasaré las veintidós restantes soñando.'' Luis Buñuel

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