Directores de Goya: Paco Plaza

Paco Plaza y Sandra Escacena.
Paco Plaza y Sandra Escacena, durante el rodaje de ‘Verónica’.

Paco Plaza ha conseguido lo impensable. Ha logrado que una película de terror se extienda por la mayor parte de las nominaciones de los Premios Goya. Esta proeza, sin embargo, tiene una explicación muy sencilla: Verónica no está encorsetada por su género, sino que lo emplea como un inmenso trampolín. Y lo toca todo, toca las nubes. Lo que no es sorprendente es que haya sido Plaza quien lo haya conseguido. A punto estuvo de hacerlo ya en 2007 junto a Jaume Balagueró, cuando ambos reventaron el mercado del cine de terror español con la inolvidable [Rec]. Ahora se ha sacado, en solitario, todas las espinas.

Plaza nació en Valencia en 1973. Su debut en la dirección tuvo lugar 22 años después, en el 95, cuando sacó a la luz su primer cortometraje, Tropismos, en el que lo hizo todo: dirigió, escribió, produjo, editó y diseñó el vestuario. Lo siguieron Tarzán en el café LisboaAbuelitos Puzzles, otros tres cortos. Para entonces el siglo ya había cambiado y Paco Plaza entró en el nuevo milenio ya de la mano de Balagueró, futuro compañero de envites. Con él dirigió la película de la primera edición de Operación Triunfo, algo llamativo y exótico teniendo en cuenta su producción posterior, pero que puede resultar interesante rescatar ahora que el reality de TVE vuelve a dejar huella en los datos de audiencia.

Ese mismo año acometió su primer largometraje en solitario, un thriller de terror en colaboración con la productora británica Just Films que se tituló El segundo nombre. La película, basada en la novela de Ramsey Campbell del mismo nombre, tuvo una acogida mediana, pero se manejó para entrar en el concurso de largometrajes de Sitges, un lugar al que Plaza habría de volver pronto a hombros del éxito. Su segunda película, también encuadrada en el género del terror, fue Romasanta, la caza de la bestia, basada en la leyenda del asesino en serie gallego que fue conocido popularmente como o lobishome de Allariz (el hombre lobo de Allariz -un pueblo de la provincia de Ourense). Con ella, Paco Plaza asomó la cabeza por primera vez en los Premios Goya, cosechando su cinta dos nominaciones a mejor fotografía y mejores efectos visuales.

El éxito rotundo, sin embargo, llegó con [Rec]. Desde su estreno, el 23 de noviembre de 2007, este found-footage dirigido por Plaza y Balagueró se convirtió en un fenómeno sin precedentes a nivel comercial en el cine de terror nacional. La película era claustrofóbica, vertiginosa y artesana, y manejaba el recurso del metraje encontrado con una naturalidad y una sencillez apabullantes. [Rec] arrasó con todo en Sitges. También se llevó dos Premios Goya, a mejor edición y mejor actriz revelación, estatuilla que recayó sobre la inolvidable periodista interpretada por Manuela Velasco.

Paco Plaza y Jaume Balagueró volvieron a reunirse dos años más tarde para rodar [Rec]2, la cual, pese a no tener el éxito de crítica de su predecesora, volvió a cosechar unas cifras comerciales nada desdeñables. En 2012, Plaza acometió la dirección de [Rec]3, Génesis ya en solitario, en lo que supondría su último esfuerzo en favor de una saga que a posteriori abandonaría. La cuarta entrega de la misma (y última, hasta la fecha), que contó con el regreso de Manuela Velasco, fue dirigida por Balagueró.

El despegue de su carrera individual

De todos modos, en la tercera entrega del universo [Rec], Plaza ya mostró algunas de sus peculiaridades como cineasta, las mismas que había dejado caer en El segundo nombre y, especialmente, en Romasanta. El realizador valenciano se reveló como un artista mucho más centrado en el cuidado estético de su obra, con unos acabados más pulidos y una sensación global de mayor énfasis en el apartado del diseño de producción. Se alejó ligeramente de la narrativa frenética de Balagueró para reencontrarse de su forma de hacer cine, más dispuesta a recrearse en sí misma.

Antes de decidirse a rodar Verónica, Paco Plaza sacó en 2014 otro cortometraje, Ultravioleta, que ya sentó un antecedente importante del aspecto formal que podría llegar a tener su cine posterior, ese cine obsesionado con las sombras, con la oscuridad en la que la luz es casi un estado palpable de excepción. Un cine en el que la música juega un rol fundamental, convirtiéndose en uno de sus elementos narrativos más poderosos, y que se alza sobre su propia historia para generar valor en lo audiovisual. Se podría decir de él que es un artesano del terror, que lo moldea y le da brillo, que le proporciona formas diferentes. Y que su futuro promete, al menos, ser igual de exitoso que su presente. Que no es poco.

Adrián Viéitez

Periodista cultural y deportivo. Dulce y diáfano. Autor de 'Espalda con espalda' (Chiado Ed., 2017). Escribo para salvarme de mí mismo.

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