Anni B. Sweet se enfrenta a sus monstruos

Todos tenemos monstruos ocultos en la habitación. En la infancia adquieren la forma de seres terroríficos, de evocación mitológica y malvadas intenciones. Más tarde, en la adolescencia, se alejan del estereotipo y nos aproximan por primera vez al  desengaño. La edad no los espanta, les envejece. Con la madurez, se vuelven más reales, más íntimos y rondan como fantasmas trémulos al abordaje. Anni B. Sweet los conoce bien y los ha exorcizado uno a uno. En conjunto golpean, a solas se desmarcan y desnudan una realidad. Oh, monsters! es mucho más que un disco de confirmación y una catarsis de dream pop de atrevimientos eléctricos/electrónicos.

Sin mostrar sus bazas a la primera escucha, el segundo trabajo de la malagueña se desenvuelve mejor por cada toma, en pleno salto de obstáculos, listo para arder en directo.   

La artista crea ambientes y moldea en sus letras todas las inseguridades que ha experimentado en el tiempo que ha transcurrido entre su debut y el nuevo álbum, donde el éxito y las giras han abarcado su día a día. Miedos que le acompañan, cuestiones que tocan a la puerta. La soledad, el futuro cercano, las decisiones que cambian el rumbo, las contradicciones del amor.

La apertura del disco, At home’, pone en vías de una composición estilizada. Ana canta “…Aunque un día me sienta bien, el siguiente me sienta decaída…” y sintetiza la ambigüedad y la polarización de todos los estados de ánimo. Las circunstancias vitales se desenvuelven en paralelos claroscuros melódicos, desde uno de los cortes más ricos y complejos del disco, Cathastrophe of love’ o la sorprendente Monsters’, al estilo Tarantino y cuyos acordes finales de trompeta rememoran a The Black Eyed Peas.

Así ha mutado Ana. De un primer disco de aspecto más delicado y naturaleza indie, por el que recibía ciertas comparaciones arbitrarias, a un trabajo de influencias heterogéneas, que sin embargo no abandera ninguna convención. La artista ha tomado un camino marcadamente personal, en el que no hay momento para el aturdimiento. ‘Getting Older’, una de las grandes canciones de Oh, monsters!, potencia el lado más rockero de la cantautora y pega fuerte, antes de las envolventes bases de ‘Missing a stranger’ o el reposado folk de Locked In Verses’.

En estos catorce temas, su voz avanza terreno en matices, se luce y apuesta, grita y susurra angustiada de la tiniebla a la luz. Cuando Ana canta, el miedo deja de ser inmune y da mucho menos miedo.

Fotografía: Mª del Mar López.

 

 

 

 

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