Una mirada hacia Timbuktu

Timbuktu, que se ha estrenado este viernes en España, está nominada a un Oscar a la Mejor Película Extranjera
Timbuktu, que se ha estrenado este viernes en España, está nominada a un Oscar a la Mejor Película Extranjera
Timbuktu, que se ha estrenado este viernes en España, está nominada a un Oscar a la Mejor Película Extranjera

Un retrato de lo que puede pasar cuando un grupo de fundamentalistas islámicos se apoderan de un pueblo durante ocho meses es lo que ha diseñado el cineasta Abderrahmane Sissako en Timbuktu, que se ha estrenado este viernes en la cartelera española. De una villa tolerante, que ha sido habitada por musulmanes, judíos y cristianos durante de cientos de años, Timbuktu, ubicada en el desierto de Mali, se transforma en un centro de intolerancia y prohibiciones. De ese fragmento trata Sissako, con escenas magistrales y delicadeza en la dirección, que le ha valido una nominación a la Mejor Película Extranjera en los Oscar 2015. 

Los yihadistas imponen un régimen en el cual hay un toque de queda, los ciudadanos no pueden poner música, fumar o incluso quedarse en las calles. Jugar al fútbol también está prohibido, y los diálogos en los cuales los soldados de la yihad cuestionan la supremacía del fútbol francés es un recordatorio de que uno no puede hacer desaparecer de golpe la cultura de un pueblo. La escena en la que un grupo de niños juega un partido de fútbol imaginario es una perla cinematográfica que ilumina un escenario realmente árido.

El guión no lleva una estructura centrada en una sola historia, sino en situaciones cotidianas de personas distintas. Hasta casi el primer tercio de la película no no se sabe si hay un hilo, pero entonces la mirada converge en la familia de Kidane, un pacato beduino dueño de ocho vacas. A partir de la observación de su vida antes y después de un incidente trágico, la película por fin gana fuerza. De acusado, Kidane se convierte en víctima de un sistema judicial impositivo, en el que no hay espacio para recursos.

Haciendo uso de una bella dirección de fotografía, Sissako lleva hasta el espectador una tesis muy clara: la conquista del pueblo por los nuevos administradores conduce las relaciones al primitivismo, y echa por tierra la tradición de Timbuktu de ser un centro de tolerancia, que por su importancia histórica y su rica cultura, ha sido incluso declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1998. 

La película opta por no imprimir un tono muy dramático en sus situaciones, pero las objeciones de una pescadera al verse obligada a ponerse guantes en publico es la clave para entender la tesis de Sissako: ¿hay una intención lógica o basada en algún principio religioso real en el nuevo sistema? Los eventos recientes en Francia y en Oriente Próximo demuestran que la reflexión que él propone es necesaria.

Tatiana de Souza Lima

Una periodista brasileña en Madrid. Amante de las películas y de los cafés.

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