Stephenie Meyer, la creadora de la exitosa saga Crepúsculo, vuelve al cine gracias a la adaptación cinematográfica que ha hecho Andrew Niccol sobre su último libro The Host (La huésped).
Unas almas han poblado la tierra adueñándose de los cuerpos de los seres humanos, pero algunos han podido sobrevivir. Wanderer, una de esas criaturas, aún puede sentir las emociones de la anterior dueña de su cuerpo, Melanie, lo que le llevará a buscar a la familia de la humana. Sin darse mucha cuenta Wanderer llegará a hacer muchos sacrificios por la raza a la que están destruyendo.
Una versión muy lograda sobre la historia que Meyer creó y no muy alejada de lo que podría imaginarse el lector en su mente. La película cuenta con una correcta elección de los sucesos del libro ilustradas en escenas de magnífica fotografía y buenos efectos especiales.
Si en un primer momento se pueden tener prejuicios sobre las adaptaciones creadas a partir de los textos de Meyer, éste es un gran ejemplo de cómo se puede conseguir una buena versión. Esto hace plantearse que si la anterior saga de la autora no tuvo la misma calidad en pantalla la culpa la tuvieran el realizador y/o los actores.
La huésped cuenta con un elenco bastante aceptable en el que destaca la actriz irlandesa Saoirse Ronan, con una interpretación muy creíble sobre una chica que encierra dos almas en su interior. El punto flaco lo escribe la poca pasión que existe en el triángulo amoroso central, ayudado por la escasa gracia que le pone Jake Abel a su personaje y las risas que provoca la comedia involuntaria que crean algunas situaciones de tensión.
Dos horas de buena puesta en escena que aprovecha para criticar el mal comportamiento del ser humano con el medio que le rodea mientras entretiene a un público juvenil que encuentra la novela de amor post apocalíptica que iba buscando.