Tetuán – Viaje por el norte de Marruecos

Mi tiempo en Tetuán fue el más largo y, aunque el almuecín me seguía despertando todas las mañanas, comencé a acostumbrarme y me di cuenta de la función temporal que cumplen. Podrías salir sin reloj por la ciudad y solo a través de los rezos hacerte una idea bastante precisa de la hora que es.

Vista de la ciudad de Tetuán.
Vista de la ciudad de Tetuán.

Solía levantarme temprano y sentarme en uno de los tres salones de la casa donde me alojaba a escribir y aprender más de la ciudad. Las típicas casas marroquíes suelen tener varios salones, ya que su cultura se ha formado en torno a la idea de la familia y las relaciones humanas. Entre estos salones existe una diferencia de estilo y decoración, uno más occidental, uno  más tradicional marroquí y un tercero (no siempre) de menor tamaño para un uso más habitual. Un reflejo de la fusión de culturas del país y de la convivencia de elementos occidentales y orientales.

La medina de Tetuán es blanca y grande en su extensión, llena de callejuelas que llevan a casas escondidas con pequeñas puertas  y ventanas. Muchas de estas calles no tienen salida y convierten  a la medina en un laberinto para visitantes inexpertos. Bajo unos arcos blancos y techos de madera, la luz se filtra colándose entre los paneles formando pequeños mosaicos en el suelo. El bullicio era agradable y al ser una parte poco o nada concurrida por turistas me convertí en el centro de todas las miradas.

Los puestos estaban llenos de cosas diversas que iban desde cámaras de fotos antiguas a ropa de marca pasando por todo lo que uno puede comer.

La medina antigua desemboca o comienza (según tu dirección) en la plaza de Hassan II donde se encuentra presidiendo el palacio real y la gente solo puede caminar rodeando el  perímetro de la plaza ya que hay unas vallas colocadas para   proteger el acceso a este palacio. Más allá, la Avenida de Mohamed V y la plaza Moulay El Mehdi, donde se encuentra la única iglesia de Tetuán, la iglesia  de Nuestra señora de la victoria que, gobernando la plaza recuerda a los años en los que Tetuán estuvo bajo el dominio español y da sentido a la parte de la ciudad más occidental: el ensanche español.

Uno de los sitios mas hermosos de Tetuán es el parque Feddan con unas vistas preciosas de la “paloma blanca”, nombre por el que se conoce a Tetuán por su característico color blanco. Allí es donde se encuentra una de las mejores teterías de la ciudad en la que puedes probar bebidas típicas  como un batido de aguacate y leche.

Desde allí sentado entiendes la metáfora de este lugar que dicen, parece como si alguien hubiera puesto una sábana blanca sobre las montañas creando así la ciudad de Tetuán.

Mi estancia en Marruecos fue casi como un cuento, una aventura con colores fuertes y sabores intensos, con música suave e idiomas desconocidos. Fue la hospitalidad de su gente, sus sonrisas y mi curiosidad.  Marruecos es el lugar donde occidente y oriente se dan la mano y desde donde yo me escribí una postal a mí mismo en la que ponía: “cuando estés leyendo esto ya será momento de volver”.

Primera parte de la Crónica por Marruecos.

Segunda parte de la Crónica por Marruecos

Hugo García González

Soy Hugo García González, tengo 24 años y nací por cesárea porque ya sabía que el mundo es un lugar muy feo. Así que, me sacaron, básicamente, a la fuerza. Desde entonces intento buscar motivos para pensar que no todo está perdido. A través de la cultura (arte música, literatura y moda) y con el periodismo como herramienta pretendo mostrar la cara buena de la moneda y demostrar que (aunque no se puede comparar a un útero materno) este mundo tampoco está tan mal. Por cierto, soy bilingüe en ironía y los puntos no me gustan

/ IG: @youartfree /

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