Haley Joel Osment y Dakota Fanning están jodidos. Ambos se han quedado sin amigos y, mientras ella se sume en la depresión que le produce su propia obesidad, él malvive con lo que le paga su editora por escribir libros sobre ataques incontenibles de ira. Para que sus fans se queden tranquilos, no se trata de los actores de Hollywood, sino de los alias que utilizan en Internet los dos protagonistas de la última novela del norteamericano Tao Lin: Richard Yates (Alpha Decay, 2011), que toma su nombre del novelista depresivo y alcohólico que escribía discursos a los Kennedy. Un libro que habla de la soledad en la era de la comunicación instantánea, de una sociedad que sirve en bandeja el desamparo pero después no lo perdona.
Richard Yates no resulta apto para lectores con tendencia, por mínima que sea, al agobio. La relación que ambos personajes –él de 22 años y ella de 16- establecen a través del chat de Gmail es un hilo asfixiante, interrumpido solo de vez en cuando por los encuentros físicos de sus dos propietarios, no menos claustrofóbicos. Un hilo tejido con la prosa cruda de Lin, que, teñida con un amargo sentido del humor, bebe de los mensajes de ambos en la red y que, tras recorrer los cuellos de Haley Joel y Dakota, termina por enredarse en el del lector.
Tao Lin, al que algunos ya se han apresurado en comparar con Brett Easton Ellis, firma 230 páginas de chat, que, con su casi total ausencia de signos de entonación, disfrazan de apatía la desesperación de dos jóvenes estadounidenses. Una lección interesante sobre los actuales sucedáneos de las relaciones humanas. Algunas reseñas ya definen a Richard Yates como “la Biblia de la Generación iPod”. Cuestiones literarias aparte, ojalá no sea así, pues diría muy poco del mundo en el que vivimos.