Cuando le preguntaron a Alfred Hitchcock, que cómo se sentía ante el ninguneo de la Academia de cine, dijo: “ya tengo pisapapeles”. Que ni los Oscar ni los Goya son representativos del mejor cine de un país, es algo asumido. Que son
“Pobre de aquel que no tenga pueblo”, sentenciaba un flamante joven profesor titular de literatura contemporánea de la Complutense una tarde de clase. Y anonadada me quedé. Yo pensando que él sería el típico homo urbanitas de los que no saben