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Sergio Pazos: «Los actores tenemos que aprender a hacer de todo»

Sergio Pazos (Orense, 1965) es un actor con especialidad en la comedia que ha tocado todos los palos. Aunque su popularidad masiva se debe a la televisión, se siente animal de escenario y lo demuestra en la obra Los diablillos rojos. En la conversación que mantenemos, el acento cantarín de su tierra natal le da a casi todo un toque de optimismo.

Hábleme de su papel, el doctor Caballero, en Los diablillos rojos. 

Es un doctor hipocondriaco. Me recuerda un poco a los primeros personajes de Woody Allen. Le llega un caso curioso, el de la Toñi (Beatriz Carvajal), una mujer de mediana edad que ve diablillos rojos y tiene orgasmos. Ella vive una historia con otro interno en el psiquiátrico, que es el papel de Juanjo Cucalón. Hay una historia paralela, entre el doctor y otra doctora (Montse Plá), jovencita, de 27. Mi personaje tiene 54 años y está casado y con una hija. Me putea con un embarazo durante toda la obra.

¿Cómo es el trabajo con sus compañeros?

Nos solemos llevar muy bien en la profesión, a pesar de nuestros egos y manías. Con alguien con experiencia es más fácil. Beatriz Carvajal tiene muchas tablas. Siempre nos está arropando. Con Juanjo Cucalón me he entendido a la perfección. Y con Montse Pla… es la más jovencita y está encantada de estar con tres actores maduros.

Beatriz Carvajal es una actriz con fama de exigente. ¿Es igual con su hija Montse Pla que con el resto?

Intenta ser igual, pero se le escapa el carácter de madre y, al mismo tiempo, de actriz con experiencia. En los ensayos le caía alguna bronca. Formaba parte del juego, en el fondo. Era bonito ver combinar la vena de madre con la vena de actriz exigente.

Sergio Pazos y Beatriz Carvajal en una representación de Los diablillos rojos.
Sergio Pazos y Beatriz Carvajal en una representación de Los diablillos rojos.

Entre usted y Beatriz Carvajal hay un paralelismo: su imagen televisiva, tras la que se ocultan actorazos. 

La televisión es una maravilla porque te populariza y si sales un minuto y te ven cuatro millones de personas es un lujo y ayuda. La parte negativa es que mucha gente piensa que eso viene por arte de biribirloque. En Orense no había escuela de teatro. Soy autodidacta. Aprendí con mis compañeros. Los productores entienden que gente como Beatriz Carvajal tienen un público fie, y eso es una ventaja. La gente viene al teatro y descubre que hay un trabajazo de actriz con un personaje que se ha creído.

¿No cree que ahora, con el triunfo de la nueva generación de actores, se está olvidando un poco a los cómicos de siempre?

Gracias a Dios quedan series con personajes y tramas adultas, pero esta sociedad consumista se centra en la juventud porque son los que consumen. Los jovencitos se compran la camiseta de Mario Casas. Es gente muy preparada y, al mismo tiempo, menos conflictiva a nivel político. El canon estético prima mucho. pero hay series como Cuéntame donde hay papeles para todo tipo de actores.

Ya que saca el tema, ¿Cómo evoluciona su papel en Cuéntame?

Mi personaje es muy polivalente. Puede aparecer haciendo cualquier cosa. Al final de esta temporada tengo una secuencia donde me luzco mucho.

Secuencia de Cuentame.
Secuencia de Cuentame.

¿Cree que los 80 están bien retratados en la serie?

Es una serie muy blanca y familiar. Lo que podía ser más conflictivo de tratar se suaviza. Pero todo lo histórico pasa por la serie. No hay implicación política. Pude dar lugar a que nuevas generaciones se pregunten ¿qué fue el GAL? O ¿quién fue Tejero?

Siguiendo por la senda televisiva, su salto a la popularidad se produjo con el mítico Caiga quien caiga. ¿Cómo ve hoy los programas satíricos en televisión?

Hay muy pocos. La línea editorial de CQC apenas se sigue. El intermedio es un estilo distinto. Íbamos a donde estaba la noticia. Aquí se coge una noticia y se analiza con humor. Se echa en falta en este momento tan alucinante un CQC. Se juntó un grupo de gente muy distinta. Javi Martín era un chaval, Pablo Carbonell era un showman espectacular… Éramos mitad actores, mitad reporteros.

¿Cuál fue el personaje más complicado de entrevistar?

Entrevisté a gente como Daryl Hannah, Peter Ustinov (uno de los grandes), Bo DerekAznar nos odiaba. Había ministros que entendían todo, como Loyola de Palacio, que era encantadora. Incluso Baltasar Garzón, si podía se escapaba, pero si le cazabas te dejaba preguntar salvo cuando entrabas en los temas de juicios. Aznar era poco inteligente. Sus gestos de desprecio nos daban juego.

El caso contrario fue el de Esperanza Aguirre. Su aparición en el programa creó de ella una imagen entre cándida y naif. 

Fue la más inteligente. Al principio se escapaba. Luego rectificó. Se le dio un punch muy importante.

Incluso la monarquía entró en su juego. Aunque creo que hoy la situación sería distinta. 

Hoy es más complicado ese juego. Juan Carlos I rompía el protocolo y Felipe VI va a intentar ser más profesional. Aunque quisiera, no podría entrar al trapo.

 

En su etapa de reportero de "Caiga quien caiga".
En su etapa de reportero de «Caiga quien caiga».

Sáqueme de dudas. ¿Es cierta la leyenda que dice que CQC desapareció por presiones de José María Aznar?

Telecinco como empresa dijo que no era interesante económicamente. El PP había cambiado la Ley de televisiones que impedía que un extranjero tuviera la mayoría de las acciones y  Silvio Berlusconni compró el 51% de Telecinco. Renovabamos a la baja en diciembre de 2002. Llegamos a querer hacerlo gratis, pero en marzo de 2003 estaba la guerra de Irak y no querían la presión del programa. Hay muchas conjeturas. Mi opinión es que sí creaba problemas el programa y por eso se eliminó.

Tras su paso por Castilla La Mancha Tv y Channel nº4 en la Cuatro, se ha centrado más en su faceta actoral. 

Los actores tenemos que aprender a hacer de todo, aunque me siento muy cómodo en el teatro. Estaría feliz de estar en una tertulia, pero ahora es muy complicado dar un punto de vista crítico con el sistema. Incluso te tienes que medir en Twitter porque se te puede malinterpretar mucho.

David González Álvarez

Nací en León el mismo año que Sarah Ferguson se convirtió en duquesa de York y me gradué en Historia cuando Juan Carlos I abdicaba. Mis profesores me profetizaron un nefasto futuro lo que me convenció de que el periodismo era la salida perfecta. He trabajado en la Cadena COPE y Punto Radio y publicado artículos en revistas underground con seudónimos no reproducibles. Publiqué en 2010 el libro Esa bella mentira donde descubrí que la disección puede ser un género literaria perfecto. Escribo con la tele encendida, descubrí el intimismo el mismo día que aprendí a manejar una olla exprés y para mi futuro solo espero no acabar como un Kennedy.

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