Los cines Embajadores inauguraron con el desconfinamiento y, a pesar de las circunstancias, no han parado de crecer desde entonces
Violeta, valenciana de 24 años, estudia cine telemáticamente desde el barrio de Quintana. Pablo (28) vive en La Elipa y actualmente está en el paro. Sandra (23) comienza a ejercer de periodista aunque también de manera online desde el municipio de Torrejón de Ardoz. Más allá de su amor por el cine, los tres comparten el hecho de haber escogido como primera opción de ocio los nuevos Cines Embajadores, en el barrio de Arganzuela. Dos de ellos para ver incluso un film, El juicio de los 7 de Chicago, que también está disponible en Netflix. Una de ellas, desplazándose desde fuera de Madrid más de 30 km. Todos ellos en medio de un contexto de pandemia mundial y con los cines como lugar seguro, pero puesto en entredicho.
El 10 de julio, justo dos semanas después de que se levantara el estado de confinamiento en España, los Cines Embajadores se inauguraban en medio de la Glorieta de Santa María de la Cabeza, entre los barrios de Delicias y Embajadores. La conocida como ‘nueva normalidad’ traía consigo el primer cine abierto en la zona centro de Madrid en años, y el único en un barrio desierto de esta oferta cultural como el de Arganzuela. Así lo explica Fernando Lobo, responsable de comunicación de estas salas y la distribuidora a la que pertenecen, Surtsey Films: “Buscábamos retomar el concepto de cine de barrio. Salas pequeñas y fáciles de llenarse que volvieran a dar vida a un barrio como el de Arganzuela, que no está gentrificado, tiene mucha vida cultural, pero no contaba con un cine para aproximadamente 300.000 habitantes”. No eran las mejores condiciones para abrir un negocio así, pero toda la publicidad convirtió a los Embajadores en un emblema cultural en la desescalada.
“Ya había oído hablar de ellos, durante la pandemia vi bastantes tweets y noticias relacionadas y tenía bastante curiosidad por conocer las salas que se habían atrevido a abrir en esta situación”, recuerda Violeta. “Me enteré por redes sociales e incluso vi un reportaje en Telemadrid. Me pareció algo muy valiente, quizá incluso algo kamikaze, pero muy necesario porque en Arganzuela no había ningún cine y siempre se agradecen las salas en versión original”, apunta Pablo. Sandra salió de Torrejón por primera vez en meses solo para ver Tenet en los Embajadores: “Los había visto en prensa y redes sociales. Me gusta explorar nuevos cines y apoyar los negocios locales, aprovechando que se trata de un barrio más humilde y nada gentrificado”.
Los tres testimonios coinciden en dos elementos diferenciales. El primero, la apuesta por la versión original. “Sentíamos la necesidad de posicionarnos. Queríamos ser un cine en versión original subtitulada porque consideramos que es como deben verse las películas”, afirma Lobo. Pese a la amplia oferta cultural, en Madrid pocos cines ―Renoir y Verdi― cuentan con tal variedad de cartelera íntegramente en versión original. Pero, al igual que sucede con los Cines Paz ―de los más antiguos y con una cartelera similar, pero siempre con cine doblado―, los Cines Embajadores están hallando su propio público: “Hay gente que no había visto películas en versión original nunca y de esta manera las han descubierto. Si los Cines Paz tienen a ‘las señoras del Paz’, ¿por qué no puede haber unas ‘señoras del Embajadores’?», alegan optimistas.
La apuesta por una cartelera variada y en versión original ha puesto a los Embajadores en el mapa, pero lo que ha terminado por diferenciar a estos cines es su intensa actividad en redes sociales: “Las redes sociales nos han ayudado mucho. Si abrir un cine en el centro de Madrid ya era noticia, todo el tema de la pandemia lo hizo aún más romántico. De repente todo el mundo quería hablar de nosotros. Con la interacción y apoyo propios de unos Yelmo o Cinesa, pero la cercanía y familiaridad de un pequeño cine de barrio, las redes sociales y el propio contexto de la pandemia han acabado llevando a los Embajadores mucha gente de fuera de Arganzuela, como Violeta, Pablo o Sandra: “Las redes sociales ayudan muchísimo a transmitir lo que ofreces. Y el confinamiento nos ha ahorrado una gran cantidad de dinero en marketing por el romanticismo que se ha generado”, confiesa Lobo.
Los cines, uno de los espacios más seguros
“Iba con miedo al ser mi primera experiencia tras el confinamiento y me tranquilizó ver cómo se tomaban las medidas y se organizaba la entrada y salida pese a ser un cine con pocas salas”, admite Sandra. Su preocupación inicial no es la única, pues los datos de taquilla reflejan que todavía existe una barrera para muchos espectadores, con pérdidas semana tras semana y sin llegar apenas a los dos millones de euros en el balance total, sumado ello a otros problemas como el cierre de cines en otras comunidades como Cataluña, Castilla y León o Aragón. Una situación poco halagüeña de la que los Embajadores aún no se han visto afectados con sus tres salas a pesar de la reducción de aforo a la mitad: “Los datos son los que son pero en realidad nosotros estamos en una burbuja porque estamos llenando las salas. En este puente tuvimos casi dos mil personas en total, y el domingo batimos nuestro récord con 629 espectadores, el doble que cuando abrimos”, subraya Lobo.
Según el informe más reciente del Ministerio de Sanidad, solo se ha producido un brote de Covid-19 en un evento cultural ―que no una sala de cine― y ninguno en más de cuatro meses. “Ya en el momento que saqué las entradas por Internet vi cómo bloqueaban los asientos adjuntos para cumplir con la normativa. Y luego en la sala observé que se cumplían todas las normativas, te da la sensación de estar en un lugar moderno y seguro”, recuerda Pablo. “Las salas son pequeñas, pero en todo momento se respetaron las medidas, de hecho nos pidieron que esperásemos fuera antes de entrar al pase para evitar aglomeraciones”, confirma Violeta, quien añade que “tanto en los Embajadores como en otros cines que he estado posconfinamiento se tiene mucho cuidado con la distancia de seguridad y se respetan las medidas necesarias”.
Aunque los grandes estrenos como 007: Sin tiempo para morir se retrasan y otros como Soul ―última película de Pixar― pasan a estrenarse directamente en plataformas, la pauta la siguen marcando las películas: “La gente necesita un empujón, las cifras siguen siendo malas pero cuando hay algún estreno grande se nota, la taquilla sube cerca de un 25-30%”. Mientras algunas productoras dan la espalda a los cines, a estos solo les queda cumplir con las medidas y confiar en que la gente se acabe dando cuenta de la realidad como Pablo, Sandra o Violeta, que tiene clara su postura: “no creo que haya que tener miedo de ir al cine y encerrarse en una sala con más gente porque ahora mismo es de los lugares más seguros”. Sea una osadía o un acto romántico, lo cierto es que de momento el caso de los Embajadores ilustra a la perfección aquello de que, a veces, de las grandes crisis también nacen grandes oportunidades.