Acostumbrada a grabar sus álbumes en diez días (Soviet kitsch, 2006) e incluso en uno solo (Songs, 2002), la cantautora ruso-estadounidense Regina Spektor ha relajado el tempo con What we saw from the cheap seats, su último trabajo de estudio, cuyo lanzamiento internacional está previsto para el próximo 29 de mayo. Una cajita de música que, según comentó desde su Facebook oficial, terminó hace mucho, y en la que ha sabido encontrar la calma necesaria para reunir algunas de las canciones que siempre sonaban en sus conciertos pero aún no había incluido en ningún disco, como Open y Oh, Marcello.
What we saw from the cheap seats también aporta novedades. Es el caso de los sencillos All the rowboats, que nos devuelve a la mejor Regina, esa que es dulce, tenebrosa y sinfónica a la vez, y Call Them Brothers, un dueto con Jack Dishel, guitarrista de The Moldy Peaches, que huele a la nostalgia de los naturalizados estadounidenses. Regina nació en Moscú, y su familia, judía y perseguida por ello, fue admitida como refugiada en América tras emigrar en 1989.
La cantante y compositora no ha perdido sus dos mejores facultades. La primera: que, pese a no concederle demasiada importancia al significado de sus letras y asegurar en ocasiones que sus historias y personajes suelen ser ficticios, Spektor siempre logra que sus canciones parezcan sacadas de las páginas de un diario íntimo y suenen llenas de recuerdos. Además, cuesta no confundir ficción con realidad en temas como Ballad of a politician, una fábula sobre esos gabinetes que se reúnen para decidir sobre nuestras vidas sin consultarnos. Por otro lado, What we saw from the cheap seats cuenta con dos canciones tradicionales rusas grabadas por Regina entre sus bonus tracks.
El otro súperpoder que esta piano girl no ha perdido es su voz de sirena, que maneja como uno más de los muchos instrumentos que domina; la responsable de que el que fuera productor de los dos primeros discos de The Strokes, Gordon Raphael, la invitase a grabar unas canciones en su estudio hace unos cuantos años. Y el resto ya es historia.
