Premios Goya 2017: Mejor guion original

El proceso de creación cinematográfica probablemente sea el más largo de entre todos los tipos de arte. Hacer una película conlleva el encaje de un inmenso número de piezas. La persona que las supervisa, algo así como el tablero sobre el cual todas ellas se disponen, no es otra que el director. Sin embargo, ¿quién diseña el tablero? La base de todo ejercicio cinematográfico, el punto de partida, está en la redacción de un guion. Y es en los guiones originales, en las historias que no existen, donde nacen las historias que posteriormente componen nuestro imaginario cultural. Así que, ¿por qué no está la labor del guionista lo reconocida que debería estar? Es posible que no deje de ser una cuestión de mediatización, de la necesidad de atribuir cada obra a un individuo (véase su director).

En el caso de los guiones originales (con mayor proporción de lo que ocurre con las adaptaciones), el autor suele ser el mismo que aquel que dirige la película. Esto ha ocurrido, de hecho, con las seis últimas películas ganadoras en esta categoría. Seis películas que, además, ganaron todas ellas en la categoría de mejor película (No habrá paz para los malvadosBlancanievesVivir es fácil con los ojos cerradosLa isla mínimaTruman Tarde para la ira). Este dato resulta, cuanto menos, revelador, aunque las circunstancias de cada año sean distintas. Para la presente edición, los cuatro guiones que cubren esta categoría (una de las más creativas de todos los premios), también están firmados por los directores de cada película.

Carla Simón: Estiu 1993

Carla Simón.
La profundidad emocional es la clave del triunfo de Estiu 1993.

Carla Simón viene de ganar el Premio Feroz a mejor guion y se erige como la grandísima favorita para alzarse con este premio, que celebra el que seguramente sea el mayor punto fuerte de Estiu 1993. Su trabajo tras el libreto es difícil de describir por encarnar ese encanto desconocido y ajeno a las palabras del que sabe contar una historia llena de vísceras sin apenas palabras. Carla Simón parte de la sobriedad, del silencio, del y tú ¿por qué no estás llorando? para desatar su tormenta particular.

El ejercicio de transparencia emocional que supone esta película, una de las más intimistas de la temporada, es digno de admiración. La guionista y directora se desnuda tras las cámaras, proyecta su mirada hacia el pasado, hacia la memoria, las cosas que hemos perdido y son irrecuperables. En definitiva, Estiu 1993 es una pequeña joya que nace de la tierra y que Carla Simón recoge y frota a conciencia hasta hacerla brillar con fuerza.

Aitor Arregi, Jon Garaño, Jose Mari Goenaga y Andoni de Carlos: Handia

Jon Garaño y Jose Mari Goenaga.
Jon Garaño y Jose Mari Goenaga, dos de los cuatro guionistas de ‘Handia’.

Siguiendo por la línea del cine de autor, de las historias proyectadas desde las profundidades de aquel que las está contando, no podemos dejar de considerar al guion de Handia como uno de los más originales, personales y portentosos del año. Partiendo de una idea original de Andoni de Carlos, los chicos de la productora Moriarty se pusieron manos a la obra para crear la más que digna sucesora de Loreak en su historial cinematográfico. Handia es, dentro de las nominadas de este año para los Premios Goya, la concesión al espectador hacia los mundos de fantasía, una puerta de acceso a lo desconocido.

El guion de la que ya es la película en euskera con mayor número de candidaturas en la historia de los Goya destaca, además de por su imaginación, por su extraordinario poder simbólico. A través de esa historia de fraternidad y misticismo, Garaño, Arregi y Goenaga reflexionan de forma profundamente poética acerca de cuestiones como la identidad, la pérdida o la soledad. Handia es una cinta que navega mucho más allá de la superficie, que se pone los guantes y escarba en la herida sin remordimientos.

Paco Plaza y Fernando Navarro: Verónica

Paco Plaza.
Paco Plaza, durante el rodaje de ‘Verónica’.

La gran virtud del guion de Verónica es su sutileza. La tremenda sencillez con la cual genera subtexto, con la que es capaz de sugerir al espectador imágenes mucho más allá de aquello que está viendo en la pantalla. Bajo una densa pátina de terror fantasmagórico, Plaza y Navarro construyen un minucioso relato acerca de la adolescencia, de la búsqueda del camino a seguir y de la necesidad de asumir responsabilidades ajenas a la edad. De ese modo, el terror acaba llegando al espectador desde todos los flancos, siendo la cuestión fantasmal la menos relevante de todas ellas.

Además del asunto conceptual, el libreto de Verónica destaca también por su extraordinario ritmo y por la presencia casi indisociable de la música en sus explicaciones. Todo ello viene derivado, como no podía ser de otro modo, del montaje milimétrico del que dispone la película. El conjunto: una bomba de relojería. Un producto perfectamente envuelto, que casi carece de debilidades y achaques. Una parábola cuidada que ha conseguido lo imposible: permitir que el terror compita, como género, con aquellos eternamente más valorados como el drama (Estiu 1993Handia), el cine de época (La librería) o el thriller psicológico (El autor).

Pablo Berger: Abracadabra

Pablo Berger, José Mota y Maribel Verdú.
Pablo Berger da órdenes a Maribel Verdú y José Mota durante el rodaje de ‘Abracadabra’.

Después de arrasar en los Goya con su anterior cinta (Blancanieves, en 2012), Pablo Berger no ha conseguido colar Abracadabra en la principal categoría ni tampoco colarse él mismo en la de mejor director. Por lo demás, su nueva película recorre todas las nominaciones como un manto invisible, copando la mayor parte de las categorías interpretativas y de carácter técnico. Además, a nivel personal también ha logrado hacerse con la nominación correspondiente al guion del film, firmado por él mismo.

Abracadabra es un producto anómalo, muy distinto a todos los demás que hacen acto de presencia este año en los Goya (¿acaso alguna se parece entre sí?). Berger traza una fina línea entre el delirio y la realidad y camina sobre ella, haciendo equilibrios durante una hora y media. Su diseño de personajes, el calibre de su sugestión onírica y la tremenda personalidad de la que es capaz de dotar a su película merecen, por descontado, que su presencia aquí esté más que justificada. De todos modos, no lo tendrá fácil al batirse contra tres de las películas más potentes de la temporada.

Adrián Viéitez

Periodista cultural y deportivo. Dulce y diáfano. Autor de 'Espalda con espalda' (Chiado Ed., 2017). Escribo para salvarme de mí mismo.

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